Trump tiende más a militarizar los asuntos —con la excepción de sus eróticos líos judiciales— que a emplear la técnica diplomática de la que carece.
Este dato de la 'remilitarización' por parte de tres presidentes —sean republicanos o demócratas— no es banal, ya que denota las dos caras partidistas de la misma moneda geopolítica que EEUU mantiene con México, un país dolorosamente conquistado desde los Tratados de Bucareli de 1923.
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Hace ocho años, el gobernador de Nuevo México por el Partido Demócrata, Bill Richardson, de madre mexicana, colocó a docenas de tropas en la frontera y cuatro años más tarde, el gobernador de Texas —estado que conforma el 64% de la frontera total entre ambos países—, Rick Perry, hoy Secretario de Energía en el gabinete Trump, plantó 1.000 soldados de la Guardia Nacional, que fueron conservados por su sucesor, Greg Abbott.
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Trump endurece su postura antimigratoria en esta coyuntura electorera —que vende muy bien con su supremacista base electoral— cuando los ingresos ilegales se encuentran en lo más bajo desde hace 46 años.
Cabe rememorar que el ignominioso muro, iniciado por Bill Clinton, fue construido en su tercera parte por 'Baby' Bush y Trump contempla concluir con otra tercera parte por el que el Congreso de EEUU aún no otorga los 25.000 millones de dólares que solicita.
Mi hipótesis de trabajo, que asenté en mi reciente libro 'Trump y el supremacismo blanco: palestinización de los mexicanos', destaca el aspecto multidimensional del muro y la remilitarización de la transfrontera. Trump ubica en primer término la 'guerra demográfica' de los 'blancos protestantes anglosajones' (WASP, por sus siglas en inglés), que reanudan la guerra teológica del siglo XVII de los puritanos colonos fundamentalistas anglosajones contra la España católica.
Por primera vez en su historia, la Conferencia de Obispos Católicos de México conmina a EEUU a no convertir la frontera en "una zona de guerra".
Dejo de lado la seudoindependencia de Texas contra México de 1835-1836 y la primera guerra de 1846-1848 de EEUU contra México, en la que el país latinoamericano pierde la mitad de su territorio.
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Ya en 1996, en pleno auge del neoliberalismo del tatcherismo británico y la reaganomía estadunidense, el exsecretario de Defensa Caspar Weinberger planteaba las 'Próximas guerras' de EEUU, en coautoría con Peter Schweizer, miembro del Instituto James Madison, con prólogo de la ex primera ministra del Reino Unido, Margaret Thatcher.
Weinberger evoca cinco guerras de EEUU contra Corea del Norte, Irán, México, Rusia y Japón.
De los cinco escenarios de hace 22 años, cuatro son más vigentes que nunca y solamente se ha desvanecido Japón que, quizá dada la escenografía ficticia planteada, hoy es sustituida por China, que en 1996 no aparecía en el radar geoestratégico de los mega halcones de EEUU.
Sin contar la remilitarización, Helene Cooper de The New York Times, la Seguridad Nacional cuenta con "más de 16.000 agentes de la Patrulla Fronteriza (Border Patrol, en inglés) en la frontera suroeste, junto con 6.500 funcionarios de aduanas a los puertos de entrada".
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Además, la Protección de Aduanas y Fronteras (CBP, por sus siglas en inglés) posee varios drones que sobrevuelan la frontera, así como 12.000 sensores, casi 1.126 kilómetros de bardas y otras tecnologías que incluyen cámaras infrarrojas.
También Inmigración y Control de Aduanas tiene a su cargo varias fuerzas operativas con personal de otras agencias como el Pentágono, la DEA y el Departamento del Tesoro.
Para Brian Stelter de CNN, el despliegue de la Guardia Nacional en la transfrontera constituye un "truco del Partido Republicano" y una "crisis manufacturada" con lo que Trump busca el "triunfo" de su partido.
Trump se valió de una caravana de inmigrantes provenientes de Honduras que llegó a México y que el presidente de EEUU inventó que iban a invadir la transfrontera. Lo peor es que Trump aprovechó la situación para presionar a México en las 'negociaciones' del TLCAN y sacar ventajas humillantes.
Trump ha programado para el 11 de noviembre, días después de las elecciones, un desfile militar en Washington, que tendrá un costo de 30 millones de dólares y que será dirigido por el Comando Norte, encargado de las operaciones militares de 'Norteamérica', que incluye la transfrontera con México.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK