Netanyahu y Trump se verán las caras por primera vez desde que el segundo fue investido presidente, el pasado 20 de enero.
En este encuentro tan ansiado por los israelís y que se celebrará cuando Trump lleve solo 26 días como presidente, se establecerá el tono que a partir de ahora marcará las relaciones de EEUU e Israel, bastante gélidas en la época de Obama.
Ese fue el sabor que quedó en Israel de los ocho años de mandato de Obama, a pesar de que fue el presidente estadounidense que concedió a Israel el paquete de ayuda militar más grande de la historia de EEUU: 38.000 millones de dólares en diez años a partir del 2019.
Trump, en cambio, es contrario al acuerdo nuclear iraní y comparte con Netanyahu la visión de que el gran mal de Oriente Medio es Irán.
Durante su campaña electoral, el candidato republicano afirmó que los asentamientos judíos en territorio palestino no eran un obstáculo para la paz y se mostró partidario de ampliarlos.
También prometió trasladar la Embajada de EEUU en Israel de Tel Aviv a Jerusalén nada más llegar a la Casa Blanca, decisión que supondría reconocer a esta ciudad como la capital de Israel.
Ahora, ningún país la considera como tal porque Israel ocupa su parte este, que según la ley internacional corresponde a los palestinos.
Con estas declaraciones, los socios más derechistas de la coalición de gobierno de Netanyahu se frotaban las manos.
Todo apuntaba que Trump iba a dar carta blanca a Israel para actuar como quisiera, pero tras unos días sentado en el Despacho Oval, el líder norteamericano dio ligeras muestras de haber moderado sus posiciones.
El traslado de la Embajada de Tel Aviv a Jerusalén ya no parece tan urgente: Trump dijo que "se lo está pensando" y que ampliar asentamientos "puede no ser bueno para la paz".
Netanyahu es consciente de los cambios y advirtió a sus ministros, antes de partir hacia Washington: "Pensar que no habrá restricciones sería un error".
Muchos analistas hacen la misma predicción.
"Irán será fundamental y en esta cuestión, Netanyahu y Trump comparten visión: los iraníes vuelven a ser los malos, y también ven igual la guerra contra el terrorismo", señala periodista israelí Boaz Bismuth, que entrevistó a Trump dos veces para el periódico de derechas gratuito Israel Hayom.
Netanyahu "no pedirá a Trump que abandone el acuerdo nuclear, pero sí renegociar algún punto y que EEUU deje claro que si Irán se arma tendrá que enfrentarse a una respuesta militar de EEUU", opina Ross.
Varios analistas vaticinan que el líder israelí pedirá a Trump que intente convencer al presidente ruso, Vladímir Putin, para que se comprometa a que la presencia iraní, de milicias chiís y del grupo chií libanés Hizbulá, archi-enemigo de Israel, no pase de cierta línea en Siria.
"Netanyahu no está en contra de la cooperación entre EEUU y Rusia, pero quiere asegurarse de que no haya un nuevo frente en su frontera con Siria, de que no estén allí la Guardia de la Revolución (iraní) y Hizbulá", comenta Ross.
Trump podría recuperar la carta Bush-Sharon del 2004, en la que el entonces presidente estadounidense George W. Bush expresó al antiguo primer ministro israelí Ariel Sharon el compromiso de su país con la solución de dos Estados para el conflicto con los palestinos.
Netanyahu va a Washington en busca de que Trump le aclare qué directrices tiene que seguir y dónde estarán los límites en sus políticas.
En Israel, los miembros más derechistas de la coalición esperan que Trump no se haya moderado como parece y les dé luz verde para llevar a cabo una política de expansión de las colonias en territorio palestino.