Las compañías alemanas NEL Gastransport, Fluxys Deutschland y Gasunie Deutschland han comenzado a agrandar el primero de los tres gasoductos que unirá el Nord Stream 2 con Alemania y otros países.
Se trata de la construcción en la ciudad germana de Greifswald de un terminal, cuyo objetivo era unir el Nord Stream con el sistema de transporte de gas natural de Alemania a través de esta localidad del noreste. Actualmente, la potencia del terminal asciende a 60.000 de millones de metros cúbicos.
De acuerdo con los documentos de Entsong, los operadores ya recibieron la aprobación para la construcción por parte del regulador alemán Bundesnetzagentur. Los planes pasan por terminar de ampliar el terminal hasta finales del 2017.
Precisamente, a día de hoy Europa recibe del OPAL la mayor parte del gas ruso que, debido a las restricciones impuestas con la aprobación del tercer paquete energético de la UE, opera solo a mitad de su potencia, suministrando alrededor de 36.000 de millones de metros cúbicos de gas del país eslavo.
Esta infrautilización de las instalaciones se debe a la presión de los países enemigos del Nord Stream 2: Ucrania y Polonia. Durante mucho tiempo, tanto Kiev como Varsovia han estado oponiendo resistencia a la implementación del proyecto, dado que temían quedarse sin los aranceles que cobran por el tránsito del gas ruso.
"Ahora, al recibir la aprobación oficial por parte de Alemania, Gazprom ha eludido prácticamente el veto, mientras que Ucrania y Polonia se han quedado sin sus herramientas para influir en el Nord Stream 2", comentó Lafakis a Life, a la vez que subrayó que, "si el proyecto del Nord Stream 2 es cancelado, los gasoductos que están construyéndose ahora quedarán inutilizados, y eso equivale a tirar por la borda miles de millones de euros".
En los últimos tiempos, los principales opositores a Gazprom han comenzado a emprender métodos exclusivamente diplomáticos —enviando cartas al Consejo de Europa y a la Comisión Europea— para sacar al gigante ruso de Europa.
Dadas las circunstancias, las empresas germanas no ponen el foco en Bruselas, sino en Berlín. Por eso siguen colaborando tranquilamente con Gazprom, pues entienden perfectamente que las decisiones clave sobre el Nord Stream 2 se toman en Moscú y Berlín, opina Artiom Déev, analista de Amarkets.
"(…) La siguiente guerra con Gazprom provocará la subida de precios de la energía y de la calefacción central en Europa, y eso contribuirá a que se extienda el descontento", concluyó Déev.
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