Ernesto Domínguez, doctor en Ciencias Históricas y profesor titular del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos de la Universidad de La Habana (UH), comentó en entrevista para Sputnik que estos comicios, además, incidirán sobre la dinámica internacional y la configuración de las relaciones regionales y globales.
Para el académico, el retorno del candidato republicano Donald Trump al despacho oval significaría la permanencia o el reforzamiento de la estrategia de máxima presión sobre la isla. En primer lugar, ahondó, retomaría una política exterior que catalogan de exitosa y, en segunda instancia, continúa la percepción respecto al valor del voto cubanoamericano en el estado de la Florida.
En ese contexto, la coacción sobre la mayor de las Antillas es vista "como un mecanismo o instrumento que favorece la movilización de ese sector en beneficio de cualquier propuesta o plataforma; si bien ello tiene más matices y diversidad, los datos recientes indican un apoyo mayoritario de los cubanos ciudadanos americanos al Partido Republicano y a su candidato".
Respecto a Kamala Harris, actual vicepresidenta y aspirante por el Partido Demócrata, Domínguez advirtió que "no ha manifestado una postura contundente sobre la isla en uno u otro sentido, se esperaría que, si asume la presidencia, la política hacia Cuba sea un poco más en la línea de algunas flexibilizaciones parciales en determinados temas".
No habrá "una relación constructiva"
La combinación de los escenarios internos y externos, así como su incidencia en el comportamiento de una u otra administración, determinará, en primera instancia, que "el espectro de variaciones sea relativamente bajo". Por lo anterior, se puede esperar "un incremento de la máxima presión o un sostenimiento con ligeras modificaciones de esa estrategia", ahondó el experto.
"Hasta el momento no veo como probable un escenario de vuelta a las políticas adoptadas por Barack Obama y tampoco una acción militar, en el otro extremo; mucho menos se puede esperar un reconocimiento de la legitimidad del Gobierno cubano y la eliminación de todo tipo de medidas contrarias", destacó.
Sobre ese asunto en particular, Domínguez puntualizó que las diferentes administraciones siguen el eje y objetivo de la política de Estado: la recuperación del control sobre la isla. Por tanto, los cambios radican en los métodos empleados para el alcance de ese propósito.
Por su parte, Guillermo Suárez Borges, máster en Ciencias Sociales e investigador del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI), consideró para Sputnik que ninguno de los dos llegará a la Casa Blanca "con la intención de tener una relación constructiva con Cuba, ni de ayudar a la isla a sobrepasar las situaciones actuales, tampoco con una mentalidad solidaria hacia nuestro país".
De acuerdo con el experto, la nación caribeña "no forma parte de las prioridades de política exterior de Washington que están centrada ahora, por ejemplo, en el apoyo irrestricto a Israel como parte del conflicto en Medio Oriente, los intentos por detener la influencia de Rusia en África y la de China en América Latina".
Cuatro años de continuidad política
Para Domínguez, si bien en la campaña electoral de 2020, el propio Biden planteó revertir algunas de las medidas impuestas por su antecesor Donald Trump (2017-2021), en específico el endurecimiento de las sanciones, también se comprometió con promover los derechos humanos y la democracia desde la perspectiva estadounidense.
A partir de 2021, la situación de la economía nacional, los cambios en el liderazgo y las manifestaciones de descontento —especialmente la acontecida el 11 de julio de ese año— determinaron "una evaluación sobre la posibilidad de supervivencia del Gobierno cubano que indicaba la cercanía del colapso, algo asumido en otros momentos" por la Casa Blanca.
El resultado de lo anterior es que, a juicio del académico, Biden no eliminó ninguna de las sanciones implementadas por Trump, sino que solo se realizaron algunas modificaciones relacionadas con el envío de remesas y la apertura paulatina del Consulado para la solicitud de visados.
"Lo fundamental de la política de máxima presión se ha mantenido hasta el momento. Más que un cambio representa una continuidad, con algunos matices. La actual Administración sacó a Cuba de la lista de países que no colaboran activamente en la lucha contra el terrorismo, mientras la mantiene en la de naciones patrocinadoras del terrorismo, lo cual resulta incoherente", afirmó.
Igualmente, se incluyó a la nación caribeña en una lista de territorios que supuestamente no respetan la libertad de religión y las pocas flexibilizaciones "estuvieron dirigidas a ampliar la brecha entre el sector estatal y privado" y mostrar a este último como un actor político emergente separado y, en gran medida, opuesto al Gobierno.
Suárez Borges indicó que la victoria de Biden en 2020 generó esperanzas en quienes apostaban por la normalización de los vínculos bilaterales, sobre todo por su responsabilidad como vicepresidente durante los dos mandatos de Barack Obama.
El experto recordó que Obama "utilizó sus últimos años para promover un cambio de política hacia Cuba y Biden, de alguna manera, se limitó a acompañarlo. Lo más cercano a un apoyo ocurrió cuando la actual primera dama Jill Biden visitó la isla como parte de ese proceso de acercamiento", en octubre de 2016.
Migración: ¿un tema en la agenda bilateral?
Según Suárez Borges, en esta etapa se han logrado algunos encuentros bilaterales con el propósito de intentar organizar la migración generada luego del levantamiento de las medidas restrictivas asociadas a la pandemia, condicionada, a su juicio, por el "cerco económico, el impacto de las sanciones y de la permanencia de Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo".
Si bien acontecieron conversaciones sobre el tema, las bases reales de ese fenómeno, mayoritariamente económicas y de reunificación familiar, todavía permanecerán en virtud de la aplicación de la política de máxima presión que "no se ha detenido y no se hicieron concesiones ni siquiera durante el período pandémico".
El canciller Bruno Rodríguez Parrilla informó la semana pasada ante la Asamblea General de las Naciones Unidas acerca de las solicitudes de Cuba para la compra de oxígeno y ventiladores pulmonares para el tratamiento de la enfermedad y cómo se llegó al extremo de obstaculizar esas demandas.
Domínguez subrayó como avances el retorno de las conversaciones migratorias, suspendidas durante el mandato de Trump, y la reapertura del Consulado en La Habana para la solicitud de visas de inmigrantes y, más recientemente, la apertura de solicitud para algunas categorías de visas de no inmigrantes, vinculadas a proyectos de colaboración, académicas y artistas.
BRICS: ¿una alternativa frente al bloqueo?
Para Domínguez el acercamiento de Cuba a Rusia y China y la reciente incorporación como país socio a los BRICS, ofrecerá un espacio económico, comercial, financiero y de inversiones "que puede llegar a contrapesar los efectos del bloqueo, una medida enfocada precisamente a privar a la isla de mercados, acceso a financiamiento, tecnología y la obliga a utilizar al dólar".
En este sentido, Cuba "no sacrificaría su política exterior por una posible mejoría de relaciones con EEUU", nación que constituye una amenaza constante para la continuidad de su sistema social y soberanía. Incluso destaca que Washington "no aceptaría nunca la independencia plena de la isla porque va en contra de sus propios intereses y de su proyecto nacional de construcción imperial".
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