"De Disneylandia a la selva": la pérdida de competitividad con Brasil golpea la industria argentina
"De Disneylandia a la selva": la pérdida de competitividad con Brasil golpea la industria argentina
Sputnik Mundo
Con la baja de la inflación como prioridad, el Gobierno argentino redujo el ritmo devaluatorio al 1% mensual, reforzando el "atraso cambiario" y complicando... 16.01.2025, Sputnik Mundo
"Empresarios de Brasil me cuentan que están viendo más argentinos que durante la Copa del Mundo de 2014, cuando cantábamos 'Brasil decime qué se siente/ tener en casa a tu papá'…", contó a Sputnik el economista argentino Miguel Ponce. La anécdota, asegura, sirve para ilustrar la cantidad récord de argentinos veraneando en Brasil, aprovechando que se trata de "el verano más barato de los últimos 50 años".Ponce, especialista en comercio exterior, remarcó que el fenómeno se enmarca no solo en la devaluación de Brasil de finales de 2024, sino también en que Argentina está recorriendo "el camino inverso", con una fuerte apreciación del peso argentino en relación con el dólar estadounidense.En ese contexto, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) anunció la reducción del 2% al 1% a partir de febrero de la tasa de crawling peg, una herramienta que calendariza el ritmo devaluatorio de la moneda. El peso argentino pasará así a ajustar su valor con respecto al dólar en un 1% mensual desde el segundo mes del 2025.Para Ponce, enlentecer el ritmo devaluatorio solo alejará aún más a los productos argentinos de sus posibles competidores, no solo a la hora de colocarlos en el exterior, sino incentivando mayor competencia dentro mismo del mercado argentino. "Estamos perdiendo frente a Brasil no solo en la balanza turística, sino que también estamos perdiendo mercados en los que los productos argentinos compiten con los brasileños", indicó.El efecto más grave es, para el especialista, que la caída de las exportaciones afecta particularmente a las denominadas manufacturas de origen industrial (MOI), un rubro que envía a Brasil el 80% de lo que exporta y está "protagonizado básicamente por pequeñas y medianas empresas, y que representa el valor agregado más importante de Argentina".La inflación y las eleccionesSi reducir el crawling peg perjudica a la industria y al sector exportador, ¿por qué el Gobierno de Javier Milei insiste en ese sentido? Para Ponce, la primera explicación es que 2025 es un año electoral y el Poder Ejecutivo tiene la necesidad de "hacer que se mantenga la creencia de que la inflación está bajo control", de cara a los comicios legislativos previstos para octubre de este año.También en diálogo con Sputnik, la economista y directora de la consultora Eco Go, Marina dal Poggeto, explicó que bajar el ritmo de la devaluación también le permite al Gobierno "extender el carry trade", es decir, un mecanismo de "bicicleta financiera" que permite a los operadores obtener ganancias a partir de diferencias entre tasas de interés de diferentes monedas.Dal Poggetto reconoció que, si bien el esquema aplicado por el Gobierno argentino le permite mantener baja la inflación y sustentar un "rebote del nivel de actividad al hacer crecer la base monetaria y el crédito", también tiene como contracara "el atraso cambiario y un Banco Central sin reservas". La economista señaló que, producto del atraso cambiario, Argentina experimenta un aumento de las importaciones que generará "un déficit de cuenta corriente". "La pregunta es cómo lo financiás en un país que no tiene reservas", cuestionó.Para Ponce, la posibilidad de que Argentina caiga en un déficit comercial es "de una gravedad absoluta", dada la falta de dólares en el Banco Central y el hecho de que "los únicos dólares genuinos son los que provienen del saldo positivo de la balanza comercial". Como ejemplo del problema que atraviesa el país, destacó que en Argentina "se está a punto de rifar el superávit de 8.000 millones de dólares de la balanza energética con el déficit de la balanza turística, que puede llegar a 8.000 millones de dólares al final de la temporada".¿Crisis u oportunidad para la industria argentina?Bajo este panorama, y previendo que el Gobierno no emite señales de aumentar el ritmo devaluatorio, la pérdida de competitividad de las empresas argentinas se vuelve un problema cada vez más serio. Dal Poggetto advirtió sobre el desafío que puede significar para la industria argentina, que venía acostumbrada a un funcionamiento muy diferente.En ese sentido, señaló que hasta el inicio del Gobierno de Milei la industria argentina se había acostumbrado a operar bajo un sistema de "represión financiera" y brechas en la tasa de interés y tipo de cambio que llevaba a que "no le importara la estructura de costos ni la demanda en lo más mínimo". Ahora, señaló, la industria ya no encuentra aliados en la brecha cambiaria y debe preocuparse por la estructura de costos y una demanda "que empieza a ser abastecida por oferta importada".Dal Poggetto señaló que, como consecuencia, "buena parte de los industriales se convierten en importadores o empresarios de logística", lo que trae aparejado un incremento de despidos en el sector privado. Si esta tendencia aún no es grave para la economía argentina es porque, según la experta, los empleos informales o los autónomos están pudiendo "compensar" la pérdida de empleos.Consultado por Sputnik, el economista Gerardo Alonso Schwarz, integrante de la Fundación Mediterránea y especializado en comercio internacional y de frontera, consideró que la afectación de la competitividad es clara en relación con Brasil, pero "no tanto en comparación con otros países del mundo". En esa línea, se mostró optimista en que el efecto que el atraso cambiario tiene sobre la producción argentina "no debe verse como una condena, sino como una necesidad de pensar cómo volver a ser competitivos".Para Alonso Schwarz, la de devaluar como única herramienta para no perder competitividad "era algo que se estilaba mucho en América Latina en la década de 1980" pero que ha reaparecido en el debate económico argentino en los últimos años. Descartada una devaluación por parte del Gobierno de Milei, el experto apuntó que le corresponde "al sector público pensar cómo facilitar los negocios y al sector privado cómo ajustar sus costos o ser más eficientes".En efecto, el economista entiende que muchos organismos estatales, tanto nacionales como provinciales o municipales, pueden "afinar el lápiz" para eliminar o simplificar tasas o tributos que encarecen la producción. Del otro lado, enfatizó, el contexto debe ser una oportunidad para que la industria argentina "haga mejoras tanto internamente como en su relación con sus proveedores, distribuidores y clientes".
Con la baja de la inflación como prioridad, el Gobierno argentino redujo el ritmo devaluatorio al 1% mensual, reforzando el "atraso cambiario" y complicando aún más la competitividad de la industria argentina. Tres analistas consultados por Sputnik advirtieron sobre la gravedad de una balanza comercial negativa en un escenario de falta de reservas.
"Empresarios de Brasil me cuentan que están viendo más argentinos que durante la Copa del Mundo de 2014, cuando cantábamos 'Brasil decime qué se siente/ tener en casa a tu papá'…", contó a Sputnik el economista argentino Miguel Ponce. La anécdota, asegura, sirve para ilustrar la cantidad récord de argentinos veraneando en Brasil, aprovechando que se trata de "el verano más barato de los últimos 50 años".
Ponce, especialista en comercio exterior, remarcó que el fenómeno se enmarca no solo en la devaluación de Brasil de finales de 2024, sino también en que Argentina está recorriendo "el camino inverso", con una fuerte apreciación del peso argentino en relación con el dólar estadounidense.
"Mientras todos los países emergentes, Brasil, Chile y hasta China, están pensando en una devaluación para hacer frente a un 'superdólar' de Donald Trump, Argentina va en el sentido opuesto. Hemos pasado a tener un superpeso que nos hace caros en dólares, nos complica las exportaciones y aumenta la tentación de importar", diagnosticó el analista.
En ese contexto, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) anunció la reducción del 2% al 1% a partir de febrero de la tasa de crawling peg, una herramienta que calendariza el ritmo devaluatorio de la moneda. El peso argentino pasará así a ajustar su valor con respecto al dólar en un 1% mensual desde el segundo mes del 2025.
Para Ponce, enlentecer el ritmo devaluatorio solo alejará aún más a los productos argentinos de sus posibles competidores, no solo a la hora de colocarlos en el exterior, sino incentivando mayor competencia dentro mismo del mercado argentino. "Estamos perdiendo frente a Brasil no solo en la balanza turística, sino que también estamos perdiendo mercados en los que los productos argentinos compiten con los brasileños", indicó.
El efecto más grave es, para el especialista, que la caída de las exportaciones afecta particularmente a las denominadas manufacturas de origen industrial (MOI), un rubro que envía a Brasil el 80% de lo que exporta y está "protagonizado básicamente por pequeñas y medianas empresas, y que representa el valor agregado más importante de Argentina".
Si reducir el crawling peg perjudica a la industria y al sector exportador, ¿por qué el Gobierno de Javier Milei insiste en ese sentido? Para Ponce, la primera explicación es que 2025 es un año electoral y el Poder Ejecutivo tiene la necesidad de "hacer que se mantenga la creencia de que la inflación está bajo control", de cara a los comicios legislativos previstos para octubre de este año.
"Hasta que pasen las elecciones, el Gobierno va a seguir buscando que no haya olas y que siga esta sensación de que la inflación está dominada", sintetizó el analista.
También en diálogo con Sputnik, la economista y directora de la consultora Eco Go, Marina dal Poggeto, explicó que bajar el ritmo de la devaluación también le permite al Gobierno "extender el carry trade", es decir, un mecanismo de "bicicleta financiera" que permite a los operadores obtener ganancias a partir de diferencias entre tasas de interés de diferentes monedas.
"La escasez de dólares viene siendo fondeada con los dólares originados del blanqueo de capitales y fueron a financiar al sector privado a partir de la colocación de obligaciones negociables. El sector privado le vende esos dólares al Banco Central, que a su vez se los vende al Tesoro y el Tesoro los utiliza para pagar deuda. Con eso tuviste una caída del Riesgo País, a la expectativa de que en algún momento el Tesoro pueda acceder a algún crédito", explicó la experta.
Dal Poggetto reconoció que, si bien el esquema aplicado por el Gobierno argentino le permite mantener baja la inflación y sustentar un "rebote del nivel de actividad al hacer crecer la base monetaria y el crédito", también tiene como contracara "el atraso cambiario y un Banco Central sin reservas". La economista señaló que, producto del atraso cambiario, Argentina experimenta un aumento de las importaciones que generará "un déficit de cuenta corriente". "La pregunta es cómo lo financiás en un país que no tiene reservas", cuestionó.
Para Ponce, la posibilidad de que Argentina caiga en un déficit comercial es "de una gravedad absoluta", dada la falta de dólares en el Banco Central y el hecho de que "los únicos dólares genuinos son los que provienen del saldo positivo de la balanza comercial". Como ejemplo del problema que atraviesa el país, destacó que en Argentina "se está a punto de rifar el superávit de 8.000 millones de dólares de la balanza energética con el déficit de la balanza turística, que puede llegar a 8.000 millones de dólares al final de la temporada".
¿Crisis u oportunidad para la industria argentina?
Bajo este panorama, y previendo que el Gobierno no emite señales de aumentar el ritmo devaluatorio, la pérdida de competitividad de las empresas argentinas se vuelve un problema cada vez más serio. Dal Poggetto advirtió sobre el desafío que puede significar para la industria argentina, que venía acostumbrada a un funcionamiento muy diferente.
"Argentina pasa de un extremo a otro: la industria pasó de jugar en Disneylandia a jugar en la selva", graficó la directora de Eco Go.
En ese sentido, señaló que hasta el inicio del Gobierno de Milei la industria argentina se había acostumbrado a operar bajo un sistema de "represión financiera" y brechas en la tasa de interés y tipo de cambio que llevaba a que "no le importara la estructura de costos ni la demanda en lo más mínimo". Ahora, señaló, la industria ya no encuentra aliados en la brecha cambiaria y debe preocuparse por la estructura de costos y una demanda "que empieza a ser abastecida por oferta importada".
Dal Poggetto señaló que, como consecuencia, "buena parte de los industriales se convierten en importadores o empresarios de logística", lo que trae aparejado un incremento de despidos en el sector privado. Si esta tendencia aún no es grave para la economía argentina es porque, según la experta, los empleos informales o los autónomos están pudiendo "compensar" la pérdida de empleos.
Consultado por Sputnik, el economista Gerardo Alonso Schwarz, integrante de la Fundación Mediterránea y especializado en comercio internacional y de frontera, consideró que la afectación de la competitividad es clara en relación con Brasil, pero "no tanto en comparación con otros países del mundo". En esa línea, se mostró optimista en que el efecto que el atraso cambiario tiene sobre la producción argentina "no debe verse como una condena, sino como una necesidad de pensar cómo volver a ser competitivos".
"Durante mucho tiempo en Argentina nos acostumbramos a que la competitividad dependía únicamente del tipo de cambio y nos olvidamos de otras fuentes de competitividad, como la mejora de los productos, la innovación, etc.", explicó el analista.
Para Alonso Schwarz, la de devaluar como única herramienta para no perder competitividad "era algo que se estilaba mucho en América Latina en la década de 1980" pero que ha reaparecido en el debate económico argentino en los últimos años. Descartada una devaluación por parte del Gobierno de Milei, el experto apuntó que le corresponde "al sector público pensar cómo facilitar los negocios y al sector privado cómo ajustar sus costos o ser más eficientes".
En efecto, el economista entiende que muchos organismos estatales, tanto nacionales como provinciales o municipales, pueden "afinar el lápiz" para eliminar o simplificar tasas o tributos que encarecen la producción. Del otro lado, enfatizó, el contexto debe ser una oportunidad para que la industria argentina "haga mejoras tanto internamente como en su relación con sus proveedores, distribuidores y clientes".
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