Los horrores de la Guerra Civil española salen a la luz en Aragón
Los horrores de la Guerra Civil española salen a la luz en Aragón
Sputnik Mundo
BILBAO (Sputnik) — “Los arqueólogos somos historiadores y esta es una página de la historia que está sin escribir”, así reivindica el arqueólogo José Ignacio... 27.10.2021, Sputnik Mundo
Allí, junto a otros cinco compañeros, se afana desde hace un mes en rescatar los huesos de los vecinos del pueblo que fueron fusilados durante la Guerra Civil española.Basándose en distintos documentos históricos han descubierto ya dos fosas, en las que de momento han salido a la luz 22 cadáveres, aunque estiman que hay varias decenas más.Están en el cementerio de esta localidad, que en el año 1936, cuando estalló la contienda que llevó a los españoles a matarse entre sí, tenía entre 3.800 y 4.000 habitantes y una pujante economía agrícola relacionada con el aceite de oliva.Los trabajos están en una primera fase en el interior del cementerio y posteriormente seguirán las exhumaciones en la parte exterior, junto a los muros, donde les consta que hay más cadáveres y que podrían llegar hasta a 200.Este dato lo aporta a Sputnik el arqueólogo que coordina los trabajos, que añade que los cálculos hablan de 400 víctimas civiles (los no caídos en combate) entre los vecinos del pueblo, un 10% de la población y que no todos están en el cementerio.El relato del falangistaUno de los testimonios fue rescatado del archivo de la Guerra Civil de Salamanca y en él un hombre del pueblo, miembro de la Falange, confesó haber matado a 50 de sus vecinos."Dice que se hace de Falange el día 19 de julio del 36", explica Lorenzo, que es el mismo día que esta facción de la Guerra, la del Bando Nacional, toma la localidad.Sigue narrando este arqueólogo y antropólogo, en conversación con la agencia Sputnik, que "después lo detienen cuando toma la localidad las tropas republicanas y es cuando testifica ante un tribunal. [...] Él reconoce haber matado a 50 vecinos, pero otros compañeros suyos reconocen haber matado a otros 150 esos días", señala José Ignacio Lorenzo, sobre uno de los documentos históricos que ha tenido en sus manos y que le ha servido de guía para las exhumaciones.Lo primero, matar al alcaldeUno de los primeros represaliados fue el alcalde socialista de la localidad, Mariano Castillo, junto con 14 concejales del Ayuntamiento, "era una persona muy señalada, estaba en la Ejecutiva regional del partido", explica José Ignacio Lorenzo.La historia de Belchite podría ser la de tantos otros lugares de la geografía española, donde, en el verano de 1936, en medio de un clima de agitación social provocada desde años atrás, estalló la Guerra Civil, tras el levantamiento de parte del Ejército con el general Francisco Franco a la cabeza, contra el Gobierno de la II República española.Para tratar de cerrar este capítulo de la historia de España de una manera ordenada, el Gobierno aprobó a principios de este curso el Anteproyecto de Ley de Memoria Democrática.Es la continuación de la pionera Ley de Memoria Histórica, aprobada en 2007 por el Gobierno también socialista de Rodríguez Zapatero, que inició los trabajos de reparación de las víctimas del Franquismo, tres décadas después de la muerte del dictador; una lentitud que contrasta con otros procesos similares que han ido mucho más rápido, como el argentino.En este anteproyecto de ley, que ahora se debate en el Parlamento, se incluyen medidas, como el impulso al mapa de fosas, un protocolo para las exhumaciones y la creación de un Banco Nacional de ADN de Víctimas de la Guerra Civil y la Dictadura.Precisamente, una de las siguientes fases, conforme se empiecen a extraer los primeros cadáveres que comienzan a aparecer en las fosas de Belchite será cotejar su ADN con el de sus nietos, algunos de ellos ya registrados; y otros, los que emigraron y se encuentran fuera de la localidad, que comienzan a llamar al pueblo de sus abuelos tras conocer los hallazgos por los medios de comunicación.Será entonces cuando esta población, que hoy cuenta con algo más de 1.500 habitantes pueda cerrar el capítulo más negro de su historia.
Hallan en Belchite los restos de más de 150 fusilados por los franquistas en la Guerra Civil
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Un equipo de arqueólogos trabaja en una fosa común en Belchite, Zaragoza, donde han hallado restos de 150 cuerpos pertenecientes a víctimas ejecutadas por el Ejército franquista en julio de 1936.
BILBAO (Sputnik) — “Los arqueólogos somos historiadores y esta es una página de la historia que está sin escribir”, así reivindica el arqueólogo José Ignacio Lorenzo su labor en Belchite, en la provincia de Zaragoza, en la región española de Aragón.
Allí, junto a otros cinco compañeros, se afana desde hace un mes en rescatar los huesos de los vecinos del pueblo que fueron fusilados durante la Guerra Civil española.
Basándose en distintos documentos históricos han descubierto ya dos fosas, en las que de momento han salido a la luz 22 cadáveres, aunque estiman que hay varias decenas más.
Están en el cementerio de esta localidad, que en el año 1936, cuando estalló la contienda que llevó a los españoles a matarse entre sí, tenía entre 3.800 y 4.000 habitantes y una pujante economía agrícola relacionada con el aceite de oliva.
Excavación en una fosa común en Belchite, Zaragoza
Los trabajos están en una primera fase en el interior del cementerio y posteriormente seguirán las exhumaciones en la parte exterior, junto a los muros, donde les consta que hay más cadáveres y que podrían llegar hasta a 200.
Este dato lo aporta a Sputnik el arqueólogo que coordina los trabajos, que añade que los cálculos hablan de 400 víctimas civiles (los no caídos en combate) entre los vecinos del pueblo, un 10% de la población y que no todos están en el cementerio.
Uno de los testimonios fue rescatado del archivo de la Guerra Civil de Salamanca y en él un hombre del pueblo, miembro de la Falange, confesó haber matado a 50 de sus vecinos.
"Dice que se hace de Falange el día 19 de julio del 36", explica Lorenzo, que es el mismo día que esta facción de la Guerra, la del Bando Nacional, toma la localidad.
Sigue narrando este arqueólogo y antropólogo, en conversación con la agencia Sputnik, que "después lo detienen cuando toma la localidad las tropas republicanas y es cuando testifica ante un tribunal. [...] Él reconoce haber matado a 50 vecinos, pero otros compañeros suyos reconocen haber matado a otros 150 esos días", señala José Ignacio Lorenzo, sobre uno de los documentos históricos que ha tenido en sus manos y que le ha servido de guía para las exhumaciones.
Uno de los primeros represaliados fue el alcalde socialista de la localidad, Mariano Castillo, junto con 14 concejales del Ayuntamiento, "era una persona muy señalada, estaba en la Ejecutiva regional del partido", explica José Ignacio Lorenzo.
La historia de Belchite podría ser la de tantos otros lugares de la geografía española, donde, en el verano de 1936, en medio de un clima de agitación social provocada desde años atrás, estalló la Guerra Civil, tras el levantamiento de parte del Ejército con el general Francisco Franco a la cabeza, contra el Gobierno de la II República española.
Para tratar de cerrar este capítulo de la historia de España de una manera ordenada, el Gobierno aprobó a principios de este curso el Anteproyecto de Ley de Memoria Democrática.
Es la continuación de la pionera Ley de Memoria Histórica, aprobada en 2007 por el Gobierno también socialista de Rodríguez Zapatero, que inició los trabajos de reparación de las víctimas del Franquismo, tres décadas después de la muerte del dictador; una lentitud que contrasta con otros procesos similares que han ido mucho más rápido, como el argentino.
En este anteproyecto de ley, que ahora se debate en el Parlamento, se incluyen medidas, como el impulso al mapa de fosas, un protocolo para las exhumaciones y la creación de un Banco Nacional de ADN de Víctimas de la Guerra Civil y la Dictadura.
Precisamente, una de las siguientes fases, conforme se empiecen a extraer los primeros cadáveres que comienzan a aparecer en las fosas de Belchite será cotejar su ADN con el de sus nietos, algunos de ellos ya registrados; y otros, los que emigraron y se encuentran fuera de la localidad, que comienzan a llamar al pueblo de sus abuelos tras conocer los hallazgos por los medios de comunicación.
Será entonces cuando esta población, que hoy cuenta con algo más de 1.500 habitantes pueda cerrar el capítulo más negro de su historia.
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