Arabia Saudí anunció el 2 de enero la ejecución del clérigo chií Nimr Baqir al Nimr y otras 46 personas que habían sido condenadas por terrorismo. El religioso fue detenido en julio de 2012 por apoyar las protestas contra las autoridades saudíes que estallaron en febrero de 2011 en la provincia de Al Qatif, de población mayoritaria chií. Dos años después una corte saudí le condenó a la pena de muerte por instigar a la violencia, desobedecer al rey y supuestamente crear una célula terrorista para atacar a las fuerzas del orden. La ejecución de al Nimr provocó reacción negativa, especialmente en Irán y Bahréin.