Ankara, miembro de la OTAN, que sufraga y apoya a algunos grupos islamistas anti-Asad y que ha mantenido una posición a veces ambigua con el llamado Estado Islámico (EI), no acepta que Moscú acuda al rescate de Damasco, ni, por supuesto, que el desarrollo de la crisis suponga una implicación mayor en Siria de otro de sus enemigos declarados, Irán.
Erdogan no es más original que otros líderes internacionales exigiendo a Moscú que golpee «solo» al EI, pero no a las otras fuerzas que luchan contra el Presidente sirio. Turquía acusa a Rusia de defender sus propios intereses en Siria, pero al premier turco también se le ha recordado que haya utilizado la excusa de batallar con el EI para atacar a las fuerzas kurdas, los primeros en plantar cara militarmente a las fuerzas del califato. De los kurdos ya casi no se habla. Erdogan, que perdió su apuesta electoral para acaparar todos los poderes en su país, ha considerado que agitar el problema kurdo interno, aprovechando la crisis siria, es positivo para sus intereses personales.
Preguntado por la postura de París sobre el futuro de Siria y la actitud a seguir en relación al Presidente del país, Bachar al-Asad, Nocetti afirmó que «como en el caso del dossier iraní, «Francia ha adoptado una posición más occidentalista que los occidentales; una especie de neoconservadurismo bastante sorprendente». El experto del IFRI manifestó también que va a ser muy difícil para el gobierno de François Hollande mantener una posición coherente en la política siria, «una coherencia, añade, que ya ha está sometida a una dura prueba desde hace tiempo».
París fue uno de los primeros en denunciar que las operaciones militares rusas tenían como objetivo «la oposición moderada» a Asad, y no el EI. La propaganda que acompaña a las operaciones militares se puso en marcha coordinada entre todos los aliados de Washington. Sirvió para que la implicación militar rusa en siria empezara a ser desacreditada. Que la ofensiva rusa no se limita al EI y que tiene como objetivo otros grupos que Moscú y Asad consideran también islamo-terroristas no es un secreto. En una entrevista de radio el jefe de la diplomacia francesa, Laurent Fabius admitió que grupos como Al Nusra y no solo el EI «pueden ser combatidos».
Entre los países árabes, solo Egipto se ha mostrado comprensivo con la acción militar rusa. El yihadismo es el principal enemigo del régimen del Presidente Abdel Fatah al-Sisi, como de otros países de la zona, aunque estos prefieren permancer callados y esperar.
Desde Estados Unidos se han endurecido también las críticas hacia Moscú. El presidente Obama afirma estar dispuesto a colaborar « incluso » con Rusia e Irán, mientras los republicanos le azuzan para aumentar el tono hacia un enemigo que muchos en Estados Unidos desearían poder re-institucionalizar, nostálgicos de la guerra fría contra la desaparecida Unión Soviética.
París, Washington, Londres… todos hablan de oposición moderada a Bachar el-Asad. Es el mismo discurso que se oía antes del desastre que ha convertido a Libia en un infierno sin remedio aparente. En París algunos de los miembros de esa supuesta oposición moderada fueron invitados al Palacio del Elíseo. Poco tiempo despúes se supo que algunos de esos líderes pertenecían al yihadismo local y que incluso habían ordenado el asesinato de miembros de los servicios secretos franceses.
Fuera del ámbito político, hay también opiniones variadas sobre el asunto sirio. El historiador y arabista británico, John McHugo, advertía esta semana que «si el gobierno de Asad cayera, habría una serie de señores de la guerra locales que harían ingobernable el país». Quizá existan opiniones contrarias a la de McHugo, pero esas ya serán suficientemente pubicitadas por la propaganda anti-rusa.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
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