Poco a poco España retorna a la normalidad, esa "normalidad" marcada por el alto voltaje en el debate político.
Sobre la actual coyuntura política en España, Sputnik conversa con Jaime Pastor, politólogo, profesor de Ciencias políticas de la UNED y editor de la revista Viento Sur.
—Pablo Casado ha dicho que el presidente Pedro Sánchez anda como "pollo sin cabeza cambiando de socios y de estrategia". Desde el Gobierno dicen que el PP y otros partidos de izquierda los han dejado solos en la protección de la población en medio de la pandemia. ¿Cómo ve usted la situación?
—Veo la situación como en una relativa crisis de gobernabilidad por parte de Pedro Sánchez.
—¿Es un buen o mal síntoma que el PSOE esté dispuesto a negociar con cualquiera para sacar adelante cada decisión y garantizar la gobernabilidad?
—Depende de con quién quiera negociar. Lo lógico sería que negociara con las fuerzas de izquierda que le ayudaron a formar el Gobierno y eso significaría negociar unos presupuestos y unas políticas que cumplan esa promesa de que nadie se quede atrás.
—Esta previsto que esta semana se apruebe el Ingreso Mínimo Vital. La oposición lo ha criticado calificándolo de "paguita". La gente que lo necesita lo ve como un respiro ¿qué opina usted de esta medida?
—Es una medida de asistencia social en una situación de emergencia a los sectores más pobres.
Pienso que la cantidad sigue siendo baja en relación con lo que necesitarían, pero es una medida caritativa, asistencial justificada. Lo que habría que hacer es pedir más. La derecha lo que hace es cuestionar que se de esa ayuda y al mismo tiempo está cuestionando y rechazando cualquier subida de impuestos a las grandes fortunas porque, claro, el gran reto que tiene este Gobierno es que no se puede aumentar el gasto social en la cantidad que se necesita sin un aumento de los ingresos y, claro, los ingresos necesitan una reforma fiscal progresiva.
—Desde que se conformó el Gobierno de coalición se señalan dos fuerzas internas: la de ministra de Economía Nadia Calviño vs la de Unidas Podemos. El presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), Antonio Garamendi, dice que Calviño es "una cabeza sensata", a la vez que ha dicho que en el Gobierno "no son conscientes de lo que están hablando porque, en muchos casos, algunos no han visto una empresa en su vida" ¿Qué peso tiene la CEOE en el Gobierno?
—El peso fundamental lo tiene Nadia Calviño más que la CEOE porque Nadia Calviño viene de la tecnocracia de la Unión Europea, es, de alguna manera, como le ha llamado un periodista: la dama de negro.
Obviamente la CEOE está con ellos. Entonces, se ha visto con la crisis de la reforma laboral que finalmente Pedro Sánchez ha cedido ante la presión de Nadia Calviño más que a la presión de la CEOE porque, de alguna manera, eso ha sido una pataleta un poco excesiva, pero hemos visto que desgraciadamente ha salido reforzado ese sector más obediente de las directrices que vienen del mundo empresarial.
—Como usted señala, la semana pasada la ministra Calviño forzó una rectificación del Gobierno, que a cambio de la abstención de EH Bildu aceptó derogar de forma íntegra la reforma laboral heredada de Rajoy. ¿Cree que con este equilibrio de fuerzas se podrá avanzar en otras cuestiones de mayor calado como el impuesto a las grandes fortunas que Podemos ha puesto sobre la mesa?
—Salvo que haya una mayor presión social desde los movimientos sociales y sindicatos para una política fiscal progresiva para ese impuesto a las grandes fortunas, lo que se ha llamado Tasa Covid.
—Mientras el Gobierno intenta salir de esta crisis y mantener a los socios de investidura, Vox y el PP toman terreno, al menos en las calles. Este 23 de mayo se les vio protestar, no solo pidiendo la dimisión del Gobierno, sino ondeando banderas del franquismo, gritar Viva Franco, muerte a los comunistas. ¿Hay algún riesgo detrás de estas manifestaciones o son simplemente una expresión normal en una democracia?
—Es peligroso porque es una extrema derecha que practica un discurso de odio contra los más vulnerables de la sociedad, con un discurso que evidentemente tiene poca racionalidad detrás porque el Gobierno actual, desde luego, no está tomando ninguna política comunista.
—Las manifestaciones de Vox son protagonizadas, en su mayoría, por las clases más adineradas y poderosas del país, pero también se ve a gente clase media e incluso pobres, que hoy mantienen su vivienda y cubren sus necesidades básicas gracias al llamado Escudo Social que ha desplegado el Gobierno. ¿Cómo se entiende eso? ¿Por qué sucede?
—Eso es comprensible. No son el sector mayoritario, pero sí es cierto que hay sectores que, desgraciadamente, ante las limitaciones de la política social que puede haber en el Gobierno o por esa percepción que difunden los medios de comunicación próximos a la extrema derecha o que se difunde por las redes sociales, pues creen que hay un verdadero riesgo de régimen totalitario, dictatorial, que busca la ruptura de España, entonces, ellos ponen por delante otras ideas-fuerza por encima de su propia diferencias respecto a esos sectores que protagonizan la protesta.
—¿Qué papel está jugando el Partido Popular?
—Creo que lo que hay es una preocupación fundamental por parte del PP por recuperar votantes de Vox, exvotantes del PP que se pasaron a Vox. Entonces miran más a su derecha que a su centro.
—En España el bipartidismo se acabó y esta legislación tiene el Congreso de los Diputados con mayor pluralidad política. Es una victoria de la democracia, pero cada mínima decisión es una batalla que conlleva negociaciones y grandes tensiones. ¿Es sostenible la gobernabilidad así? ¿Qué futuro le ve al Gobierno?
—No, no es sostenible. Si ya tenemos un contexto de crisis entrecruzada: sanitaria, económica, ecológica, social, pues evidentemente a eso se va a sumar una crisis política. Es decir, hay una crisis de régimen, hay una crisis de estabilidad parlamentaria y al mismo tiempo hay una imposibilidad de reforma constitucional dentro de esa fragmentación del Parlamento e intereses contrapuestos.