La 'guerra fresca', caracterizada por la falta de diálogo entre la OTAN y Rusia, va a toda velocidad hacia una 'guerra fría', acompañada por el despliegue de fuerzas en las fronteras respectivas.
La Alianza lleva ya dos años denunciando "una amenaza rusa" y llamando al fortalecimiento de su presencia militar en Europa del Este, incluso logró arrancar de su seno a Montenegro —a pesar de la negativa de la población del país— e inaugurar su sistema antimisiles en Rumanía y, en un futuro próximo, en Polonia.
"Está claro que Rusia responderá duramente a esta actividad, la cual percibe como el avance contra sus intereses —una interpretación que la Alianza ni siquiera desmiente—", escribe Mirzaián en su artículo sobre las razones y las consecuencias del creciente belicismo entre las dos partes.
El Kremlin se verá obligado a reaccionar a la creación de nuevas infraestructuras bélicas en las cercanías de Rusia, lo que podría provocar "una carrera armamentista en el mejor de los casos o un conflicto armado indeseado en el peor", afirma el autor.
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Al mismo tiempo, son los países más 'apasionados' de la Alianza los que promueven el belicismo contra Rusia. La situación permanecerá hasta que los países más 'sanos' del bloque militar elaboren un nuevo paradigma para las relaciones con el gran vecino oriental.
¿Un conflicto existencial?
Los altos funcionarios de EEUU, así como varios militares y analistas de los países-miembros de la OTAN, tachan el desacuerdo vigente con Rusia no como una situación temporal sino como una existencial, permanente en las relaciones entre las partes. De aquí los conceptos propuestos —fortalecerse militarmente, presionar al rival y no buscar soluciones diplomáticas— a menudo citan ideas de 30 o 40 años atrás, cuando la guerra fría reinaba en la percepción de Occidente, resalta Mirzaián.
Sin embargo, los políticos y expertos rusos, así como sus homólogos occidentales más prudentes subrayan que el conflicto actual tiene como motivo el deseo de Rusia de cambiar el estatus establecido tras la disolución de la URSS, cuando una Rusia debilitada fue privada de salvaguardar sus propios intereses a favor del dominio de la UE y EEUU.
Así, el problema radica en que este orden discriminaba a Moscú, y favorecía a Washington y Bruselas, lo que por supuesto era "cómodo" para Occidente, indica el autor.
El escudo de la discordia
El sistema antimisiles instalado en Rumanía sirve como un ejemplo de la situación actual, opina el autor.
Por otro lado, los altos titulares de la OTAN fallan en explicar la razón de la mera existencia de un escudo antimisiles europeo. Una de las explicaciones más populares es "proteger a Europa de la creciente amenaza vinculada con los misiles balísticos", según el representante de la Embajada estadounidense en Rusia, William Stevens, citado por el medio.
"Pero, protegerla de los misiles balísticos ¿de qué país? ¿De Irán, que firmó contratos millonarios con las empresas europeas? ¿De Arabia Saudí? ¿De Ucrania?", pregunta el autor. Resulta que siempre estuvieron dirigidos contra Rusia, concluye.
La eterna cuestión: "¿para qué?"
El problema de todo el concepto del escudo antimisiles es que no solo no tiene sentido, sino que es contraproducente. Las armas nucleares no se consideran una herramienta de guerra eficaz ni por las potencias grandes, ni por las naciones pequeñas, señala el periodista.
Tema: DAM de EEUU en Europa
En 1973, durante la guerra árabe-israelí de Yom Kipur, Jerusalén podía haber bombardeado Damasco, pero se negó a hacerlo por no tener ningún sentido bélico. En Vietnam, EEUU prefirió una derrota ante el uso de la bomba atómica. En Afganistán, la URSS se retiró sin bombardear a los radicales, citó el diario ruso a George Friedman, el jefe de la empresa privada de inteligencia, Stratfor.
"Las armas nucleares son una herramienta para prevenir las guerras y no para ganarlas. Los líderes de la URSS y de EEUU coincidieron en esto al acordar el rechazo de los sistemas de defensa antimisiles. Pero los líderes estadounidenses modernos se olvidaron de esto", lamenta Mirzaián.
Política, la explicación real
Sin un sentido bélico y con un impacto negativo en las relaciones bilaterales, surge la pregunta del motivo real para el despliegue del escudo antimisiles, expresa el autor. La respuesta es simple:
"Al crear una 'parasol antimisiles' en Europa, EEUU aumentó la dependencia de sus aliados europeos. La reacción rusa —por ejemplo, el despliegue de los complejos Iskander en Kaliningrado— permitirá a EEUU seguir criticando a otros miembros por una participación escasa en la defensa común y promover el aumento de los presupuestos", opina Dmitri Oficérov-Belski, experto de la Alta Escuela de Economía de Rusia especializado en política europea.
Pero a pesar de todas las preparaciones e iniciativas, la misma OTAN admite la escasez de sus fuerzas para repeler la mítica "invasión rusa del Báltico". A pesar de tener un poderío militar conjunto superior al de Rusia, el balance de las fuerzas en este concreto campo de batalla favorecería a Rusia. Sin embargo, permanece la cuestión de ¿para qué Rusia necesitaría atacar a sus vecinos bálticos?, recuerda Mirzaián.
¿Callejón con salida?
Hay varias opciones para acabar con la situación actual, analiza el autor.
Pero EEUU no busca proteger a Europa, sino contener a Rusia. Además, la presencia del 'exrival' sería un contrapeso incómodo para el dominio estadounidense dentro de la Alianza, opina el autor.
Otra opción sería aprovechar la grieta entre los aliados norteamericanos y europeos. La OTAN —como un proyecto de integración estadounidense— y la UE tienen problemas y objetivos diferentes, lo que supone la posibilidad de una división eventual. Pero el problema aquí es que Europa carece de líderes fuertes para llevar a cabo una política independiente, según el experto de la Alta Escuela de Economía.
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Finalmente, existe otra explicación que habla de la crisis de identidad de la OTAN, surgida tras la disolución de la URSS.
"Al ganar la guerra fría, la OTAN se encontró bruscamente como la única organización capaz de asumir un liderazgo global y universal. Pero al intentarlo, fracasó, y ahora sufre de la falta de una razón de ser. La 'amenaza rusa' promovida activamente no bastará para darle sentido a la Alianza por mucho tiempo. Así, la OTAN podría empezar a contraerse", explica Fiódor Lukiánov, el redactor en jefe de la revista 'Rusia dentro de la política global'.