Las encuestas de opinión siguen alimentando en Estados Unidos la incertidumbre sobre el "sprint" final hacia la máxima magistratura del país. Es esa pequeña diferencia entre Clinton y Trump lo que confiere un mayor interés este año a las candidaturas de los "pequeños partidos".
El más conocido es el ex gobernador de Nuevo México y empresario, Gary Johnson, que vuelve a presentarse como aspirante después de su fracaso hace 4 años. Líder del Partido Libertario, su apoyo popular fluctúa entre el 6 y el 10 por ciento, según los sondeos de opinión.
La cuarta en la pelea es la doctora Jill Stein, candidata del Partido Verde, a quien las encuestas otorgan casi el 4 por ciento de la intención de voto.
Tanto Johnson como Stein están esforzándose estos días por tener acceso al primer debate entre candidatos, previsto para el 26 de septiembre. Las reglas de la Comisión de Debates Presidenciales (CPD, en su acrónimo inglés) exigen a cada candidato obtener un mínimo de un 15 por ciento en cinco grandes sondeos nacionales.
"La farsa de los debates"
Stein ha incluso atacado judicialmente este requisito. Para la aspirante "verde", el debate presidencial planteado así, solo con los dos grandes partidos, es "una farsa escrita y coreografiada que evita una honesta discusión sobre los verdaderos problemas del país".
La barrera del 15 por ciento en los sondeos nacionales es "arbitraria, artificial e injusta". Eso pensaba Donald Trump, pero hace 16 años, cuando ya flirteaba con la posibilidad de lanzarse a la política activa. Ahora, el aspirante republicano calla sobre el asunto.
Hillary Clinton tiene también interés en evitar una discusión "a cuatro", y especialmente un debate con Jill Stein, la única representante de la izquierda que se presenta a las urnas.
Stein hace campaña desde su nominación, el 6 de agosto pasado, para recoger los votos de los decepcionados con la retirada de Bernie Sanders, en concreto, de los menores de treinta años, que ya han manifestado en diferentes sondeos su animadversión hacia la candidata oficial demócrata.
Sobre este último punto, Stein ha protagonizado una de sus últimas acciones sobre el terreno. Acudió en defensa de los Sioux de Dakota del Norte que se oponen al oleoducto que atravesará sus tierras, sus cementerios y que contaminará, aseguran, sus aguas. Jill Stein puede incluso ir a la cárcel por haber pintado escritos de protesta sobre las excavadoras de la empresa que construye el oleoducto.
Otros postulados en el programa de los "verdes" se refieren al desarme nuclear unilateral, a la reducción de un 50 por ciento del presupuesto militar y, por supuesto, a la lucha contra el cambio climático, que incluiría el abandono de las energías fósiles, como el petróleo, en 2030.
Un programa que podrá tacharse de utópico, pero que tiene el mérito de plantear asuntos que los dos grandes rechazan, ignoran o rozan superficialmente. Uno de los tropezones más negativos para Stein es su postura "vacuna-escéptica", muy a la moda en Estados Unidos y que se extiende ahora por Europa. Stein, diplomada en medicina, ha tenido que aclarar anteriores declaraciones para recalcar que no se opone a las vacunas de forma general.
Para Jill Stein, Hillary Clinton no puede ser definida como "el mal menor" de las próximas elecciones. La candidata demócrata es pues el principal enemigo político de la líder ecologista, para quien Clinton "no es una verdadera progresista". Es más, Stein subraya que una victoria de Hillary despertará (y favorecerá) a la extrema derecha norteamericana.
El libertario Johnson, de 63 años, es más conocido por la élite política y de prensa. En su caso no se puede decir que sea un candidato fuera del sistema. Su filosofía política se resumiría en "menos gobierno (federal) y menos leyes", o "mantener al Estado fuera de los bolsillos y de los hogares". Es partidario del uso libre de armas de fuego, de bajar los impuestos, y se declara en contra de los programas masivos de gastos sociales del gobierno. No se opone al aborto ni al matrimonio homosexual. Y, por supuesto, propugna la legalización de la marihuana, como expresidente de una empresa que producía y comercializaba cannabis. También quiere acabar con las campañas militares de Estados Unidos en el exterior.
Johnson recibe en los sondeos un gran apoyo femenino y de los votantes independientes, que rechazan a los dos "grandes".
Dando por hecho que Johnson y Stein no estarán presentes — salvo milagro- en los debates oficiales, ¿cuál sería su papel en las elecciones? Su importancia dependerá de la diferencia entre Trump y Clinton. En algunos estados, una eventual igualdad entre los dos puede dar a los "pequeños" el poder de arbitrar la pugna. Con un simple 2 por ciento de los votos, podrían inclinar la balanza.
Inevitablemente se recuerda el caso de las elecciones del año 2000, cuando el candidato George W. Bush ganó en Florida por 537 votos al demócrata Al Gore. En ese año, los votos que se llevó el "verde" Ralph Nader (2,7 por ciento nacional) privaron a Gore de la victoria en Estados Unidos.
La prensa, en contra
Jill stein y su partido sueñan con alcanzar el 5 por ciento de votos populares que les daría derecho a los fondos públicos para participar en la campaña de 2020. Tanto ella como Johnson, tiene su principal 'hándicap' en la capacidad de llegar al público. Con los principales medios volcados en la cobertura de los dos "monstruos" de la escena política, la atención de la prensa es casi anecdótica en el caso de los pequeños partidos.
A ello habría que añadir también las pequeñas zancadillas de algunos periodistas. Así, los partidarios de Stein comprobaron que sus declaraciones a la televisión pública (PBS) eliminaron unas palabras críticas de la candidata "verde" hacia Hillary Clinton.
Es ya un tópico hablar de la diferencia de fondos entre los postulantes. Aunque suene siempre a excusa, hay que recordar, como ejemplo, que mientras Clinton ha recaudado para su campaña, de momento, más de 450 millones de dólares (Trump, 139), Stein ha obtenido menos de dos millones, y Johnson, menos de 3.
En cualquier caso, tanto los libertarios como los verdes están seguros de mejorar su resultados de hace tres años. El "Gren Party" obtuvo un 0,36 por ciento y "The Libertarian Party", un 1 por ciento. Clinton y Trump no les quieren en un debate a cuatro. Señal de que les pueden hacer daño.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
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