Fernando Camacho no debía salir del aeropuerto para llegar hasta La Paz y así sucedió. Los habitantes de la ciudad de El Alto fueron hasta la entrada y no dejaron que saliera. Pasaron toda la noche hasta la mañana con el objetivo de que el dirigente opositor de la ciudad de Santa Cruz no pisara el centro político del país.
Su llegada al aeropuerto despertó la reacción esperable: El Alto es uno de los territorios donde hay un mayor apoyo a Evo Morales, y una fuerte organización popular, con movimientos como la Federación de Juntas Vecinales o los Padres de Familias de El Alto.

Camacho tuvo que regresar a Santa Cruz sin la renuncia firmada y sin haber levantado un apoyo popular capaz de pedir por él. En la entrada del aeropuerto había cerca de 2000 personas, muchas mujeres, con sombreros, polleras grandes, tejidos de colores, hombres humildes, convencidos.
"Que se vaya a su Santa Cruz, a nosotros nos maltrata, nos pega, nos discrimina, diciendo que somos indios, que se vaya, no lo queremos aquí", afirmó una mujer rodeada del piquete.
En las voces de cada una de las personas presentes se repetía la defensa de Evo Morales y la decisión de no dejar que regrese un gobierno de derecha, en particular por la fuerza. En Bolivia esto significa hablar no solamente de neoliberalismo, sino también de una exclusión y desprecio histórico hacia los pueblos indígenas y la gente humilde.
Una demostración de fuerza
La movilización de este martes 5 fue la más grande de los últimos tiempos. A la cabeza estuvo la Central Obrera Boliviana (COB), con su dirigencia, los distintivos cascos, así como los estallidos de dinamita que parecen hacer retumbar hasta las montañas. Las columnas bajaron desde El Alto hasta La Paz atravesando la ciudad, con mineros, comunidades indígenas, vecinos, trabajadores.
"Desde Santa Cruz quieren mandar a todo el pueblo boliviano, no vamos a aceptar eso, el pueblo boliviano está constituido por su cultura donde hay mineros, campesinos, indígenas, un sinfín de culturas y etnias y todos somos bolivianos, y estamos con todos los sectores movilizados para exigir ese respeto", afirmó Juan Carlos Huarachi, secretario de la COB.
Las columnas llegaron hasta el centro de la ciudad, donde se realizó un acto con la presencia del presidente Evo Morales, el vicepresidente Álvaro García Linera, la dirigencia de la COB y los diferentes movimientos que protagonizaron la jornada.

Morales llamó a "enfrentar, rechazar, y derrotar el golpe de Estado de los racistas que intentan recuperar el poder político (…) otra vez ha vuelto la discriminación, otra vez humillar al pueblo, se envuelven en la bandera boliviana para patear al hermano", afirmó desde la tribuna de la plaza repleta.
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— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) November 6, 2019
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El presidente reflexionó sobre la situación actual y destacó que uno de los objetivos de las acciones de la derecha es la de dañar la economía del país, una de las más estables del continente latinoamericano.
"Este paro, so pretexto de fraude y golpe, es para dañar económicamente, quieren destruir lo que hemos construido con mucho esfuerzo, mucha lucha".
Su discurso fue dado en el contexto de haber logrado que Camacho regresara a Santa Cruz, pero bajo la certeza de que el intento de escalada golpista no ha terminado, sino que se encuentra en una de sus fases más agudas y desesperadas. Por eso Evo Morales se refirió a la necesidad de no caer en provocaciones, no desatar episodios de violencia, y destacó el accionar de la policía: "No podemos meternos balas entre hermanos".
Una desesperación peligrosa
El dirigente del Comité Cívico de Santa Cruz, que busca construir un liderazgo nacional, actúa en una escalada que el secretario de la COB califica de "desesperada".
Ese mismo análisis lo realiza el vicepresidente de la dirección nacional del Movimiento al Socialismo (MAS), Gerardo García: "Ya no sabe qué hacer, su desesperación por llegar al Gobierno lo han hecho hacer cosas infantiles como venir con una carta de renuncia a nuestro presidente sabiendo que nuestro pueblo se va a levantar, se va a defender".

Desesperado y peligroso. Camacho avanza en una escalada de la cual no puede dar marcha atrás, y a cada paso redoble la apuesta sin conseguir los resultados que promete. Ha logrado, sí, dentro de su plan, aislar a Santa Cruz, desatar una violencia opositora en sus calles, así como en las de Cochabamba y, en menor medida, en La Paz.
La otra figura opositora es Carlos Mesa, quien salió segundo en las elecciones presidenciales del 20 de octubre, y que, si bien no está al frente de las movilizaciones callejeras, llama a redoblarlas y pide la renuncia del presidente, del Tribunal Supremo Electoral y nuevas elecciones generales.
Tanto él, como Camacho, rechazan la auditoría en marcha, en la cual está presente la Organización de Estados Americanos y el Consejo de Expertos Electorales de Latinoamérica. "Si uno está seguro que ha habido fraude debería estar feliz de llevar todas las pruebas a los organismos internacionales", afirmó Evo Morales durante el acto.
Horas inciertas
En ese contexto se esperan días, noches y madrugadas de incertidumbre en Bolivia. Aún faltan alrededor de 10 días para que la auditoría finalice y haga públicos los resultados. El dirigente de Santa Cruz busca lograr su objetivo antes de esa fecha. Pero los que apoyan el proceso de cambio encabezado por Evo Morales han mostrado nuevamente su capacidad de movilización, de defensa, la voluntad de pelea por defender un proyecto histórico y no permitir que quienes siempre excluyeron a los humildes vuelvan al poder político.