La carrera desesperada por ampliar la influencia política, militar y económica empezó en el mar Rojo después de que, el 15 de abril, el foro político económico la Nueva Ruta de la Seda se celebrara en China. Este foro simbolizó el renacimiento de las rutas antiguas que atravesaban el Sudeste Asiático, Europa, los países de Máshreq y los de África.
El gigante asiático está listo para invertir al menos 120.000 millones de dólares en su nuevo proyecto, con un volumen actual de intercambio comercial con África estimado en 150.000 millones de dólares. Por su parte, la India aumentó el volumen del movimiento de mercancías con los países africanos hasta los 72.000 millones de dólares.
China perfila el nuevo mapa económico, que se concentra mayoritariamente en el Sur del planeta. Esta parte atrae la atención de todos los países y poco a poco está convirtiéndose en un nuevo foco de conflictos, a los que contribuyen las discrepancias culturales y algunos problemas con los que el mundo jamás había tropezado durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial, así como la Guerra Fría, informa As Sabeel.
Rusia, como otros países, también emprendió varios intentos para consolidar sus posiciones en esta región del mundo. Así, de acuerdo con los datos del periódico ruso Kommersant, en 2012 y 2013, Moscú negoció con Yibuti la posibilidad de arrendar una pista de aterrizaje y un muelle para construir una base naval o, por lo menos, un proyecto de ella.
No obstante, tras la crisis ucraniana en 2014, EEUU presionó a las autoridades del pequeño país ubicado en el Cuerno de África. Tras esto, prácticamente dieron un ultimátum: "La base rusa nunca debería ser construida en el territorio yibutí".
El jefe del Centro de Estudios Islámicos del Instituto de Desarrollo Innovador, Kiril Semiónov, entrevistado por el portal ruso Svobodnaya Pressa, considera que no es China la que puede propiciar un conflicto en el mar Rojo.
"China se desarrolla velozmente e incrementa la potencia de sus Fuerzas Armadas. En el futuro, su presencia en diferentes partes del mundo solo va a crecer. No obstante, Pekín persigue los objetivos económicos y excluye la posibilidad de emprender las operaciones militares lejos de sus fronteras".
Hay países que, por su parte, persiguen objetivos políticos. Por ejemplo, Emiratos Árabes Unidos (EUA) se aprovechó de la crisis en Yemen y decidió ganar el control no solo sobre el estrecho de Ormuz, sino también sobre la arteria petrolera del estrecho de Mandeb.
Además, el contingente de Emiratos Árabes Unidos está en la isla yemení de Perim, donde se construye una base aeronaval. Aparte de eso, EUA tiene una base en Libia, colabora con Egipto y es capaz de proyectar su fuerza en la región del canal de Suez.
"Esta es la razón por la que este país de Oriente Próximo es el jugador más activo desde el punto de vista político-militar, al menos en comparación con China", enfatizó.
En cuanto a Rusia, el experto destacó que el país eslavo no tiene aliados en esta región del mundo que estén listos para ofrecer sus territorios para la construcción de la infraestructura militar rusa.
Con todo eso, la presencia de Emiratos Árabes en Etiopía y las fuerzas de la coalición prosaudí excluyen la posibilidad de crear una base, subraya Semiónov.
En cuanto a Yemen, el analista mencionó que, en una ocasión, el expresidente Ali Abdulá Saleh había aludido que estaba listo para ofrecer a Rusia una parte de su territorio para que el país eslavo construyera allí una instalación militar. No obstante, en el conflicto entre Yemen y Arabia Saudí, Rusia apoya más el punto de vista saudí, si bien no lo airea.
"Lo única posibilidad para Rusia de proyectar su fuerza es ponerse de acuerdo con Egipto sobre el uso de sus puertos, y que estos faciliten la entrada de buques rusos [en el mar Rojo]", concluyó.
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