"Muy optimista, casi irreal": ¿podrá Milei alcanzar las metas fijadas en el Presupuesto 2026?
"Muy optimista, casi irreal": ¿podrá Milei alcanzar las metas fijadas en el Presupuesto 2026?
Sputnik Mundo
El Gobierno argentino logró que el Congreso aprobara su "ley de leyes", signada por ambiciosos objetivos en materia de inflación, dólar y crecimiento... 30.12.2025, Sputnik Mundo
El presupuesto que Milei logró que avalara el Congreso fija metas por demás ambiciosas para el 2026. Entre otras previsiones, la llamada "ley de leyes" estima que la inflación anual será del 10,1%: menos de la tercera parte de la del 2025. De concretarse, sería el índice más bajo en 20 años. Sin embargo, también funciona como pauta para ajustar gastos discrecionalmente en caso de que el valor sea superior.El objetivo contrasta con las proyecciones del sector privado e incluso con las del propio Estado. Mientras que las consultoras locales estiman para 2026 una inflación en torno al 35%, el Relevamiento de Expectativas de Mercado del Banco Central proyecta un alza de precios cercana al 20% anual. No obstante, incluso esta última cifra también representaría el mejor registro en la última década.Uno de los principales factores de riesgo es la política cambiaria. El presupuesto prevé que el tipo de cambio en 2026 será de 1.423 pesos (0,98 dólares). El optimismo de la estimación es elocuente: el precio del dólar es incluso inferior a la cotización actual, de 1.457 (un dólar). La proyección aparece en tensión con la decisión oficial de ajustar el tipo de cambio mensualmente al ritmo de la inflación.Desde el Gobierno sostienen que el equilibrio fiscal seguirá siendo el ancla principal del programa y que no habrá financiamiento monetario del déficit que la Casa Rosada se propuso erradicar. En ese marco emerge una clave de las metas de inflación: en caso de que el alza de precios sea superior, el Ejecutivo tendrá vía libre para aumentar discrecionalmente las partidas presupuestarias, garantizando el ajuste fiscal en aquellas que busque "licuar" simplemente al no actualizar los gastos.El recurso al cual apela el Ejecutivo ha sido recurrentemente utilizado por los distintos presidentes en la historia argentina reciente. Por caso, en 2022 el Gobierno de Alberto Fernández (2019-2023) estipuló que la inflación del año entrante sería de un 60% anual: al finalizar el 2023, el registro llegó a 211,4%, el valor más alto en más de tres décadas y uno de los peores registros a nivel mundial.Un instrumento políticoPara el economista Andrés Asiain, la meta inflacionaria es, ante todo, una construcción política. "Este presupuesto es muy optimista, casi irreal", dijo a Sputnik el director del Centro Scalabrini Ortiz, remarcando que "funciona como una herramienta para fijar expectativas". El consultor advirtió que "si bien el Gobierno probablemente no logre cumplir sus principales lineamientos, esto no sería una novedad".El investigador remarcó que la desaceleración inflacionaria registrada hasta el momento es un hecho, pero es difícil de profundizar. "Es incontrastable que la inflación ha bajado desde la asunción de Milei", apuntó, aunque aclaró que "es muy difícil que baje hasta la tercera parte de la inflación actual, lo que vuelve poco realista una estimación como la aprobada en el Congreso".El diagnóstico es compartido entre distintos expertos. Consultado por Sputnik, el economista Guido Agostinelli resaltó la brecha entre el presupuesto y las expectativas del mercado.El técnico también subrayó los límites técnicos del sendero inflacionario. "Para llegar al 10% anual, deberíamos estar cerca del 0,5% mensual desde enero, por la inercia acumulativa: hoy estamos en el 2,5% mensual, y por una cuestión de inercia es casi imposible que baje tan rápido", enfatizó el especialista.Ambos coincidieron en que el uso del presupuesto como ancla no es una anomalía. "Esto no es una excepción: todos los gobiernos usan estas metas como herramienta política para establecer expectativas", resumió Agostinelli, mientras Asiain remarcó que el problema no es el mensaje, sino "la distancia entre el objetivo declarado y las restricciones reales de la economía".¿Llega el despegue económico?Por fuera de los valores más discutidos emerge una de las claves de la previsión de la Casa Rosada: la meta de crecimiento económico del 5%, narrada como uno de los objetivos centrales del programa libertario. De acuerdo con el consultor, sectores como la industria, la construcción y el comercio "están muy afectados por la caída del poder adquisitivo de los salarios y nada indica que esta situación vaya a revertirse".Ese sesgo sectorial explica, según el economista, por qué el mercado laboral aparece como foco del debate."Las miradas están puestas sobre el nivel de empleo, que es la variable más afectada por la política económica", afirmó, y agregó que la baja de la inflación actual "se explica en buena medida por la caída del salario y del consumo".Desde una perspectiva más estructural, Asiain comentó que el crecimiento proyectado es posible, pero más moderado."La meta del crecimiento económico es más factible, quizás más cerca del 3% que del 5%". Para el experto, el problema es la calidad de esa expansión. "Reposaría sobre sectores poco vinculados a la economía real, sobre todo pensando en la explotación de recursos naturales", expuso.De acuerdo con él, "parte del crecimiento estimado respondería a un efecto rebote tras la caída del año pasado, y otra parte al despegue que estamos viendo en materia de minería y recursos hidrocarburíferos". No obstante, el investigador remarcó que "la pregunta es qué tan sostenible sería si esto convive con una situación delicada en materia de empleo y consumo".
El Gobierno argentino logró que el Congreso aprobara su "ley de leyes", signada por ambiciosos objetivos en materia de inflación, dólar y crecimiento económico. "Funciona como una herramienta para fijar expectativas", dijo a Sputnik un experto.
Entre otras previsiones, la llamada "ley de leyes" estima que la inflación anual será del 10,1%: menos de la tercera parte de la del 2025. De concretarse, sería el índice más bajo en 20 años. Sin embargo, también funciona como pauta para ajustar gastos discrecionalmente en caso de que el valor sea superior.
El objetivo contrasta con las proyecciones del sector privado e incluso con las del propio Estado. Mientras que las consultoras locales estiman para 2026 una inflación en torno al 35%, el Relevamiento de Expectativas de Mercado del Banco Central proyecta un alza de precios cercana al 20% anual. No obstante, incluso esta última cifra también representaría el mejor registro en la última década.
El fuerte ajuste fiscal desplegado por el Ejecutivo desde su llegada al poder frenó una inercia que había llevado a una inflación récord del 211% en 2023. Sin embargo, desde el 1,5% mensual registrado en mayo último, el dato comenzó a recorrer un espiral ascendente que actualmente la sitúa más cerca del 35% anual.
Uno de los principales factores de riesgo es la política cambiaria. El presupuesto prevé que el tipo de cambio en 2026 será de 1.423 pesos (0,98 dólares). El optimismo de la estimación es elocuente: el precio del dólar es incluso inferior a la cotización actual, de 1.457 (un dólar). La proyección aparece en tensión con la decisión oficial de ajustar el tipo de cambio mensualmente al ritmo de la inflación.
Desde el Gobierno sostienen que el equilibrio fiscal seguirá siendo el ancla principal del programa y que no habrá financiamiento monetario del déficit que la Casa Rosada se propuso erradicar. En ese marco emerge una clave de las metas de inflación: en caso de que el alza de precios sea superior, el Ejecutivo tendrá vía libre para aumentar discrecionalmente las partidas presupuestarias, garantizando el ajuste fiscal en aquellas que busque "licuar" simplemente al no actualizar los gastos.
El recurso al cual apela el Ejecutivo ha sido recurrentemente utilizado por los distintos presidentes en la historia argentina reciente.
Por caso, en 2022 el Gobierno de Alberto Fernández (2019-2023) estipuló que la inflación del año entrante sería de un 60% anual: al finalizar el 2023, el registro llegó a 211,4%, el valor más alto en más de tres décadas y uno de los peores registros a nivel mundial.
Para el economista Andrés Asiain, la meta inflacionaria es, ante todo, una construcción política. "Este presupuesto es muy optimista, casi irreal", dijo a Sputnik el director del Centro Scalabrini Ortiz, remarcando que "funciona como una herramienta para fijar expectativas".
El consultor advirtió que "si bien el Gobierno probablemente no logre cumplir sus principales lineamientos, esto no sería una novedad".
El investigador remarcó que la desaceleración inflacionaria registrada hasta el momento es un hecho, pero es difícil de profundizar.
"Es incontrastable que la inflación ha bajado desde la asunción de Milei", apuntó, aunque aclaró que "es muy difícil que baje hasta la tercera parte de la inflación actual, lo que vuelve poco realista una estimación como la aprobada en el Congreso".
El diagnóstico es compartido entre distintos expertos. Consultado por Sputnik, el economista Guido Agostinelli resaltó la brecha entre el presupuesto y las expectativas del mercado.
"Es la mitad de lo que calcula el mercado", señaló sobre la proyección oficial, y advirtió que los inversores descuentan "un dólar más cerca de los 1.700 pesos", muy por encima del valor previsto por el Ministerio de Economía.
El técnico también subrayó los límites técnicos del sendero inflacionario. "Para llegar al 10% anual, deberíamos estar cerca del 0,5% mensual desde enero, por la inercia acumulativa: hoy estamos en el 2,5% mensual, y por una cuestión de inercia es casi imposible que baje tan rápido", enfatizó el especialista.
Ambos coincidieron en que el uso del presupuesto como ancla no es una anomalía. "Esto no es una excepción: todos los gobiernos usan estas metas como herramienta política para establecer expectativas", resumió Agostinelli, mientras Asiain remarcó que el problema no es el mensaje, sino "la distancia entre el objetivo declarado y las restricciones reales de la economía".
Por fuera de los valores más discutidos emerge una de las claves de la previsión de la Casa Rosada: la meta de crecimiento económico del 5%, narrada como uno de los objetivos centrales del programa libertario.
Para Agostinelli, "el crecimiento estimado no es tan improbable, aunque hay que aclarar que sería apuntalado por la minería y la intermediación financiera, que no generan mucho empleo".
De acuerdo con el consultor, sectores como la industria, la construcción y el comercio "están muy afectados por la caída del poder adquisitivo de los salarios y nada indica que esta situación vaya a revertirse".
Ese sesgo sectorial explica, según el economista, por qué el mercado laboral aparece como foco del debate.
"Las miradas están puestas sobre el nivel de empleo, que es la variable más afectada por la política económica", afirmó, y agregó que la baja de la inflación actual "se explica en buena medida por la caída del salario y del consumo".
Desde una perspectiva más estructural, Asiain comentó que el crecimiento proyectado es posible, pero más moderado.
"La meta del crecimiento económico es más factible, quizás más cerca del 3% que del 5%". Para el experto, el problema es la calidad de esa expansión. "Reposaría sobre sectores poco vinculados a la economía real, sobre todo pensando en la explotación de recursos naturales", expuso.
De acuerdo con él, "parte del crecimiento estimado respondería a un efecto rebote tras la caída del año pasado, y otra parte al despegue que estamos viendo en materia de minería y recursos hidrocarburíferos". No obstante, el investigador remarcó que "la pregunta es qué tan sostenible sería si esto convive con una situación delicada en materia de empleo y consumo".
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