Es una amenaza directa al bienestar de EEUU, que tratará de frenarla a todo coste, escribe el politólogo ruso Rostislav Íshenko para Sputnik.
La iniciativa china de las Nuevas Rutas de la Seda, inaugurada en 2013, coincide perfectamente con las propuestas de Rusia de crear "un ambiente económico común desde Lisboa a Vladivostok", formuladas por Vladímir Putin ya en 2010.
En el Foro la Nueva Ruta de la Seda, el líder ruso reiteró que las dos ideas se complementan. A su vez, el presidente chino 'respondió' con proclamar a Rusia y China garantes de la estabilidad mundial.
"Una demostración tan clara de unidad y de objetivos comunes causó la histeria en la prensa occidental", afirma Íshenko.
Básicamente, "EEUU se encontraría en la periferia del comercio mundial (…), y su capacidad de dar un impulso a su propia economía disminuiría considerablemente", según el politólogo.
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Está claro que el país norteamericano aplica todas las medidas para trastornar el proyecto económico euroasiático.
El plan desestabilizador
"Para alrededor de 2015 EEUU realizó tres intentos coordinados de perjudicar el proyecto de una Eurasia integrada", estima el politólogo.
El desmantelamiento del Norte africano —de Túnez a Egipto—, de Siria y, finalmente, de Turquía bloquearía por completo el flanco sureño de la Nueva Ruta de la Seda, estima el experto.
La crisis ucraniana debía 'empantanar' a Rusia y paralizar sus recursos, limitando la capacidad de Moscú de operar en las regiones de importancia para EEUU.
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Además, buscaba enemistar a Rusia y a la Unión Europea, bajando la rentabilidad del enorme proyecto logístico euroasiático.
Finalmente, con los tratados comerciales globales —la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP) y el Tratado de Asociación Transpacífico (TPP)— EEUU planeaba ofrecer una 'alternativa real' a las rutas comerciales euroasiáticas destrozadas y asegurar su dominio económico y político a largo plazo, escribe el experto.
El contrajuego de Moscú
"Este hermoso plan de EEUU se desmoronó cuando Rusia no cayó en la trampa ucraniana", dice Íshenko.
El politólogo ruso opina que "la nueva Ucrania fue diseñada como un agujero negro para recursos". Tras perder sus propios recursos —"destrozados deliberadamente por sus socios occidentales"—, empezó a exigir recursos externos.
Rusia se negó a dotarla, "dejando que Ucrania se comiera a sí misma", y en seguida EEUU y la UE perdieron su interés hacia Kiev, agregó.
Además, en 2013 Egipto rechazó la Primavera Árabe' y ahora goza de estrechas relaciones con Rusia mientras Turquía, a pesar de un período político turbulento y controvertido, se encuentra estable.
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"[Estas acciones] No solo protegieron el flanco sureño de la Nueva Ruta de la Seda sino que hicieron de Rusia el garante de estabilidad para las naciones de la región", afirma Íshenko.
Por eso tras la estabilización de Damasco en el conflicto con los radicales y el fracaso de los intentos de provocar un conflicto armado entre Rusia y Turquía, los proyectos TTIP y TPP "murieron en silencio", según el politólogo.
El último as en la manga de EEUU
"EEUU nunca aceptará una derrota estratégica que lo ponga en la periferia del comercio mundial. Aún tienen opciones para detenerla, menos sofisticadas y confortables, pero eficaces", advierte el autor.
Ahora, a su vez, buscan involucrar a Moscú en el plan de 'contener' a Pekín ofreciendo concesiones importantes en estos mismos países.
Pero tanto Rusia como China entienden que su desarrollo económico y la superación de las crisis dependen de la firmeza de su alianza, opina el politólogo. Además, las dos potencias se dan cuenta de que tras derrotar a uno de los oponentes, Occidente se alzara inmediatamente contra el segundo.
En este sentido, la popularidad de las autoridades en ambos países y su alto nivel de control sobre el espacio mediático nacional permite mantener las instigaciones alarmistas relativamente aisladas, escribe Íshenko.
No obstante, a Washington le queda el último método viable de minar los proyectos económicos euroasiáticos.
"El tránsito euroasiático de las mercancías solo tiene sentido si las compra y las vende Europa. Tras fracasar en todos otros frentes, [para EEUU] queda la posibilidad de eliminar a la Unión Europea como socio del proyecto ruso-chino", agrega.
En el peor escenario del desmantelamiento de la Unión, la nueva realidad política en Europa se haría demasiado caótica, y Pekín y Moscú se verían obligados a reconsiderar sus relaciones con un Washington más fuerte.
"Al fin y al cabo, será Europa la que decidirá el futuro de la carrera ruso-сhino-estadounidense. Aunque la situación actual no genera optimismo, si los políticos europeos no quieren repetir el destino de Libia, Siria y Ucrania, tomarán la decisión correcta", concluye el politólogo.