El pueblo de Tamburco, cerca a Cusco, era una de las regiones más fieles a la tradición incaica, donde había rastros imponentes del antiguo esplendor nativo. Allí nació Bastidas, el 23 de junio 1744. Hija de Manuel Bastidas, descendiente de africanos, y de Josefa Puyucahua (o Puyucawa), indígena, era conocida como Zamba, nombre que se daba en época colonial a las personas producto del mestizaje entre africanos e indígenas.
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Recibió en la infancia la educación elemental en letras y artes, la que era usual en esa época para las mujeres. En 1760, poco antes de cumplir 16 años, se casó con José Gabriel Condorcanqui, más conocido como Tupac Amaru II, descendiente directo por línea materna del último inca Túpac Amaru I. Tuvieron tres hijos varones, Hipólito (1761), Mariano (1762) y Fernando (1768).
La mujer que hizo posible la rebelión de Tupac Amaru
Uno de los motivos por los que Bastidas es símbolo de lucha en Latinoamérica se relaciona con los ideales por los que luchó junto a Amaru. En 1764 Amaru fue nombrado cacique de los territorios que le correspondían por herencia: Pampamarca, Tungasuca y Surimana, y fijaron su residencia en Tinta, localidad perteneciente a Cusco.
Entre 1780 y 1783 Amaru lideró la denominada 'Gran rebelión' contra el Imperio Español, demandando la independencia de toda Hispanoamérica tanto de España como de su monarca. Amaru también es conocido por decretar la abolición de la esclavitud negra por primera vez en la historia de América Latina. En Perú, ha sido reconocido como uno de los fundadores de la identidad nacional peruana.
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Para entender la importancia del rol de Bastidas en la lucha anticolonialista, es necesario comprender que en las sociedades andinas existía un reparto de tareas complementario entre el hombre y la mujer, no antagónico. El poder se compartía. Esa participación de la mujer es la que permite, por ejemplo, que Amaru se proponga buscar apoyo fuera de Perú. Ese orden social se quiebra con el colonialismo.
Bastidas, la administrativa y consejera
Mientras Amaru viaja desde Cusco a La Paz a buscar apoyo para emprender la rebelión, Bastidas se encarga de la administración política de la región de Tungasuca.
La compañera @micadiaz46 me pidió muy amablemente que le dedicara un hilo a una de las mujeres más inmensas y valientes que nacieron en la Patria Grande, Micaela Bastidas, la compañera de vida del gran Túpac Amaru II quien sembró la semilla de emancipación en nuestra América. pic.twitter.com/sEP5Y5YiKh
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Según el blog El Día del Pueblo, allí imparte órdenes escritas, apresa, juzga, comanda. No es la esposa que apoya al esposo y se queda a cargo de la casa, son dos combatientes. Él va con el Ejército y ella queda al mando de la administración.
Estuvo a cargo de la retaguardia indígena, demostrando diligencia y capacidad, implementando medidas de seguridad y luchando contra el espionaje. Implementó un eficiente sistema de comunicaciones, organizando un servicio de chasquis a caballo que llevaban rápidamente información de un punto a otro del territorio rebelde.
Bastidas, consciente de su rol como mujer indígena
Actuaba con dinamismo y persuasión, tal vez más concientizada incluso que su marido, ya que el papel de la mujer indígena era el más vilipendiado por los opresores. Para ella se trataba no sólo de liberar a su pueblo de la explotación española, sino también de restablecer el rol de la mujer indígena con participación en la vida social y política, tradición que el sistema colonial intentó abolir convirtiéndolas en víctimas de todo tipo de abusos.
A su hijo Hipólito, el mayor, primero le cortaron la lengua, por haber hablado en contra de los españoles, y luego fue ahorcado. Después mataron a su Mariano, y luego a ella a la vista de su esposo y de su hijo Fernando. Le cortaron la lengua, le echaron lazos al cuello que tiraban de uno y otro lado para estrangularla, le dieron garrote y terminaron de matarla a patadas en el estómago y el pecho. Amaru también fue sometido a una espantosa muerte. Bastidas y Amaru fueron desmembrados y sus partes fueron enviadas a los diferentes pueblos de la región y exhibidos en plazas públicas. Las autoridades coloniales eliminaron a la clase indígena noble y acrecentaron la represión contra los andinos, por el temor de que hubiera otra rebelión.
Sus ideales, lucha y muerte fueron inspiración para las rebeliones independentistas latinoamericanas.