Tras el golpe de Estado del 2014 en Kiev, realizado con ayuda de ultranacionalistas ucranianos, en varias regiones rusoparlantes de Ucrania surgieron movimientos unionistas que buscaban la reintegración con Rusia, pero fueron violentamente reprimidos por el Ejército ucraniano y los grupos neonazis. Luego del reconocimiento de la independencia de Donestk y Lugansk por parte de Moscú y el inicio de la operación de desmilitarización y desnazificación de Ucrania, estos procesos tomaron nuevamente fuerza.