Un problema grave: Guedes tiene ya su primer escándalo de corrupción a cuestas.
A como estuvieron los apabullantes resultados en la primera vuelta, ocho puntos no son tan determinantes y se pueden operar vuelcos espectaculares.
Han empezado los realineamientos y el PSDB, uno de los partidos más tradicionales que gobernó entre 1995 y 2002 con el polémico Fernando Henrique Cardoso, anunció que no apoyará a Bolsonaro: "Ninguno de los dos es de mi agrado, pero Bolsonaro está excluido".
No se elimina la probabilidad de que Cardoso negocie tras bambalinas con Haddad.
Ciro Gomes, quien obtuvo un nada despreciable 12,5%, se pronunció por Haddad.
Radio: Bolsonaro: "útil para los sectores dominantes aunque no lo ven como totalmente confiable"
El militar de reserva Bolsonaro es un fenómeno real del momento inédito y catastrófico por el que atraviesa Brasil, mientras que Haddad, un académico marxista de 55 años, es el clásico 'apparatchik' de un partido desprestigiado por el Gólgota de la carga del poder.
Haddad se ha desviado al centro y su secreto radicará en alejarse lo más posible de la anticarismática Dilma Rousseff —que no solamente perdió el escaño senatorial en Minas Gerais, sino que fue humillada en un cuarto lugar— y acercarse cada vez más a su mentor Lula, quien sigue siendo el político más popular de Brasil, aún detrás de las rejas.
En una entrevista a Jornal Nacional, Haddad prometió en forma demagógica disminuir los impuestos "para que quien sustente el Estado no sean los pobres", mientras favorece la creación de nuevos bancos para disminuir los intereses estrafalarios de la plutocrática y usurera banca brasileña".
Otros más imaginativos, como el 'think tank' estadunidense Foreign Policy lo comparan con Goebbels más que con Berlusconi (quien es más mafioso que militar): "El líder brasileño de extrema derecha no es otro populista conservador. Su campaña de propaganda ha tomado una página directamente del manual nazi".
Guste o disguste, existe un gran sector en el electorado brasileño que acepta la idea de Bolsonaro de aniquilar a los criminales en forma sumaria sin tener que ser enjuiciados.
Bolsonaro ha llegado a proponer la militarización de la pobreza y tilda a los refugiados de Haití, África y Oriente Medio como la 'escoria (sic) de la humanidad', mientras califica a los indígenas brasileños de 'parásitos'.
Foreign Policy comenta que Bolsonaro bendice implícitamente la posibilidad de un golpe de Estado: "Apoya el legado de las dictaduras de Latinoamérica y sus guerras sucias, y es un admirador del general chileno Augusto Pinochet".
En forma impactante, Foreign Policy informa que Bolsonaro es aconsejado nada menos que por Steve Bannon, el legendario ideólogo del Trumpismo.
El anuncio de que Bannon apoya a Bolsonaro fue hecho por su hijo y congresista Eduardo.
En estos momentos, Bannon promueve el surgimiento de los movimientos de extrema derecha en Europa y Ha definido a Italia como el centro de su renacimiento.
Bolsonaro es un connotado sinófobo, lo cual fascina a Bannon, quien es el halcón de la 'guerra comercial' con China.
Sea lo que fuere, los debates entre Bolsonaro y Haddad serán electrificantes.
Hasta ahora Bolsonaro ha evitado, en forma hábil, el debate con su contrincante con el pretexto, justificado, de haber sufrido un atentado, que curiosamente lo victimizó y lo catapultó a la estratósfera encontrándose a un paso de arrancar la presidencia salvo que se de el milagro de una sinergia de Haddad con Lula.
El problema del académico marxista Haddad es que no ha alcanzado los niveles de carisma volcánico a los que llegó en la primera vuelta el militar Bolsonaro.
En efecto, en un estricto análisis, el programa electoral de Bolsonaro es doblemente fascista y neoliberal monetarista en el más depurado estilo de Pinochet cuando no se pueden soslayar sus dos principales apoyos: por un lado, su exsuperior, el general retirado Hamilton Murao, quien no oculta su nostalgia por la dictadura generacional de 1964 a 1985 y que, con la mano en la cintura, aboga tanto por un insólito 'autogolpe' de Estado desde el mismo Gobierno como por dejar gran parte del Gobierno en manos de militares, mientras que su política económica es un vulgar neoliberalismo caduco que practica el superministro de economía de Bolsonaro: Paulo Guedes, de 69 años y 'Chicago boy' quien fuera pupilo de Milton Friedman.
Temas relacionados: La izquierda española llama a la unidad de los "antifascistas" para derrotar a Bolsonaro
Los fondos de pensiones dislocados provienen de Petrobras, Banco do Brasil, del Banco estatal Caixa y del Servicio de Correos Postales: ¡una bomba nuclear fiscal!
Se pudiera tratar del rugido electoral de un ratón o, en caso de crecer, de una bola de nieve imparable.
Se puede tratar simplemente de un golpe bajo clásico del periodo electoral.
El problema de las definiciones con Bolsonaro es que todas tienden a ser esquizofrénicas. Ante todo no es un 'Trump tropical' pese a que Steve Bannon lo apuntala —ya que su programa económico es todo lo contrario del 'nacionalismo económico' de Trump— cuando favorece las privatizaciones de las joyas estratégicas de Brasil: EletroBras y Petrobras.
Radio: Bolsonaro y Haddad: te contamos en qué se diferencian sus propuestas económicas
Las comparaciones en este caso son fulgurantes. Ante todo porque Bolsonaro y Pinochet provienen de las fuerzas armadas aunque hay que reconocer que Bolsonaro es probable que sea ungido como presidente por la vía democrática, cosa que no sucedió con el golpista Pinochet quien derrocó a Salvador Allende.
Pero las coincidencias son notables cuando cotejamos que Pinochet y su grupo de los 'Chicago boys' son los que iniciaron el nefario neoliberalismo financierista/monetarista en 1973 y que sin tapujos ostenta y pregona Paulo Guedes, el gurú financierista de Bolsonaro que hoy se encuentra en el ojo del huracán debido a sus escándalos con los desvíos de los fondos de pensiones estatales.
Quizá el próximo presidente de Brasil sea el menos corrupto de los dos. O el menos expuesto en sus corrupciones.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK