Todo comenzó porque el
Gobierno de Gustavo Petro se negó a recibir dos vuelos procedentes de territorio estadounidense, en los cuales venían
decenas de migrantes indocumentados deportados por la Administración Trump.
La respuesta desde la
Casa Blanca no se hizo esperar.
Trump decidió imponer aranceles del 25% (bajo la amenaza de escalarlos hasta el 50%) a todos los productos colombianos que ingresen al mercado estadounidense. El republicano llamó "socialista" a Petro y lo culpó de haber puesto en riesgo la seguridad nacional de su país. Inmediatamente después, comenzaron los enfrentamientos verbales y comerciales. Bogotá no se quedó inmóvil y, por órdenes de Petro,
introdujo aranceles del 50% a los productos estadounidenses que entren al mercado colombiano.
La narrativa entre ambos mandatarios escaló al punto de que Gustavo Petro escribió un extenso e incisivo mensaje en sus redes sociales,
en el que fue muy claro:
"Yo no estrecho mi mano con esclavistas blancos". Esta nueva guerra comercial —que en su momento se creyó iba a ser protagonizada por México o Canadá contra Estados Unidos— abre la interrogante sobre qué le espera a aquellos países que no se alineen o no estén dentro de la órbita de intereses de Donald Trump.
Según el analista, los aranceles de Trump contra la economía colombiana también son una advertencia sobre la actitud hostil que podría tomar Estados Unidos contra aquellos "gobiernos progresistas o de izquierda" que hay en América Latina, como el de Claudia Sheinbaum en México; el de Nicolás Maduro en Venezuela; el de Lula da Silva en Brasil o el de Xiomara Castro en Honduras.
Con las nuevas restricciones comerciales de Washington contra Colombia, la relación entre América Latina y Estados Unidos se vuelve complicada, con excepción de Gobiernos proclives a los intereses de la Casa Blanca, como el de Javier Milei en Argentina o el de Daniel Noboa en Ecuador, dice en entrevista con Sputnik Carlos Medina Gallego, politólogo de la Universidad Nacional de Colombia y doctor en historia.
"Lo que realmente está haciendo [Trump] es generar una dinámica de marginalidad con muchos de los países de América Latina. Esto genera una tensión muy grande en términos de lo que se puede manejar en relaciones en diplomáticas, económicas y políticas de cooperación", añade.
Medina Gallego también destaca el hecho de que la Administración Trump haya decidido
suspender, durante 90 días, la ayuda exterior de Estados Unidos a otras naciones. Según él, esto podría significar que, en ese lapso de tiempo, el republicano tomará decisiones sobre a qué países seguirá financiando o no, muchos de ellos en América Latina.
En Colombia existen bases militares estadounidenses. De hecho, en 2022, el expresidente de Estados Unidos, Joe Biden,
designó oficialmente a Colombia como un importante aliado de Estados Unidos fuera de la OTAN.Dicha designación brindó a Colombia la oportunidad de beneficiarse de un acceso especial a los programas militares y económicos de Estados Unidos, pero no dio garantías de seguridad como las otorgadas a los miembros de la OTAN.
Además, es de sobra conocida la activa participación e injerencia que tuvieron las autoridades estadounidenses en el llamado Plan Colombia, que comenzó en 1999, con los supuestos objetivos de combatir las luchas armadas internas y el narcotráfico en el país sudamericano. Petro, no obstante, ha sido uno de los más duros críticos de esta estrategia de seguridad bilateral, pues argumenta que solo benefició a los grupos criminales, a los sectores neoliberales del Gobierno colombiano y a Estados Unidos.
Sin embargo, con la llegada de Gustavo Petro al poder, las relaciones entre Estados Unidos y Colombia se han ido mermando paulatinamente.
"Hay que revisar es cómo se han venido rompiendo las relaciones sistemáticamente de Colombia con ciertos núcleos de poder económico y poder político y poder militar [en Estados Unidos], como el rompimiento de las relaciones con Israel", apunta en entrevista con Sputnik Felipe Mendoza, analista y consultor político colombiano.
Todo lo anterior, afirma el experto, puede generar una reacción en cadena en muchos sectores económicos y militares de Colombia, lo cual puede "perjudicar al más débil, que claramente, pues es el pueblo colombiano".
"Hoy tenemos un fenómeno de radicalización en el marco de un juego de roles en la reorganización del poder internacional, lo cual deja a Colombia en una posición muy débil frente a Estados Unidos, porque los gobiernos [colombianos] anteriores habían tenido una dependencia hacia Washington", señala el analista.
Y aunque hoy el Gobierno de Petro ha tratado de "generar una alternativa a esa dependencia, no ha podido, y eso le está generando muchos inconvenientes a corto, mediano y largo plazo".