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La identidad y el racismo, en cuestión: ¿qué significa ser español para una 'andaluchina'?
La identidad y el racismo, en cuestión: ¿qué significa ser español para una 'andaluchina'?
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Cuando todo discurre por el cauce estimado, quizás falta replantearse un vocabulario básico. Identidad, patria, extranjería, arraigo… Términos que pasan
2021-02-13T04:30+0000
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Cuando todo discurre por el cauce estimado, quizás falta replantearse un vocabulario básico. Identidad, patria, extranjería, arraigo… Términos que pasan desapercibidos para quienes no creen necesitarlo y que, sin embargo, conviene mirar con lupa para extraer conclusiones inesperadas. Como, por ejemplo, la paradoja de que en España casi nadie se considere racista pero sí crea mayoritariamente que el país lo es. O que, a poco que rasques, cualquiera sería capaz de enumerar dos o tres estereotipos adquiridos de una comunidad del mundo determinada.Eso es lo que analiza Quan Zhou Wu en Gente de aquí. Gente de allí, editado recientemente por Astiberri. La autora reúne todas esas nociones más o menos interiorizadas y las trata con una mezcla de fundamento y desparpajo. En dos partes —divididas por ese "aquí" y "allí"— conforma no solo una especie de abecedario sobre las circunstancias identitarias del ser humano sino un corpus teórico y social para moverse en ellas. Y transita por ellas con desparpajo y sabiduría. Nada más empezar apela a los pasotas, a lo que denomina el novaconmiguismo: quienes consideran que el asunto no les atañe.Y si lo hace: "Esto no va de decir qué es el racismo, sino hablar de personas y de sus relaciones, de esa relación tan compleja que existe entre los migrantes y los españoles que vivimos ahí", escribe Quan Zhou Wu. La ilustradora, nacida en Algeciras en 1989, ya había partido de su experiencia para otras dos obras. Con Gazpacho agridulce y Andaluchinas por el mundo (de 2015 y 2017, respectivamente) ya recreaba algunas de las sensaciones vividas por tener padres procedentes de otro país de un modo autobiográfico.Parte ahora de esa premisa, pero sin participar en el relato. Los interrogantes sobre qué es ser español o cómo se forman los prejuicios jalonan el relato junto a referencias bibliográficas. "El proceso ha sido duro", confiesa Quan Zhou Wu a Sputnik pocos minutos después de que le hayan anunciado una segunda impresión del libro.De hecho, todo fue algo casi imprevisto. Su idea primigenia fue la de hacer unas viñetas con situaciones en las que se ha visto inmersa a menudo. "Era poner algunos chascarrillos en redes sociales, contar en unos dibujos algunas cosas que me han dicho en modo de risa", comenta.Al final, eso quedó como un capítulo extra. Un bonus de socialización sobre las típicas preguntas que se le hacen a alguien sobre su país de origen o sobre el interés por ciertas costumbres y leyendas urbanas. Mientras, alrededor se configuraba el ensayo ilustrado que encadenaba palabras como "pasaportitis", "integración" o "emigrar".Los medios, además, eran bastante limitados. La autora lamenta la falta de referentes sobre emigrantes o hijos de emigrantes. "Ves a tu alrededor que no hay nada y te hace crecer en aislamiento y soledad. No tienes modelos", apunta. Ella, "como persona racializada", conoce el tema. "Tampoco soy 100% española. Por ejemplo, yo no vivo la historia de la Guerra Civil como alguien de aquí", esgrime."Nos cuesta mucho definir ciertas cosas porque somos unos cortoplacistas. Los Estados-Naciones, sobre los que tanto se da vueltas, antes eran imperios. Y ahora no tienen por qué quedarse así siempre", aclara. Quan Zhou Wu alude en este sentido al caso concreto de España, con varios conflictos aún candentes, como la independencia catalana o la recuperación de la memoria histórica. "Entre otras cosas, esto ocurre porque la Guerra Civil no ha pasado. A mí me dijeron que no tenemos aún museos porque no lo hemos superado. Y se ve en las palabras, en cómo cambian: unos lo llaman sublevados, nacionalistas…", anota quien remarca la necesidad de pertenencia.Un procedimiento que se divide en dos términos, aculturación e integración. La diferencia entre ambos es que la primera supone "asimilar la nueva cultura y dejar atrás la propia" y la segunda tiene que ver más con la aceptación del individuo. "Para mí, es algo complementario. Por ejemplo, lo que pasó con James Rhodes: que te den una nacionalidad burocráticamente no significa que ya lo seas", explica, indicando las ventajas en su caso: "Tienes un catálogo cultural más grande de serie. Y te da un desapego que no es malo. Lo solemos ver como algo negativo, pero en realidad es lo que me permite ser crítica con ambas culturas".También tiene inconvenientes. Uno de ellos es el insulto, el odio. Quan Zhou Wu admite no haber recibido más comentarios de desconocimiento que de este tipo. Aunque critica los mensajes públicos que se dirigen a una comunidad determinada. Lo hemos podido observar últimamente con el afán de Donald Trump por expandir la idea de "virus chino" y darle un toque xenófobo a la pandemia, o a mandatarios de aquí acusando a los llamados menas de la delincuencia."Creo que es algo pasajero, pero es grave y puede tener consecuencias, como las palizas que se han dado en Estados Unidos o aquí a un asiático estadounidense", recuerda. Lo mismo que explora en el humor: "Tienes que saber la dirección, el contexto y a quién tienes enfrente. Como autora defiendo la libertad de expresión, pero también tengo cierta responsabilidad. A la hora de hacer chistes, no puedo condenar ni decir que todo está permitido. Me parece muy simplista. Solamente hay que tener en la cabeza qué puede provocar".Esta autora, de hecho, aliña sus obras con socarronería. Incluso definiéndose a sí misma como andaluchina, sacando punta al comportamiento de su familia o ilustrando con ingenio algunos bretes clásicos causados por los prejuicios. Esas "ideas transmitidas a mucha gente a la vez de forma continuada a lo largo del tiempo" están dentro de nosotros. "Para deshacerte de ellos, lo primero es saber que los tienes. Y de ahí a la deconstrucción. Estás más atento a cuando te salgan y por qué. Ese es el principio", cavila. Ella intenta desmontarlos en este libro, intentando agitar las mentes de todos, hasta de quienes se creen al margen, "intentando que se lo pasen bien".
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La identidad y el racismo, en cuestión: ¿qué significa ser español para una 'andaluchina'?
04:30 GMT 13.02.2021 (actualizado: 14:45 GMT 03.06.2024) Alberto García Palomo
Corresponsal en España
Quan Zhou Wu acaba de publicar 'Gente de aquí, gente de allí' en la editorial Astiberri, un cómic sobre términos como integración, arraigo o nación.
Cuando todo discurre por el cauce estimado, quizás falta replantearse un vocabulario básico. Identidad, patria, extranjería, arraigo… Términos que pasan desapercibidos para quienes no creen necesitarlo y que, sin embargo, conviene mirar con lupa para extraer conclusiones inesperadas. Como, por ejemplo, la paradoja de que en España casi nadie se considere racista pero sí crea mayoritariamente que el país lo es. O que, a poco que rasques, cualquiera sería capaz de enumerar dos o tres estereotipos adquiridos de una comunidad del mundo determinada.
4 de junio 2020, 07:00 GMT
Eso es lo que analiza Quan Zhou Wu en Gente de aquí. Gente de allí, editado recientemente por Astiberri. La autora reúne todas esas nociones más o menos interiorizadas y las trata con una mezcla de fundamento y desparpajo. En dos partes —divididas por ese "aquí" y "allí"— conforma no solo una especie de abecedario sobre las circunstancias identitarias del ser humano sino un corpus teórico y social para moverse en ellas. Y transita por ellas con desparpajo y sabiduría. Nada más empezar apela a los pasotas, a lo que denomina el novaconmiguismo: quienes consideran que el asunto no les atañe.
Y si lo hace: "Esto no va de decir qué es el racismo, sino hablar de personas y de sus relaciones, de esa relación tan compleja que existe entre los migrantes y los españoles que vivimos ahí", escribe Quan Zhou Wu. La ilustradora, nacida en Algeciras en 1989, ya había partido de su experiencia para otras dos obras. Con Gazpacho agridulce y Andaluchinas por el mundo (de 2015 y 2017, respectivamente) ya recreaba algunas de las sensaciones vividas por tener padres procedentes de otro país de un modo autobiográfico.
Parte ahora de esa premisa, pero sin participar en el relato. Los interrogantes sobre qué es ser español o cómo se forman los prejuicios jalonan el relato junto a referencias bibliográficas. "El proceso ha sido duro", confiesa Quan Zhou Wu a Sputnik pocos minutos después de que le hayan anunciado una segunda impresión del libro.
15 de noviembre 2020, 08:00 GMT
De hecho, todo fue algo casi imprevisto. Su idea primigenia fue la de hacer unas viñetas con situaciones en las que se ha visto inmersa a menudo. "Era poner algunos chascarrillos en redes sociales, contar en unos dibujos algunas cosas que me han dicho en modo de risa", comenta.
Al final, eso quedó como un capítulo extra. Un bonus de socialización sobre las típicas preguntas que se le hacen a alguien sobre su país de origen o sobre el interés por ciertas costumbres y leyendas urbanas. Mientras, alrededor se configuraba el ensayo ilustrado que encadenaba palabras como "pasaportitis", "integración" o "emigrar".
"Ha sido muy difícil. Parece una tontería, pero no es ir a coger tres libros. Aparte, iba tirando del hilo y, al no ser investigadora, no tenía acceso a los documentos con los que mis hipótesis adquirieran solidez y músculo teórico", afirma.
Los medios, además, eran bastante limitados. La autora lamenta la falta de referentes sobre emigrantes o hijos de emigrantes. "Ves a tu alrededor que no hay nada y te hace crecer en aislamiento y soledad. No tienes modelos", apunta. Ella, "como persona racializada", conoce el tema. "Tampoco soy 100% española. Por ejemplo, yo no vivo la historia de la Guerra Civil como alguien de aquí", esgrime.
"Nos cuesta mucho definir ciertas cosas porque somos unos cortoplacistas. Los Estados-Naciones, sobre los que tanto se da vueltas, antes eran imperios. Y ahora no tienen por qué quedarse así siempre", aclara. Quan Zhou Wu alude en este sentido al caso concreto de España, con varios conflictos aún candentes, como la
independencia catalana o la
recuperación de la memoria histórica. "Entre otras cosas, esto ocurre porque la Guerra Civil no ha pasado. A mí me dijeron que no tenemos aún museos porque
no lo hemos superado. Y se ve en las palabras, en cómo cambian: unos lo llaman sublevados, nacionalistas…", anota quien remarca la necesidad de pertenencia.
"Somos gregarios. Necesitamos agruparnos. Tendemos a hacerlo. Es inevitable para que algo sea tangible. Pero tenemos que hacer una definición inclusiva. Porque eso va a afectar en nuestro día a día", señala.
Un procedimiento que se divide en dos términos, aculturación e integración. La diferencia entre ambos es que la primera supone "asimilar la nueva cultura y dejar atrás la propia" y la segunda tiene que ver más con la aceptación del individuo.
"Para mí, es algo complementario. Por ejemplo,
lo que pasó con James Rhodes: que te den una nacionalidad burocráticamente no significa que ya lo seas", explica, indicando las ventajas en su caso: "Tienes un catálogo cultural más grande de serie. Y
te da un desapego que no es malo. Lo solemos ver como algo negativo, pero en realidad es lo que me permite ser crítica con ambas culturas".
6 de febrero 2020, 15:26 GMT
También tiene inconvenientes. Uno de ellos es el insulto, el odio. Quan Zhou Wu admite no haber recibido más comentarios de desconocimiento que de este tipo. Aunque
critica los mensajes públicos que se dirigen a una comunidad determinada. Lo hemos podido observar últimamente con el afán de Donald Trump por expandir la idea de "virus chino" y
darle un toque xenófobo a la pandemia, o a mandatarios de aquí
acusando a los llamados menas de la delincuencia.
"Creo que es algo pasajero, pero es grave y puede tener consecuencias, como las palizas que se han dado en Estados Unidos o aquí a un asiático estadounidense", recuerda. Lo mismo que explora en el humor: "Tienes que saber la dirección, el contexto y a quién tienes enfrente. Como autora defiendo la libertad de expresión, pero también tengo cierta responsabilidad. A la hora de hacer chistes, no puedo condenar ni decir que todo está permitido. Me parece muy simplista. Solamente hay que tener en la cabeza qué puede provocar".
Esta autora, de hecho, aliña sus obras con socarronería. Incluso definiéndose a sí misma como andaluchina, sacando punta al comportamiento de su familia o ilustrando con ingenio algunos bretes clásicos causados por los prejuicios. Esas "ideas transmitidas a mucha gente a la vez de forma continuada a lo largo del tiempo" están dentro de nosotros.
"Para deshacerte de ellos, lo primero es saber que los tienes. Y de ahí a la deconstrucción. Estás más atento a cuando te salgan y por qué. Ese es el principio", cavila. Ella intenta desmontarlos en este libro, intentando agitar las mentes de todos, hasta de quienes se creen al margen, "intentando que se lo pasen bien".