Según algunos críticos, Barack Obama, ganador en 2009 del premio Nobel de Paz por sus "enormes éxitos en fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos", no cumplió con el galardón que se le entregó por adelantado.
“La dignidad exige que #Obama devuelva el #Nobel de la Paz” https://t.co/fx9mjYF4e8 pic.twitter.com/nB5S6GeEeh
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Su sucesor deberá enfrentarse a numerosos problemas, incluidas las deterioradas relaciones con Rusia y los conflictos en varios países.
En la política interna también tendrá que abordar varios asuntos, desde el polémico programa del seguro médico hasta los sistemáticos problemas sociales y económicos.
1. Terrorismo
El sucesor de Obama afrontará numerosas tareas en política exterior. Sobre todo, la necesidad buscar una solución para las guerras que el líder saliente no pudo terminar.
Se trata de Afganistán, donde los estadounidenses se enredaron y no será suficiente con retirar las tropas, pero sobre todo, Irak, donde debido a las acciones de los estadounidenses y sus aliados surgió la organización terrorista Daesh, autodenominado Estado Islámico, que se convirtió en una amenaza global.
Tema: Operación para liberar Mosul
Precisamente la lucha contra Daesh, proscrito en varios países, incluida Rusia, y los grupos terroristas semejantes será uno de los desafíos para el nuevo presidente de EEUU, pero Washington aún no ha sido capaz de presentar un plan para contrarrestarlo.
La amenaza del terrorismo y el extremismo no es abstracta para EEUU, que hace poco sufrió el atentado de San Bernardino (reivindicado por Daesh) y el tiroteo en un club nocturno de Orlando.
2. EEUU y Siria
Junto con el primer problema, el nuevo inquilino de la Casa Blanca deberá definir su política para solucionar la crisis siria, que continúa desde 2011.
"La Tercera #Guerra Mundial ya ha comenzado y se está librando en #Siria" https://t.co/1NXzDF9WcH pic.twitter.com/5iPRW07skg
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Por ahora se lleva a cabo a nivel diplomático y afortunadamente no alcanzó la dimensión militar. Sin embargo, el memorándum sobre de la seguridad de los vuelos en Siria no es el objetivo que persiguen estas dos potencias.
Todo el mundo reconoce que la crisis en Siria podría tener una rápida solución si los rusos y estadounidenses se coordinan de manera más estrecha en el ámbito diplomático y militar.
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Los candidatos a la presidencia de EEUU tienen opiniones opuestas al respecto; el republicano Donald Trump opina que hay que renunciar a la salida de Bashar Asad y buscar una solución diplomática junto con Rusia, mientras su rival demócrata, Hillary Clinton, es partidaria de una línea más dura.
3. Rusia: conflicto o diálogo
Para eso habrá que acostumbrarse a la idea de que Moscú ya no estará de acuerdo con Washington en todas las ocasiones.
Muchos estadounidenses lo entienden perfectamente y lo consideran normal, ahora es el turno de los habitantes de los pasillos del poder de Washington de percatarse de eso.
Sin embargo, por ahora no se observan puntos comunes entre ambos países.
#Putin anuncia la postura de #Rusia acerca de la victoria de #Trump https://t.co/2XSMRJsoCU pic.twitter.com/lWBsIiU6Qc
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Moscú subraya que está dispuesto a un diálogo de respeto mutuo con cualquiera que gane la presidencia de EEUU, pero queda la interrogante de si Washington está listo para una conversación equitativa.
"Un factor que no favorece al asunto es que la mentalidad estadounidense radica en percibirse como una nación exclusiva", destacó el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov.
Incluso si el futuro presidente quiere renunciar a una política de confrontación y levantar las sanciones, tendrá que superar la resistencia del 'establishment' político estadounidense, que últimamente moldeó de Rusia la imagen de un enemigo y es poco probable que renuncie a este rumbo político.
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"Lo más probable es que nos enfrentaremos a un alto grado de inercia de la política estadounidense en el tema ruso, de hecho, con un diálogo del rumbo a la enemistad", supuso el viceministro de Exteriores, Serguéi Riabkov.
4. Reunir lo dividido
En la política interna el nuevo dueño de la Casa Blanca tendrá que encargarse, antes que nada, de consolidar la nación.
La campaña electoral mostró la medida en que el país está separado, tanto en lo político, como en lo religioso y racial, entre otros aspectos.
El nuevo mandatario deberá resolver una variedad de asuntos económicos y sociales, cada uno de los cuales es primordial para los estadounidenses de a pie, en particular, establecer un diálogo entre la policía y las minorías nacionales, sobre todo con los afroamericanos.
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Finalmente, tendrá que abordar la reforma educativa, iniciada por Barack Obama, que lleva seis años implementándose y divide la sociedad.
Las nuevas autoridades tendrán que buscar compromisos y vías de resolver el problema ante el riesgo de una crisis.