El manifiesto, publicado en Madrid con motivo del Foro de Acción Común, pone de relieve que "como efecto de ambos actos, se pone a la ciudadanía brasileña ante la peligrosa perspectiva de la posible victoria de un candidato fascista, racista, misógino y homófobo, autor de llamamientos a la violencia y represión armada", en la antesala de las elecciones del 7 de octubre.
Antes de su inhabilitación, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011) encabezaba los sondeos y se posicionaba como potencial vencedor en todos los escenarios. Sin embargo, tras la baja de su candidatura dictada por el Tribunal Supremo Electoral a inicios de septiembre, Bolsonaro pasó al primer puesto y el sucesor de Lula como candidato del Partido de los Trabajadores (PT) está por detrás, con un rezago de varios puntos.
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Entre los firmantes, se encuentran el exministro de Exteriores y Defensa de Brasil, Celso Amorim; el pensador y profesor emérito del MIT Noam Chomsky; el exjuez español Baltasar Garzón; Pierre Sané, exsecretario general de Amnistía Internacional y Pedro Brieger, analista internacional y director del portal Nodal, entre otros.
Según explicó a Sputnik Pedro Brieger, el punto de inflexión en este deterioro de la democracia en Brasil fue la destitución de Dilma Rousseff, una primera acción "para sacar del aparato estatal del poder al PT" y evitar el retorno de esta fuerza política al mando del país.
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Con la prisión de Lula a raíz de una polémica condena por corrupción y lavado de activos, y su baja como candidato a instancias del Tribunal Superior Electoral, este proceso se hizo más evidente, aseguró el analista.
"Vale la pena recordar que apenas Dilma Rousseff triunfó y logró su reelección [en 2014], los sectores opositores al PT impugnaron ese proceso electoral y dijeron que había habido fraude. En ese momento ya se estaba sembrando la destitución de Dilma Rousseff", dijo Brieger.
"Fueron creando el clima para generar consenso en que Dilma se tenía que ir y no podía terminar su trabajo. El objetivo era evitar que Lula ganara las elecciones del 2018, asumiera el 1 de enero de 2019 y se quedara hasta el año 2023. Esto iba a implicar 20 años seguidos del PT en el Gobierno", resaltó el director de Nodal.
La estratagema ideada para evitar la consolidación del PT durante dos décadas, sin embargo, no salió de acuerdo a lo calculado por los dirigentes partidarios: "No pudieron prever que en una crisis tan profunda de desprestigio de casi toda la clase política brasileña lo que iba a emerger era Jair Bolsonaro", opinó Brieger.
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Temer, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), rompió su alianza con el PT y trabó alianzas con fuerzas opositoras que apoyaron en 2016 el juicio político contra la entonces presidenta.
Entre ellas, con el Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), cuyo candidato Geraldo Alckmin, exgobernador del Estado de Sao Paulo, no logra posicionarse como una opción electoral capaz de desafiar a Bolsonaro.
"Ellos pensaban que iban a tener control de la situación política, y se les fue completamente de las manos", indicó Brieger.
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"Pensaron que sus partidos iban a poder capitalizar la destitución de Dilma Rousseff. Lo que sucede es que la está capitalizando el monstruo que ellos mismos dejaron que creciera, que se llama Jair Bolsonaro", agregó.
Asimismo, alertan de "la instrumentalización del Poder Judicial, en Brasil y otros países en desarrollo, como punta de lanza de una estrategia general del capital financiero internacional y medios de comunicación incumplidores de su deber de veracidad".
Según los firmantes, "alegando la lucha anticorrupción que en realidad pervierten", algunos magistrados buscan "eliminar de la carrera electoral, con condenas injustas, a los políticos vistos como freno de la agenda dictada por los mercados".