Del Campo, especializada en temas de libertad de expresión, indicó que existe en el mundo una "creciente presión de Estados y usuarios" hacia redes sociales como Facebook y Twitter, en el marco de una mayor preocupación por el combate a la desinformación y las noticias falsas o fake news.
En efecto, Del Campo recordó que las legislaciones sobre la libertad de expresión diferencian la estafa de la información falsa, que se encuentra "protegida" por la normativa al ser considerado un error sin malicia. Sin embargo, el reclamo de usuarios para combatir la información falsa suele no distinguir estos conceptos diferenciados por el derecho.
Para Del Campo, surge el problema de que "cuando la presión se vuelca sobre un concepto amorfo como la desinformación, que incluye desde una estafa hasta un error, se generan políticas amorfas, sin que esté claro a qué tipo de expresiones o daños van dirigidas".
Los anuncios y etiquetas colocados por Twitter son un ejemplo de eso, señaló la abogada argentina. En ese sentido, recordó que la red social de los 140 caracteres colocó el 23 de junio pasado una advertencia a un tuit del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, por considerar que violaba las políticas de la red social sobre mensajes violentos. Sin embargo, no eliminó la publicación alegando que era de "interés público".
La especialista consideró que la nueva colocación de etiquetas que señalan a medios rusos y chinos como "medios afiliados al Estado" presenta una problemática similar, dado que se etiqueta "algunos medios vinculados con algunos Estados pero no con otros".
La función se implementará primero a agencias de los cinco países miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU: Rusia, Francia, China, EEUU y Reino Unido.
Según Twitter, los medios de comunicación afiliados al Estado de estos países también serán eliminados de las listas de recomendaciones vistas por los usuarios.
De hecho, el grupo mediático Rossiya Segodnya, matriz de Sputnik y RIA Novosti, reclamó que también sean etiquetados otros medios como el estadounidense Radio Liberty, BBC británica y Deutsche Welle alemán, de forma de que no haya un doble criterio.
"Para mí la parte más complicada es la discrecionalidad con la que se aplican las reglas, la discrecionalidad con la que se cambian las reglas y la discrecionalidad con la que se interpretan las reglas", remarcó Del Campo.
La directora del CELE añadió que "el hecho de que estas empresas estén permanentemente modificando sus criterios para identificar información falsa es un problema para el usuario y para la libertad de expresión, porque en definitiva nunca quedan claras las reglas".
Asimismo, lamentó que no existe una forma de "medir el impacto de estas decisiones, que se van sucediendo y que en los últimos tres o cuatro meses han sido muchas y cuya implementación ya sabemos que no fue uniforme".
La nueva plaza pública y las presiones
Para Del Campo, la actualidad muestra cómo la humanidad pasó "de una visión muy optimista a una bastante más pesimista" sobre internet, donde empresas como Facebook y Twitter han consolidado una importancia inédita en el discurso público que, según recordó la especialista, ya hizo que más de un tribunal en el mundo lo considere como la nueva "plaza pública".
En ese marco, la abogada remarcó que "empiezan a limitarse las formas y las posibilidades dentro de estas plataformas", señalando que "es corroborable que cada vez hay más reglas y moderadores y cada vez hay más inteligencia artificial revisando esos posteos".
De todos modos, para Del Campo la clave está en comprender las "presiones enormes" que llevaron a Facebook y Twitter a implementar cada vez más medidas en sus plataformas, modificando sus posturas iniciales de no intervención. "El discurso original de estas empresas era 'nosotros acá no nos metemos'", recordó.
Según la experta argentina, ese boicot —que provocó que las acciones de la firma de Mark Zuckerberg tuvieran una caída histórica de un 8,3%— "instaló la idea de que las empresas (como Facebook y Twitter) tienen que hacer más pero nadie sabe del todo qué significa hacer más".
Sin embargo, no son las únicas presiones que reciben las principales redes sociales para ser más celosas en la circulación de información. Del Campo señaló que también hay "presiones estatales en distintos lugares" a través de anuncios o "amenazas de legislación" en materia sobre fake news y desinformación que también llevan a las Twitter y Facebook a tomar acciones.
Del Campo concluyó que estas influencias "ejercen un nivel de presión para que las empresas se autorregulen" y modifiquen sus reglas. "Eso, obviamente, tiene un impacto en las plataformas".