El "Trump de los trópicos", como lo apodó parte de la prensa, es diputado federal desde hace 27 años, pero siempre tuvo un papel secundario en la política brasileña.
En cambio, sus declaraciones polémicas se acumulan: en diversas entrevistas declaró que prefería tener un hijo muerto que un hijo gay o que sus hijos nunca tendrían una novia negra porque fueron bien educados; en una ocasión incluso increpó a una parlamentaria de izquierda diciéndole que ni siquiera "merecía" ser violada.
Cuando votó a favor del juicio político a la entonces presidenta Dilma Rousseff (2011-2016) dedicó su voto al coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, quien durante la dictadura militar dirigía el centro de torturas donde Rousseff, entonces una joven guerrillera, fue sometida a vejaciones.
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Su discurso está nutrido de propuestas para otorgar beneficios a las Fuerzas Armadas, facilitar el porte de armas o endurecer las penas de los delitos, excepto cuando estos son cometidos por agentes de seguridad o para defender el patrimonio privado.
Bolsonaro no tiene reparos en admitir que sus conocimientos de economía son limitados, y que para ello confía en el equipo liderado por Paulo Guedes, un neoliberal que asumiría el cargo de ministro de Economía en caso de que el capitán llegue al Gobierno.
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— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) October 3, 2018
Cuando en los debates sus adversarios le preguntan sobre la deuda pública, la política monetaria o la reforma de las pensiones, el candidato suele divagar en las respuestas y prefiere volver a sus temas predilectos: la supuesta amenaza comunista, la ideología de género, etcétera.
El fenómeno Bolsonaro se explica por una mezcla de factores, según analistas políticas.
En primer lugar, se presentó sin serlo como el "outsider" en un momento de gran cansancio hacia la dirigencia política tradicional, siendo especialmente combativo con el Partido de los Trabajadores (PT) del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011) cuando la popularidad de esta fuerza hacia agua por numerosos escándalos de corrupción.
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La baza de que es un candidato limpio de corrupción es otra de sus grandes cartas de presentación, igual que su discurso de enfrentamiento a la violencia.
La mayoría de especialistas coinciden en que sus propuestas en materia de seguridad pública pueden ser desastrosas (acabar con el estatuto del desarme, facilitar el porte individual de armas, aumentar la presencia militar) pero coinciden en que al menos ofrece un discurso; cuando otros candidatos, sobre todo en la izquierda, no se sienten cómodos a la hora de abordar estos asuntos.
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Los seguidores de Bolsonaro, al que llaman 'Mito', se articulan con fuerza a través de las redes sociales; son una legión en Facebook (es el candidato con más seguidores, 6,4 millones) y ayudan a contrarrestar en parte las carencias de su campaña, puesto que como el candidato pertenece a un partido pequeño dispone de pocos minutos en la publicidad electoral de radio y televisión.
En un acto multitudinario con simpatizantes recibió una puñalada en el abdomen, lo que lo obligó a pasar buena parte de la campaña ingresado en el hospital.
Todos sus rivales condenaron sin fisuras el ataque, pero al mismo tiempo algunos subrayaron que fue víctima del discurso de odio que él mismo propaga.
Bolsonaro, en cambio, grabó un video desde la cama del hospital diciendo que "nunca había hecho nada malo a nadie".
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Este índice es importante sobre todo si este domingo 7 de octubre ningún candidato consigue la mitad más uno de los votos válidos y los dos primeros deben competir en segunda vuelta el 28 de octubre.
Los sondeos indican que en ese segundo encuentro Bolsonaro se enfrentaría a Fernando Haddad, del PT y heredero de la candidatura de Lula.