Es importante recordar que es estéril comparar países enteros (mucho menos continentes) ya que el nuevo coronavirus se extiende de manera irregular por los territorios nacionales, a partir de brotes epidémicos en ciudades —las áreas rurales no son grandes centros de contagio— que se dan en momentos diferentes.
Así, explicaremos cómo aunque las capitales de México y Uruguay registraron en fechas parecidas sus primeros casos importados del virus (27 de febrero en Ciudad de México y 7 de marzo en Montevideo) la decisión que tomaron los Gobiernos respecto a cuándo iniciar las medidas de distanciamiento social demuestra cómo mientras la capital mexicana está viviendo su acmé o pico de contagios, Montevideo apenas se encuentra en el inicio de su ciclo epidémico.
Y que a pesar de esta diferencia, ambas capitales están discutiendo el regreso de actividades económicas esenciales porque "nadie aguanta" sin apoyo gubernamental decisivo, una paralización de actividades que dure todo el ciclo de la enfermedad.
La epidemia que se viene
En Montevideo se vive un peligroso clima de triunfo. Las bajas cifras de contagios registrados —719 contagios acumulados hasta el 14 de mayo desde el 7 de marzo— y su prácticamente nula cifra de fallecidos —19 muertos confirmados por COVID-19— han extendido la idea en la capital uruguaya de que se ha superado milagrosamente la epidemia causada por el nuevo coronavirus, tras dos meses de aislamiento voluntario.
"Con el tiempo, la hipótesis del comportamiento subexponencial de la epidemia en Montevideo causada por un subregistro de casos no ha sido corroborada, porque aumentó mucho el número de test de diagnóstico y sin embargo, no cambió el ritmo de crecimiento. Ahora, todo el mundo concuerda que el crecimiento subexponencial es un fenómeno genuino y no debido al subreporte", dijo a Sputnik Nicolás Wschebor, doctor en Física Teórica e integrante del GUIAD.
Wschebor es uno de los autores del quinto informe del Grupo uruguayo independiente que acaba de ser publicado en que se esboza una tercera hipótesis para explicar la paradójica situación montevideana, que es complementaria a la segunda hipótesis esbozada previamente para entender lo que sucede.
"La epidemia en Uruguay llegó muy focalizada en algunos barrios, en grupos con una red de contagios restringida que con la rápida adopción de medidas de distanciamiento social, cerró el fenómeno a ciertos sectores de la sociedad uruguaya y no al conjunto. Esto redujo y facilitó la posibilidad de tener un crecimiento rápidamente sostenido", agregó el físico en un diálogo con este medio.
"Suponemos que el fenómeno de localización en algunos barrios de Montevideo tiene origen en que quienes tienen más movimiento internacional y contacto con el exterior tienen ciertos medios que le dieron un sesgo socioeconómico natural", indicó la fuente en la entrevista.
Una semana después de haber reportado el primer caso, el Gobierno uruguayo encabezado por Luis Lacalle Pou, anunció la adopción de medidas de distanciamiento a nivel nacional y llamó a quedarse en casa a los uruguayos de manera voluntaria. El pedido tuvo un alto acatamiento y, según explicaron los científicos que hablaron con Sputnik, fue el motivo por el que Montevideo ingresó a un régimen de crecimiento de casos subexponencial, que solo podrá ser mantenido en tanto siga el mismo nivel de distanciamiento social, algo que ya está puesto en discusión en el país.
El crecimiento subexponencial inicial que se ha registrado localmente fue un fenómeno de inercia tras la adopción temprana de medidas de aislamiento social que hicieron bajar el R0 —el número reproductivo básico— de la enfermedad por debajo de 1.
Sin embargo, esto no significa que Montevideo viva el fin de la epidemia, como se cree localmente.
"Es importante señalar el hecho que desde hace un par de semanas se sabe que en Montevideo hay un mínimo, pero existe ya transmisión comunitaria. Es decir, hay casos que no se pueden rastrear a nadie que haya viajado al exterior", señaló en un diálogo con Sputnik Horacio Botti, médico y doctor en Ciencias Biológicas y coordinador del GUIAD-COVID-19.
"La capacidad de contener una pandemia no es perfecta, siempre se van a escapar algunos casos y eso va a generar rutas difíciles para trazar los contagios. La etapa de transmisión comunitaria es distinta a la de importación y por lo tanto, el tipo de medidas de contención que se utilizan tienen que ser distintas", apuntó Botti quien señaló que es innegable que Montevideo se encuentra aún en etapas muy tempranas del desarrollo epidémico.
"La fracción de susceptibles al contagio en la población de Uruguay y en Montevideo es casi total. Todo el mundo puede enfermarse porque la proporción de gente que lo ha hecho es casi cero. Aquí, está toda la epidemia por delante", concluyó el físico.
En la "segunda mitad" de la epidemia
Hay al menos cinco ciudades mexicanas que ya han pasado el pico de contagios de la epidemia y que están entrando en el descenso paulatino de su ritmo de contagios: Ciudad de México que ha sido el epicentro de la pandemia en la República, pero también Tijuana (Baja California), Culiacán (Sinaloa), Cancún (Quintana Roo) y Villahermosa (Tabasco).
"Levantar las medidas de confinamiento es algo discutido. Hay gente que dice que es muy peligroso porque se van a generar nuevos picos. En particular hemos estado trabajando en esto y lo que obtenemos es que si se van relajando las medidas de distanciamiento social unos siete u ocho días después de que se presentó el pico de contagios, sí se van a dar más casos pero no muchos", señaló a Sputnik el doctor en Matemáticas e investigador del Instituto de Investigaciones en Matemática Aplicada y Sistemas de la Universidad Nacional de México (UNAM) en un diálogo con este medio.
Según ya había señalado Cruz Pacheco a Sputnik, el brote epidémico en Ciudad de México ocurrió entre el 26 y 27 de marzo y el decreto que paralizó las actividades económicas se publicó el día 30 del mismo mes.
Lo que se hace evidente ahora es que esa "dilación" en la adopción del confinamiento social que fue denunciada públicamente como algo negativo, permitió que la medida de mayor eficiencia para achicar el total de gente infectada —y por tanto de enfermos graves y fallecidos— se aplicara en el momento más oportuno; a la vez que dejó que el virus circulara y generara cierto porcentaje de inmunidad en la población que doble la curva y la haga decaer, o mejor dicho: que el brote en las ciudades mencionadas inicie su lento descenso hacia su extinción.
"En este caso, es relativamente bueno que haya habido muchos infectados porque hay muchas personas inmunes. Ser inmune es lo contrario de ser susceptible al contagio y lo que sucede con las epidemias es que cuando pasan del máximo (el pico o acmé) la proporción de infectados decae porque la enfermedad se hace menos eficiente al propagar la infección", apuntó en el diálogo con Sputnik.
La explicación es clara: si una persona infectada tiene alrededor a muchas personas que no han tenido la enfermedad, todos son susceptibles de contraer el nuevo сoronavirus y enfermar del COVID-19. Ahora, cuando la mayoría de la gente próxima al infectado ya padeció la enfermedad y presenta cierto grado de inmunidad, disminuyen la cantidad de personas susceptibles que pueda contagiar. Eso, sumado al hecho de que una persona diagnosticada o internada, deja de contagiar porque se aísla, es como puede entenderse el funcionamiento del mecanismo que hace que el ritmo de contagio de la enfermedad decaiga naturalmente y que la epidemia entre en su fase descendente.
Una paralización temporal
"La preocupación actual es que la economía está sufriendo bastante y no me refiero a los grandes números, sino a la economía de la gente. Esto no es una evaluación, aunque estamos empezando a buscar cómo tomarlo en cuenta dentro de nuestro modelo matemático, pero no tenemos todavía ni de cerca algo concluyente", explicó el matemático a Sputnik.
"En ese tiempo, considerando los efectos sociales y económicos del cese de actividades, las autoridades nos señalaron que Ciudad de México aguantaba cuatro semanas de cierre sin afectaciones sociales tremendas. No fue exactamente un cálculo que nosotros hicimos, sino una recomendación a partir de la cual elaboramos escenarios de cuatro o cinco semanas de aislamiento que de todas formas lograban bajar los ritmos de contagio, no tanto como se ha logrado ahorita, pero se lograba", dijo a Sputnik.
El cálculo hecho por el equipo que integró Cruz Pacheco en 2009 señaló que para maximizar el impacto que tuviesen esas cuatro semanas de aislamiento social en el control del avance de la influenza, había que hacerlas coincidir con el momento en que la enfermedad entrara en su mayor ritmo de contagios, por lo que su recomendación fue que el aislamiento social se empatara con el momento del brote epidémico (cuando la enfermedad inicia su crecimiento exponencial) y no al registrar los primeros casos.
Es en este sentido que la pandemia en América Latina tiene sus propias particularidades que la distancian de las experiencias en China o Europa: nuestras sociedades requieren de un equilibrio fino en el esfuerzo que se le pide a la gente, para no llegar al extremo en que buena parte de la sociedad tenga que elegir, como dice el dicho popular en México, de qué quiere morir: si de hambre o de COVID-19.