Córdoba, la provincia clave de cara a las elecciones presidenciales en Argentina
Córdoba, la provincia clave de cara a las elecciones presidenciales en Argentina
Sputnik Mundo
Cuna de emblemáticas rebeliones sociales e histórico termómetro del clima político, el segundo distrito más poblado de Argentina irá a las urnas para elegir a... 23.06.2023, Sputnik Mundo
En medio de la carrera hacia los comicios presidenciales, el 25 de junio los ojos del país se posarán sobre la contienda electoral en Córdoba (centro). El codiciado distrito —que concentra al 9% de la población nacional y el 10% de la producción—, constituye una bandera a capturar que despierta disputas internas entre sus más acérrimos aspirantes.La provincia de fuerte impronta industrial que vio nacer al Cordobazo —uno de los levantamientos populares contra un gobierno dictatorial más emblemáticos de la historia argentina— es hoy el foco de atención por el alcance nacional de los resultados de los comicios locales.Desde 1999, Córdoba es gobernada por un espacio identificado con el peronismo que, sin embargo, no adscribe a la conducción nacional del movimiento que hoy ostenta la presidencia bajo el nombre del Frente de Todos (centroizquierda). Nacido de una alianza entre el histórico exgobernador José Manuel De la Sota (1999-2007, 2011-2015) y el actual jefe de Gobierno provincial Juan Schiaretti (2007-2011; 2015-2023), el frente denominado Hacemos Unidos por Córdoba buscará retener el control del distrito.Atento a las dificultades que afronta el peronismo a nivel nacional, Schiaretti —quien no podrá de presentarse a la reelección porque acumula dos mandatos consecutivos— decidió desdoblar el llamado a las urnas, separándolo de la fecha pautada para las elecciones nacionales. Bajo el ala del mandatario, el candidato será el intendente de la capital, Martín Llaryora.Desde la oposición de Juntos por el Cambio (centroderecha), el contendiente será Luis Juez, exintendente de la ciudad de Córdoba (capital provincial) y actual senador de la coalición. Enredado en medio de una disputa interna que lo excede, el candidato afronta un adverso camino hacia la gobernación.Nada es lo que parece"Todo indica que va a ganar el oficialismo. Llaryora sería el continuador de las seis gestiones peronistas, constituyendo la renovación de Schiaretti, que se está despidiendo del poder. Sin embargo, nadie puede descartar una sorpresa que le dé el triunfo a Juez", indica a Sputnik el periodista cordobés Julián Cañas.Las encuestas parecieran indicar una tendencia favorable al movimiento que acumula 24 años al mando del distrito. El politólogo Ignacio Liendo, en diálogo con Sputnik, señala que "el oficialismo llega muy fuerte, con un perfil que apunta a la gestión y obra pública. Sus puntos flacos son básicamente la seguridad y la educación, que son reclamos reiterados en los centros urbanos".Sin embargo, la contienda está atravesada por un factor determinante: el conflicto interno desatado en Juntos por el Cambio, que en el plano nacional enfrenta a los precandidatos presidenciales Horacio Rodríguez Larreta, jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y a Patricia Bullrich, exministra de Seguridad durante la presidencia de Mauricio Macri (2019-2023).Ante un virtual empate técnico advertido por las encuestas, a comienzos de junio, Rodríguez Larreta buscó sumar a las filas de su espacio al gobernador Schiaretti, con el fin de conseguir su apoyo en la interna contra Bullrich en la que se definirá quién será el candidato opositor en las elecciones generales.La iniciativa fue rápidamente criticada por Luis Juez: el candidato que integra la coalición de Larreta reprochó al dirigente que se aliara con el jefe político de su contrincante en la provincia. Inmediatamente, la disputa cobró estado público y llevó a que diferentes líderes de la coalición, incluyendo al expresidente Macri, rechazaran la iniciativa.El efecto de la decisión puede resultar determinante. "Juntos por el Cambio no llega muy fuerte con la candidatura de Juez, que estuvo atravesada por las internas: el anuncio trastocó todo el escenario. Larreta creyó que este gesto podría seducir a sus votantes a inclinarse por él en la interna contra Bullrich", explica Liendo.Con sello propioSi la histórica "grieta" que dividió al electorado argentino en los últimos años estuvo protagonizada por Juntos por el Cambio y el peronismo, hoy encarnado en el Frente de Todos, la situación en Córdoba ofrece un cuadro más complejo.Hasta 1999 la provincia acumulaba 16 años de gobierno de la Unión Cívica Radical (hoy integrante de Juntos). La forma de terminar con dicha hegemonía sentaría un precedente histórico para la política local: el entonces candidato De la Sota entendió que, ante el dominio del radicalismo, la forma más eficiente de seducir al electorado era camuflar su propia identidad peronista.Así nació el cordobesismo, el movimiento de indudable raigambre local que, pese a su impronta peronista, intentó históricamente mostrarse abierto a otras posiciones bajo el nombre Unión por Córdoba."El cordobesismo, si bien tenía al peronismo como columna vertebral, se ocupó de formar alianzas camuflando sus símbolos identitarios. De la Sota tuvo esa habilidad para mostrarse como un dirigente más abierto a otros partidos", explica Cañas.El quiebre definitivo se dio en 2008, durante la disputa que dividió al país en torno al proyecto de ley impulsado por el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015) que buscaba aumentar el impuesto a las exportaciones agropecuarias. Dispuesto a definirse, el Gobierno cordobés decidió confrontar con el espacio que lideró al peronismo desde el 2003, cuando asumió Néstor Kirchner (2003-2007).Ayer y hoyLa estrategia fundada en 1999 tiene sus resabios en 2023 en la estrategia conformada por el candidato a gobernador oficialista: "Llaryora hoy busca ocultar aún más la impronta peronista. Su alianza ha incorporado a dirigentes de tradición históricamente diferente", señala Liendo.El cambio de posicionamiento del peronismo cordobés combina con el perfil sociopolítico de la provincia que gobierna. Históricamente combativa con el poder, al finalizar la última dictadura cívico-militar (1976-1983) el distrito adquirió un posicionamiento más centrista."Córdoba siempre fue una provincia emblemática de las protestas y levantamientos, pero con el retorno de la democracia esto se fue corriendo a la moderación y el sector combativo de la sociedad se fue reduciendo sistemáticamente", explica el politólogo.
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Córdoba, la provincia clave de cara a las elecciones presidenciales en Argentina
Cuna de emblemáticas rebeliones sociales e histórico termómetro del clima político, el segundo distrito más poblado de Argentina irá a las urnas para elegir a su próximo gobernador. La disputa en la provincia será la antesala de los comicios presidenciales. Internas, alianzas y un movimiento que excede a las dinámicas a nivel nacional.
En medio de la carrera hacia los comicios presidenciales, el 25 de junio los ojos del país se posarán sobre la contienda electoral en Córdoba (centro). El codiciado distrito —que concentra al 9% de la población nacional y el 10% de la producción—, constituye una bandera a capturar que despierta disputas internas entre sus más acérrimos aspirantes.
La provincia de fuerte impronta industrial que vio nacer al Cordobazo —uno de los levantamientos populares contra un gobierno dictatorial más emblemáticos de la historia argentina— es hoy el foco de atención por el alcance nacional de los resultados de los comicios locales.
Desde 1999, Córdoba es gobernada por un espacio identificado con el peronismo que, sin embargo, no adscribe a la conducción nacional del movimiento que hoy ostenta la presidencia bajo el nombre del Frente de Todos (centroizquierda). Nacido de una alianza entre el histórico exgobernador José Manuel De la Sota (1999-2007, 2011-2015) y el actual jefe de Gobierno provincial Juan Schiaretti (2007-2011; 2015-2023), el frente denominado Hacemos Unidos por Córdoba buscará retener el control del distrito.
Atento a las dificultades que afronta el peronismo a nivel nacional, Schiaretti —quien no podrá de presentarse a la reelección porque acumula dos mandatos consecutivos— decidió desdoblar el llamado a las urnas, separándolo de la fecha pautada para las elecciones nacionales. Bajo el ala del mandatario, el candidato será el intendente de la capital, Martín Llaryora.
Desde la oposición de Juntos por el Cambio (centroderecha), el contendiente será Luis Juez, exintendente de la ciudad de Córdoba (capital provincial) y actual senador de la coalición. Enredado en medio de una disputa interna que lo excede, el candidato afronta un adverso camino hacia la gobernación.
Nada es lo que parece
"Todo indica que va a ganar el oficialismo. Llaryora sería el continuador de las seis gestiones peronistas, constituyendo la renovación de Schiaretti, que se está despidiendo del poder. Sin embargo, nadie puede descartar una sorpresa que le dé el triunfo a Juez", indica a Sputnik el periodista cordobés Julián Cañas.
"Córdoba atraviesa una polarización extrema entre las dos alianzas principales. Las otras fuerzas apenas reúnen algo menos del 5% de los votos", sostiene el analista.
Las encuestas parecieran indicar una tendencia favorable al movimiento que acumula 24 años al mando del distrito. El politólogo Ignacio Liendo, en diálogo con Sputnik, señala que "el oficialismo llega muy fuerte, con un perfil que apunta a la gestión y obra pública. Sus puntos flacos son básicamente la seguridad y la educación, que son reclamos reiterados en los centros urbanos".
Sin embargo, la contienda está atravesada por un factor determinante: el conflictointerno desatado en Juntos por el Cambio, que en el plano nacional enfrenta a los precandidatos presidenciales Horacio Rodríguez Larreta, jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y a Patricia Bullrich, exministra de Seguridad durante la presidencia de Mauricio Macri (2019-2023).
Ante un virtual empate técnico advertido por las encuestas, a comienzos de junio, Rodríguez Larreta buscó sumar a las filas de su espacio al gobernador Schiaretti, con el fin de conseguir su apoyo en la interna contra Bullrich en la que se definirá quién será el candidato opositor en las elecciones generales.
La iniciativa fue rápidamente criticada por Luis Juez: el candidato que integra la coalición de Larreta reprochó al dirigente que se aliara con el jefe político de su contrincante en la provincia. Inmediatamente, la disputa cobró estado público y llevó a que diferentes líderes de la coalición, incluyendo al expresidente Macri, rechazaran la iniciativa.
CAMBIEMOS
Estamos viviendo momentos de cambios muy importantes en todo el país, a horas de instancias decisivas en Córdoba. Siento que en la elección del próximo domingo no estamos eligiendo entre candidatos distintos, sino entre destinos distintos. La querida provincia de… pic.twitter.com/ouZugJ5xrs
El efecto de la decisión puede resultar determinante. "Juntos por el Cambio no llega muy fuerte con la candidatura de Juez, que estuvo atravesada por las internas: el anuncio trastocó todo el escenario. Larreta creyó que este gesto podría seducir a sus votantes a inclinarse por él en la interna contra Bullrich", explica Liendo.
"Lo que quedó claro es que Larreta le soltó la mano a Juez pensando en la estrategia nacional, de algún modo sacrificando el resultado provincial para focalizarse en la elección a presidente", señala el analista.
Con sello propio
Si la histórica "grieta" que dividió al electorado argentino en los últimos años estuvo protagonizada por Juntos por el Cambio y el peronismo, hoy encarnado en el Frente de Todos, la situación en Córdoba ofrece un cuadro más complejo.
Hasta 1999 la provincia acumulaba 16 años de gobierno de la Unión Cívica Radical (hoy integrante de Juntos). La forma de terminar con dicha hegemonía sentaría un precedente histórico para la política local: el entonces candidato De la Sota entendió que, ante el dominio del radicalismo, la forma más eficiente de seducir al electorado era camuflar su propia identidad peronista.
Así nació el cordobesismo, el movimiento de indudable raigambre local que, pese a su impronta peronista, intentó históricamente mostrarse abierto a otras posiciones bajo el nombre Unión por Córdoba.
"El cordobesismo, si bien tenía al peronismo como columna vertebral, se ocupó de formar alianzas camuflando sus símbolos identitarios. De la Sota tuvo esa habilidad para mostrarse como un dirigente más abierto a otros partidos", explica Cañas.
"En Córdoba no se habla del peronismo local, sino del Partido Cordobés: no se canta la marcha peronista ni se izan todas las banderas históricas. Lo único importante es ser de la provincia y estar ligado a los actores productivos", señala el periodista.
El quiebre definitivo se dio en 2008, durante la disputa que dividió al país en torno al proyecto de ley impulsado por el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015) que buscaba aumentar el impuesto a las exportaciones agropecuarias. Dispuesto a definirse, el Gobierno cordobés decidió confrontar con el espacio que lideró al peronismo desde el 2003, cuando asumió Néstor Kirchner (2003-2007).
"Desde el 2008, el Gobierno provincial decide distanciarse del peronismo tradicional. El cordobesismo siempre se paró en una vereda distinta al kirchnerismo, pero también de la oposición liderada por Macri. Tuvo el mérito de escapar a la grieta que dividió al país", dice Cañas.
Ayer y hoy
La estrategia fundada en 1999 tiene sus resabios en 2023 en la estrategia conformada por el candidato a gobernador oficialista: "Llaryora hoy busca ocultar aún más la impronta peronista. Su alianza ha incorporado a dirigentes de tradición históricamente diferente", señala Liendo.
El cambio de posicionamiento del peronismo cordobés combina con el perfil sociopolítico de la provincia que gobierna. Históricamente combativa con el poder, al finalizar la última dictadura cívico-militar (1976-1983) el distrito adquirió un posicionamiento más centrista.
"Córdoba siempre fue una provincia emblemática de las protestas y levantamientos, pero con el retorno de la democracia esto se fue corriendo a la moderación y el sector combativo de la sociedad se fue reduciendo sistemáticamente", explica el politólogo.
"El giro político fue muy bien leído por De La Sota y Schiaretti, que si bien militaron fuertemente durante la década de 1970, se fueron corriendo a la centroderecha al calor del cambio", remarca el analista.
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