En una década, Uruguay se ha convertido en el país con mayor proporción de electricidad generada a partir de energía eólica en América Latina y uno de los principales en términos relativos a nivel mundial. Dinamarca, que es el líder actual, cubre un 42% de su consumo con estos molinos, según datos del Consejo Global de Energía Eólica (GWEC, por sus siglas en inglés).
En la actualidad, la producción de Uruguay es tan importante que está buscando colocar sus excedentes en el exterior para no desaprovechar. Así, lo que surgió como parte de una posible solución a una crisis energética terminó siendo la respuesta definitiva y hasta una posibilidad de generar divisas.
Cuando en 2005 se dieron por terminados los contratos de energía térmica que Uruguay tenía con Argentina, la República Oriental entró en un ciclo de crisis energética. El pequeño país siempre había dependido de su vecino para abastecerse. Seguía conservando sus centrales hidroeléctricas, pero eso no era suficiente.
"Uruguay estaba en una situación de emergencia. Se llegó al punto de que si había una sequía de tres días, se hablaba de restricciones", explicó a Sputnik el ingeniero Óscar Ferreño, que trabaja en Ventus, una de las compañías de energía eólica más pujantes del país. "Con la soga al cuello, se empezaron a buscar soluciones. Una de esas fue la energía eólica. Al principio había mucho escepticismo, porque se pensaba que iba a ser un complemento más que una solución. Pero, cuando comenzamos a estudiarlo, vimos que, por las características de Uruguay, sí era una solución", agregó Ferreño, que entre 1993 y 2015 fue gerente de Generación de la compañía estatal de energía eléctrica de Uruguay, UTE, y el primero en darse cuenta que los molinos de viento sacarían al país de la situación en la que estaba.
A partir de ese momento, UTE marcó la dirección energética del país. A través de licitaciones, arribaron a suelo uruguayo un monto total en potencia eólica de 1.500 megavatios. De esos 1.500, hoy están en funcionamiento unos 1.000 y, en los próximos 12 o 18 meses, se pondrán a funcionar los 500 restantes.
Hubo una combinación de factores que permitió este auge de la energía eólica. A partir de la crisis del 2008, los bancos internacionales comenzaron a financiar estos proyectos a tasas muy bajas. A causa de la recesión, los fabricantes de aerogeneradores tenían poca actividad y máquinas a precios muy competitivos. "En Uruguay estábamos bien, en el norte estaban mal. Entonces tenían máquinas baratas y con ganas de entregarlas lo más rápido posible. Fue la combinación de tasas bajas, buen financiamiento, máquinas baratas y la necesidad en Uruguay lo que permitió esta explosión", argumentó el ingeniero Francis Raquet, gerente comercial de Ventus.
El problema actual es que se hicieron demasiadas inversiones y hoy el país no necesita toda la energía eólica que produce. "Uruguay tiene más energía de la que necesita y está buscando venderla, para lo cual se está avanzando con Brasil y Argentina para colocar el excedente de energía allí", revela Raquet.
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El ejemplo de Uruguay demuestra que sí se pueden encontrar formas renovables y amigables con el medio ambiente de generar energía.