¿Qué pasaría si mataran al 45º presidente de la gran potencia norteamericana?, se pregunta el periódico ruso Vzglyad.
"No hay presidente, no hay problema. O al menos se puede pretender que no lo hay", escribe el autor de la publicación.
Teniendo en cuenta el volumen de odio dirigido hacia Trump de momento y dadas las "consecuencias apocalípticas" de la elección de Trump prometidas por los medios de información estadounidenses, el tema de la seguridad del presidente electo debería ser prioritario. No se sabe si existe una conspiración dentro de la élite en contra de Trump o si hay individuos elaborando planes de asesinar al presidente. De eso nos vamos a enterar dentro de 10 o 20 años leyendo libros de memorias. O, en el peor caso, lo vamos a ver por la televisión.
Si tal complicidad existiera, sería más fácil matar a Trump hasta el 19 de diciembre: es decir, antes del voto de los electores. En este caso, el nuevo presidente sería Mike Pence, el actual vicepresidente, aunque habrá todo tipo de especulaciones sobre el voto electoral por Clinton. Pence se convertiría en presidente también si Trump es asesinado después del 20 de enero, tras la ceremonia de investidura.
Entonces, ¿por qué el asesinato de Trump puede ser atractivo para el establishment? Porque el poder se quedará en las manos de Mike Pence, de 57 años de edad, gobernador de Indiana. Está más a la derecha que Trump, más conservador, verdaderamente religioso, pero también más estructurado, y puede ser mejor controlado por los poderosos.
"No obstante, es absolutamente claro que el asesinato de Trump no va a resolver los problemas del establishment estadounidense. La eliminación de Trump no ayudará a Washington a recuperar el control del proceso ya que el 'cisne negro' salió de la jaula", hace hincapié la publicación.