La senadora opositora Jeanine Áñez, de 52 años, asumió la Presidencia interina de Bolivia en una sucesión sin acuerdo parlamentario aunque avalada por el Tribunal Constitucional que consolidó la caída del líder indígena Evo Morales y abrió la puerta a elecciones generales a corto plazo.
La sucesión directa puso fin al vacío de poder en que había caído Bolivia después de que Morales fuera obligado a renunciar el 10 de noviembre a su cargo tras su victoria en las elecciones generales del 20 de octubre.