A partir del 21 de junio, España dirá adiós al estado de alarma y sus ciudadanos podrán volver a desplazarse a nivel nacional con libertad y retomar sus actividades habituales, un escenario que pondrá a prueba al país frente al peligro de una nueva oleada de la enfermedad.
Las autoridades españolas estimaron mediante un estudio de seroprevalencia masivo que la incidencia del COVID-19 entre la población del país no supera el 5%, por lo que gran parte de los españoles todavía corre el riesgo de contagiarse.
"Nuestra capacidad ha aumentado y podemos reaccionar más rápido, pero no podemos garantizar el riesgo cero", afirmó este 19 de junio en rueda de prensa el ministro de Sanidad español, Salvador Illa, tras recordar que "el virus sigue ahí".
La vida tras 100 días de estado de alarma
Desde que el pasado 14 de marzo el Gobierno de Pedro Sánchez declaró el estado de alarma por el coronavirus hasta la entrada en la etapa de "nueva normalidad" habrán pasado más de tres meses, un periodo que constituye un antes y un después en las costumbres sociales de los españoles.
En los próximos meses se retomarán los espectáculos, el ocio, las clases y el turismo, pero todas estas actividades incluirán importantes cambios que pasan por estrictas medidas de higiene y distanciamiento.
Pese a que el teletrabajo seguirá siendo la opción recomendada para las empresas, la faena presencial se irá retomando, mientras que las escuelas abrirán en septiembre.
En lo que se refiere al turismo, el seguimiento de los viajeros que lleguen a España y los controles de temperatura al bajar de los aviones marcarán la llegada de visitantes, que este año serán muchos menos a los que el país está acostumbrado.
Si lo avala la evolución de la epidemia, el Gobierno incluso contempla que los eventos deportivos de fútbol y baloncesto puedan recuperar su público.
España abandona el mando único sobre sus regiones
No obstante, la gestión de la vuelta a la normalidad en comercios, hoteles, bares, restaurantes, locales de ocio y otras instalaciones pasará a ser a partir del 22 de junio competencia de cada una de las 17 comunidades autónomas de España.
En esta etapa corresponderá a cada territorio tomar las decisiones en materia de salud pública, lo que implica que habrá normas distintas para los españoles en función de su lugar de residencia.
Cataluña, por ejemplo, habla de una "fase de recuperación" en la que los ciudadanos deberán mantener una distancia física interpersonal de 2,5 metros cuadrados en cualquier lugar público.
Será una medida "especialmente exigible" en lugares de trabajo o entre las personas que no convivan en un mismo hogar, que también prevén mantener otras comunidades.
En Barcelona y otras localidades de la costa, las playas permanecerán cerradas en la víspera de San Juan, la noche del 23 de junio, cuando los ciudadanos tiene la costumbre de celebrar junto al mar con hogueras y fuegos artificiales.
Los estrictos límites de aforo y la supresión de pistas de baile en las islas impedirán que uno de los principales reclamos turísticos de las islas retome su actividad durante el período estival.
Madrid, por su parte, diseñó distintas etapas para recuperar la normalidad de forma progresiva a lo largo del verano.
Una de las medidas más curiosas es la apertura de hasta el 75% de la capacidad de las plazas de toros de la capital a partir del 6 de julio, lo que significa que la Plaza de las Ventas podrá llenar unos 14.000 asientos.
Los rebrotes empañan la salida del confinamiento
Con la vuelta a la vida de las calles de toda España aparece un nuevo reto para las autoridades sanitarias: el control y prevención ante posibles rebrotes del virus, que en otros países ya provocaron una vuelta a las restricciones.
El Ministerio de Sanidad informó que durante el último mes surgieron por todo el país 34 nuevos focos que afectaron a 982 personas.
De estos, hay nueve que todavía permanecen activos y suman 92 contagios, todos producidos en entornos de fácil dispersión del virus.
También se registraron contagios entre viajeros recién llegados a España, en su mayoría nacionales que regresaban a sus hogares por la pandemia.
Dos hospitales del País Vasco, varias residencias de ancianos, un hostal en Algeciras (Andalucía) y una fiesta de cumpleaños en Lleida son otros de los brotes que llegaron a los medios de comunicación en las últimas semanas.
"Si hubiera brotes que no pudiéramos controlar deberíamos volver a activar el estado de alarma", afirmó en declaraciones televisivas el ministro de Sanidad español.
Aunque las autoridades mantienen controlados estos pequeños focos, si los ciudadanos retoman su vida tal como era antes de la pandemia es muy probable que estos se reproduzcan e incluso crezcan. En palabras del propio ministro Illa: "rebrotes hay ya, y habrá más".
Para prevenir que estos no se extiendan por el país, el Gobierno mantiene un sistema de vigilancia basado en diagnósticos cada vez que un caso sospechoso de COVID-19 llega al sistema sanitario.
Para esta labor son fundamentales las cerca de 40.000 pruebas de COVID-19 que se realizan a diario en todo el país, que permiten detectar un gran número de casos que son asintomáticos y podrían pasar desapercibidos.
No obstante, las autoridades españolas ya expresaron preocupación por los rebrotes en países como Alemania y China, que parecía que habían conseguido controlar la epidemia.
En declaraciones durante una rueda de prensa, el director del Centro de Alertas Sanitarias, Fernando Simón, llegó a apuntar que la situación en estos países es un "reflejo" de lo que podría pasar en España próximamente.