Noruega es un país impecable, propicio para auspiciar un proceso de este tipo entre dos partes con demasiado sobamiento mutuo y desconfianza sibilina. Norge, como suena en su idioma natal, no cuenta con un pasado colonial en el continente como en el caso de Reino Unido, España o Bélgica.
Y tal y como ha señalado en un comunicado su Ministerio de Relaciones Exteriores, cuenta con una relación "estable y estrecha" con países como EEUU y con "buenas relaciones" con otros actores mundiales importantes, partes activas en el tablero de multipolaridad —en el que ha aprendido a jugar Venezuela— como la UE, Rusia o China.
La de Noruega es la sexta vez que el chavismo y la oposición se sientan a dialogar. Hubo otros intentos en 2014, 2016, 2017 y 2018. Todos infructuosos. El último estuvo cerca de convencer. Aquella imagen de las plumas estilográficas azabache pantera sobre la mesa en Santo Domingo dio la vuelta al mundo. Era un martes de adrenalina, 6 de febrero de 2018, y solo quedaba firmar. Nunca ocurrió.
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Ha pasado más de un año y hoy los voceros son otros, sobre todo en el lado opositor. En lugar de Julio Borges —jefe de la delegación opositora en República Dominicana y actual prófugo de la justicia venezolana, acusado de participar en el intento de magnicidio contra el presidente Maduro en agosto de 2018— hay otros representantes de más o menos solera mediática.
La presencia de Vicente Díaz augura la discusión de líneas rojas en el proceso: una posible salida electoral al conflicto venezolano perpetuado en el tiempo. ¿Pero qué tipo de elecciones podrían plantearse las partes?
Para Juan Romero, Director del Centro de Investigaciones y Estudios Políticos y Estratégicos (CIEPES), "hay más posibilidades de un acuerdo para convocar unas elecciones legislativas que unas presidenciales".
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"Las presidenciales fueron el año pasado y el estoicismo de Nicolás Maduro se ha convertido en un punto de honor para el chavismo", asegura en conversación con Sputnik. "El acompañamiento internacional sería clave para que las fuerzas políticas en pugna se midan en un escenario de máxima confiabilidad", agrega.
"Por lo tanto, no debemos esperar resultados inmediatos", concluye, no sin antes manifestándose profundamente optimista por esta nueva etapa que comienza, a pesar de los malos augurios de la historia reciente.
Romero ve probable, y la presencia de Vicente Díaz de nuevo lo hace factible, "una renovación de la estructura del CNE". Esto significa un posible cambio entre el personal de la cúpula del Poder Electoral. No así un cambio en las reglas del sistema de votación, que a su juicio cuenta con auditorías previas muy estrictas, y es uno de los pocos con un proceso completamente automatizado a nivel mundial.
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Un dato significativo sobre la cuestión electoral lo aporta esta semana la encuestadora DATINCORP, que asegura que un 80% de los venezolanos iría a votar a unas elecciones parlamentarias convocadas por un nuevo CNE imparcial.
El 30 de abril no hizo historia y a pocas semanas de la precuela del siempre mediático 1 de Mayo, el discurso es otro aunque se trate de mantener las apariencias. En su último comunicado sobre el proceso en Oslo (que por cierto tardó varios días en reconocer después de que la palestra fuese oficial), Guaidó insiste en que "la negociación es aquella que nos lleve al cese de la usurpación".
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Es decir, a una salida de Maduro previo paso a cualquier consenso, algo que para el Director del CIEPES "no pasa de un enunciado político para tratar de mantener la animosidad de sus adeptos; pero así no se discute en una mesa de negociación". "En los puntos donde no hay ninguna posibilidad de acuerdo, ese punto queda automáticamente descartado y se trabaja la posibilidad de consenso sobre otros puntos coincidentes", resalta.
El fantasma de la división interna en las filas opositoras, nada amigo de procesos de paz y diálogo, vuelve a palpitar con fuerza, mientras que el panorama para muchos de los actores que participaron en la intentona golpista del 30 de abril ha empeorado significativamente de una manera objetiva.
Leopoldo López continúa en la residencia del embajador de España poniendo en un compromiso al Gobierno de Pedro Sánchez y sin atisbos de una salida o solución temprana; 14 diputados acusados de participar en el levantamiento podrían ser detenidos en cualquier momento y varios de ellos han tenido que huir del país o refugiarse en diferentes sedes consulares en Caracas.
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Y el propio Guaidó se enfrenta a las críticas de los suyos mientras aspira en Noruega a una salida digna después de jurar que no participaría jamás en negociaciones 'falsas' con la supuesta 'dictadura'.
El apoyo de la mayoría de las Fuerzas Armadas a Nicolás Maduro se ha consolidado durante este mes de incertidumbres. La cúpula ha demostrado estar de su lado y para el politólogo "la unidad monolítica del Ejército no está en duda porque han superado situaciones muy álgidas sin quebrarse".
"Ahora bien, que exista la posibilidad de que algún sujeto sea susceptible de manipulación, chantaje o soborno para traicionar el proyecto… Eso siempre es posible. En una sociedad nada es absoluto", constata Ladera.
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Para entender porqué no funcionó el último gran intento de la oposición de sacar a Maduro por la fuerza hay que pararse a comprender la idiosincrasia de las Fuerzas Armadas venezolanas.
"No es un Ejército convencional o como estamos acostumbrados a ver en otros países de América Latina, donde los militares responden a élites económicas y políticas", explica el especialista en asuntos militares.
El experto no ve probable en el corto plazo una intervención militar por parte de EEUU tras los sucesos del 30 de abril. La opción más dramática, que durante varias semanas sobrevoló los titulares de la prensa nacional e internacional, parece descartada por desgaste y por el costo político que supondría para una posible reelección de Donald Trump una guerra que pocos estadounidenses quieren.
Subestimar la capacidad militar de Venezuela también fue un error de cálculo que cometieron sus adversarios políticos. Para Ladera, ante una posible invasión militar de EEUU con Brasil y Colombia como aliados estratégicos en el terreno, tendrían que enfrentarse a la batería de defensa antiaérea venezolana, la más avanzada del continente.
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"Además, desde el punto de vista físico combativo", continúa, "las fuerzas venezolanas están proporcionadas respecto a las de Colombia, superan a las de Guyana y tienen la capacidad real de hacer un gran daño a las de Brasil".
Todo ello sin contar con los 2 millones de milicianos que forman parte de la Unión Cívico-Militar incluida en la Constitución de la República Bolivariana, y que durante este mes han comenzado a recibir entrenamiento militar continuado junto a diversas organizaciones de la sociedad civil.
Canciller de Venezuela @jaarreaza acompañará la delegación que viajará a Oslo https://t.co/fcF118IsEB
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) 26 de mayo de 2019
¿Está Venezuela preparándose para una guerra a pesar del comienzo de una nueva ronda de diálogo? La Doctrina Militar del país está soportada en el principio de la guerra popular prolongada y la Guerra del Pueblo; y la Ley Orgánica de Seguridad de la Nación plantea la participación de la sociedad civil en la defensa del territorio. Una guerra nunca es descartable en el país con las reservas certificadas de petróleo más grandes del mundo.