"Estamos en una fase de aguda lucha de argumentos", declaró Riabkov a la pregunta de si Moscú entiende mejor la política de Washington con respecto a Siria tras la visita de Tillerson.
En la madrugada del 7 de abril, EEUU lanzó decenas de misiles de crucero Tomahawk desde dos buques de guerra emplazados en el Mediterráneo contra la base aérea de Shairat, en la provincia siria de Homs.
El ataque, que provocó de cuatro a diez muertos según diversas fuentes además de destruir un radar y seis aviones de combate, fue presentado como represalia al uso de un gas tóxico en la provincia de Idlib, del que Washington culpa a Damasco.
Rusia sostiene que el ataque norteamericano constituye una agresión contra un Estado soberano e insiste en una investigación imparcial de lo ocurrido en Jan Sheijun.
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El Gobierno de Siria, que se unió a la Convención sobre las Armas Químicas en agosto de 2013, sostiene que no empleó sustancias tóxicas contra nadie —ni en Jan Sheijun ni en cualquier otra parte— y responsabilizó de los hechos a los terroristas.