El primer domingo de octubre, casi 150 millones de brasileños están convocados a las urnas para elegir presidente, la totalidad de la Cámara de Diputados y dos tercios del Senado. Probablemente estos comicios pasen a la historia por el alto grado de polarización en el debate público y la incertidumbre de lo que puede llegar a pasar de aquí en más.
"En Brasil, después de 20 años por primera vez la disputa por el poder y la presidencia no va a estar entre el Partido de los Trabajadores (PT, fuerza política a la que pertenece Lula) y el Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB). Es decir, entre una izquierda y una derecha moderadas", explicó a Sputnik Esteban Actis, doctor en Relaciones Internacionales y profesor de la Universidad Nacional de Rosario (Argentina) especializado en asuntos brasileños.
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Diputado federal por Río de Janeiro desde 1991 por varios partidos menores (el último, el Partido Social Liberal), este exmilitar pasó de ser una figura relativamente "irrelevante" de la clase política, al punto actual de cautivar casi a un tercio del electorado según las encuestas, con una diferencia de prácticamente 10 puntos sobre el candidato del PT, Fernando Haddad, sobre quien Lula delegó el liderazgo partidario.
"Detrás de Bolsonaro hay un resurgir de una derecha tradicionalista, ultraconservadora, que en Brasil tiene posibilidades efectivas de llegar a la presidencia por primera vez desde la redemocratización", indicó Actis.
El 7 de octubre no estará todo dicho
De acuerdo con las encuestas, ninguno de los candidatos es capaz de reunir los consensos populares para consagrarse como presidente de los brasileños en primera vuelta. Por eso, casi con certeza el próximo inquilino del Palacio de Planalto se conozca recién tres domingos después, el 28 de octubre.
"Claramente se va a profundizar la polarización de estos dos candidatos. Hay que ver cómo logran apoyo de los demás partidos, por ejemplo del PSDB o del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), al que pertenece [el presidente] Michel Temer. Partidos pequeños partidos o fuerzas importantes con poca representación van a tener que definir un apoyo", indicó el analista.
Sin embargo, el domingo se define la composición de buena parte del Congreso Federal (dos tercios de la Cámara alta y la totalidad de la baja). El sistema político brasileño presenta un altísimo nivel de fragmentación, con un número efectivo de partidos muy superior a la media, una situación que seguirá aún luego de los comicios.
¿Cómo funciona el sistema electoral brasileño?
Es posible votar por diferentes fuerzas políticas para cada cargo electivo, por lo que no necesariamente un mandatario tiene garantizado el apoyo parlamentario para gobernar. Este sistema complejo se explica por el gran tamaño del país y las distintas realidades de cada unidad federativa.
"Se espera un parlamento hiperatomizado. Por eso, el presidente que surja —ya sea Haddad o Bolsonaro— va a tener que realizar coaliciones de Gobierno muy costosas en términos políticos y económicos para asegurarse la gobernabilidad", indicó el experto.
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En estos escenarios, las alianzas que pueden forjarse serán probablemente serán débiles. Por esto, más allá de ver cuántos votos consigan Bolsonaro y Haddad, es necesario mirar el resultado de las elecciones parlamentarias.
"Cualquiera que gane va a tener un desafío muy grande de poder tomar el toro por las astas y tener un Gobierno con cierta fortaleza política", ilustró el académico.
Una "grieta" brasileña
De acuerdo con Actis "se puede hablar de una grieta brasileña" y en la segunda vuelta, los ciudadanos deberán elegir entre "dos proyectos políticos muy antagónicos", representados por Haddad y Bolsonaro.
Por un lado, si gana Haddad, sería "la quinta elección presidencial" que el PT vencería al hilo. En 2002 y 2006, resultó electo Lula; mientras que en 2010 y 2014 —las últimas elecciones— fue Rousseff.
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Si gana Bolsonaro, en cambio, quedan "muchas interrogantes", pues representa a "una derecha que ha coqueteado abiertamente con el apoyo a la tortura y no ha repudiado la violencia política, sino todo lo contrario".
"Es una derecha que ha estado abiertamente en contra de los derechos de las minorías religiosas, raciales y sexuales", constató además el profesor, que definió al escenario político como "muy delicado".
Sin embargo, en esta "profunda polarización" se debe ver cómo reaccionan otros actores, como los mercados, que han dado señales de preferir al exmilitar, "porque ha prometido una economía mucho más abiertos que el PT".
¿En América Latina?
En campaña, Haddad ha hecho referencia a "una política regional más activa, fortalecer el Mercosur y pensar una alianza estratégica con Argentina". Bolsonaro no propone a la región como el foco de la política exterior, sino que propone "más bien algunos bilateralismos centrales", en particular con EEUU, Israel e Italia, países que tienen en común una "variable religiosa".
De hecho, el candidato a vicepresidente por su fórmula, el general retirado del Ejército Hamilton Mourão, se refirió despectivamente a los países con los que Brasil tendió lazos durante los años de Gobierno del PT, que dio un fortísimo impulso a la cooperación sur-sur y el acercamiento a la región y a los países emergentes.
"Bolsonaro va a intentar mostrar una visión de la política, de la sociedad, de la cultura y de la economía, que es justamente de una derecha mucho más conservadora como una alternativa política que sea posible no solo en Brasil sino en toda América Latina", dijo.
"Hasta ahora, después de la redemocratización de América Latina ningún candidato con este perfil ha llegado a la presidencia. Me parece que lo que intentará Bolsonaro si gana es internacionalizar su liderazgo", constató el experto.