Son estructuras circulares de unos 80 centímetros de diámetro que están diseñadas específicamente para, ni más ni menos, pescar lo que se tiene que pescar. Se colocan en el fondo del mar en hileras de a 10, distante una de otra. Cada una tiene cuatro aberturas por las cuales entran solamente ciertos tipos de peces. Una vez llenas, los pescadores las suben de a una, las vacían y si capturaron pescados que no quieren, los devuelven al mar. Las pliegan y continúan subiendo las demás.
Están pensadas para que los pescadores de pequeña escala que habitan las costas del departamento de Rocha (este uruguayo), puedan pescar de forma redituable con menos esfuerzo físico, evitar capturar peces amenazados o en situación crítica, conseguir peces de mejor calidad y, por ende, de mayor valor, por lo que pueden obtener mayores ventajas económicas.
El proyecto, que es llevado por Oceanosanos y Wildlife Conservation Society WCS Argentina, busca lograr que en un futuro cercano más del 60% de la pesca sea sostenible y responsable en las comunidades de Punta del Diablo y Barra de Valizas en Rocha. También se prevé incluir a los pescadores de Cabo Polonio.
Las comunidades rochenses de pescadores se iniciaron en la década de 1940; capturaban principalmente cazón (también conocido como tiburón vitamínico), que era muy requerido para la Segunda Guerra Mundial, "sobre todo para los aviadores porque la vitamina que obtenían del hígado mejoraba mucho la visión", contó García Píngaro. Ochenta años más tarde, la Convención sobre la Conservación de las Especies Migratorias de Animales Silvestres de Naciones Unidas declaró el cazón como especie críticamente amenazada a nivel global.
La pesca concentrada en Rocha no sólo puso en peligro a esa y otras especies endémicas, como el angelito y el gatuzo, sino que también perjudicó al delfín franciscano, cuyo largo hocico quedaba enganchado en las redes de pesca cuando se acercaban a comer. Las redes tienen un largo aproximado de 65 metros cada una, por dos o tres metros de alto. Cada barca en Rocha lleva unos 50 paños en promedio, aunque hay veces que llegan a desplegar hasta 200. Los paños generalmente tienen mallas muy finas de nylon que no son percibidas por tortugas.
Quizá la gran diferencia entre las jaulas y las redes es que el pez capturado en la jaula no se ahoga porque puede seguir nadando: los peces necesitan nadar para respirar, y en las redes, al quedarse casi inmóviles, son incapaces de extraer oxígeno del agua, y se ahogan.
El pez pescado en jaula "tiene mayor valor, porque la calidad es absoluta", indicó García Píngaro. "Es la calidad ante la cantidad, sobre todo en situaciones de sobrepesca, donde a veces las barcas salen ocho horas y vienen sin nada en las redes. Tiran 10, 15, 30 paños y sacan medio cajón, no pagan siquiera el combustible, ni hablar del trabajo", explicó.
Debido a la pandemia, los dos pescadores de Punta del Diablo, los cuatro de Barra de Valizas que están en el proyecto de Oceanosanos, están aún probando cómo funcionan las jaulas, si les resultan convenientes o no.
De resultarles, la organización prevé trabajar con ellos en otro aspecto: en la comercialización de los productos. García Píngaro contó que actualmente los pescadores "terminan perdiendo muchísimo" por el intermediario, la persona que revende sus pescados. No todos los pescadores tienen un sistema de refrigeración que les permita transportar la mercadería adecuadamente. Los que la tienen, venden el pescado a clientes de las ciudades de Castillos, Rocha, Chuy y algunas veces lo traen hasta Montevideo, la capital del país, a unos 300 kilómetros.
"Ahí queremos intervenir: en la pérdida de valor que tiene el pez y en lo difícil que se hace para el consumidor poder llegar al producto de la pesca", resumió García Píngaro.
Día de la Gente del Mar 2020
La conmemoración del Día de la Gente del Mar está dispuesta por la Organización Marítima Internacional (OMI) y tiene como objetivo aumentar la conciencia entre el público en general sobre los 1,5 millones de marinos del mundo "por su singular, y con demasiada frecuencia pasada por alto, contribución que hacen al bienestar de todos nosotros".
Este año la OMI pide el reconocimiento de la gente de mar como trabajadores esenciales, y exhorta a los Estados Miembros a que les concedan el apoyo y la asistencia necesarias para hacer frente a la pandemia.