"Oímos cada día los aplausos y lo agradecemos, pero no son suficientes, siento que nos han mandado a la guerra sin armas, estamos vendidos", cuenta Mavi Victoria Torres, enfermera. Su caso representa la improvisación y la falta de respuestas para las enfermeras y el resto de sanitarios.
Tras los meses de permiso de maternidad se incorporó en plena pandemia, el 11 de marzo, a su puesto, que no era otro que enfermera de la UCI del Hospital Regional de Málaga. Como madre lactante solicitó un cambio de cargo, pero desde el protocolo de Sanidad y desde Salud Laboral remitían esa decisión a la inspección de trabajo de la Seguridad Social. Mavi solicitó información, "nadie sabía nada, cuando me reincorporé me asombró la falta de coordinación", explica mientras detalla lo difícil que ha sido lidiar con la incertidumbre y los turnos de trabajo de hasta 12 horas.
"La lactancia ha sido una experiencia muy dura, cada vez tenía menos leche por el estrés. Desde Salud Laboral me recomendaron que le diera la teta con mascarilla, claro, a la pequeña le extrañaba, se ponía nerviosa, intentaba quitármela".
Esta situación precipitó que la pequeña Violeta, la hija de Mavi, pasara a lactancia artificial. Una semana después de dejar de dar la teta y dos meses después de haberlo solicitado, finalmente, Mavi ha recibido la llamada de inspección de trabajo, demasiado tarde para poder compaginar la maternidad con la tarea de enfrentarse al virus en una UCI.
Sanitarios abandonados
Su caso es uno de tantos. Las enfermeras y el resto de sanitarios están cansados. Pero además empiezan a estar furiosos. Cansados del "héroes sin capa", ven como siguen pasando las semanas y en muchos Hospitales carecen de medios suficientes aún. En Madrid, ante la campaña del gobierno de Díaz Ayuso en el reparto de una mascarilla a cada madrileño, los sanitarios recuerdan que siguen sin medios.
Por cierto, 1,1 millones de mascarillas para los sanitarios (incluidos servicios de limpieza, trabajadores de residencias, administrativos, etc...) nos dan para 12 días.
— Mónica García (@Monica_Garcia_G) May 10, 2020
Pero que la seguridad de los profesionales no te arruine una buena campaña.https://t.co/UhmoFyhl7y
Si España tiene una de las mayores tasas de mortalidad del mundo por COVID-19, también cuenta con el dudoso registro de tener el mayor porcentaje de sanitarios infectados, a falta de los datos de Cataluña que no han sido entregados. Si hubiera que sacar un rostro de esta estadística, sería mujer y sería andaluza. Son los sanitarios andaluces los que se llevan la palma en proporción a los contagios totales con casi un 30%, entorno a 4.275 profesionales.
Y esto tiene motivos claros: precariedad laborar, falta de medios de seguridad y deficientes protocolos. A medida que pasan las semanas, salen a la luz nuevas vergüenzas. El más reciente, desde el Hospital de la Costa del Sol, desde donde llega un nuevo escándalo con la distribución al personal sanitario de más de 8.000 "mascarillas quirúrgicas caducadas, en algunos casos se trataban de lotes del año 2009", revelan desde el Sindicato Andaluz de Enfermería, SATSE, incidente que se suma a otro similar en el distrito sanitario de la Axarquía, también en Málaga.
"La falta de responsabilidad de surtir a los profesionales del material adecuado y verificado independientemente de su procedencia, está llevando a Andalucía a contar con el mayor número de profesionales sanitarios contagiados", lamentan desde el sindicato.
A este último caso hay que añadir la distribución por parte de la Consejería de Sanidad de otro lote de miles de mascarillas defectuosas que llevó al presidente andaluz Juanma Moreno a admitir que "nos timaron, nos la colaron", el pasado 7 de mayo. Hay también polémicas en la gestión intrahospitalaria, el propio SAS acaba de abrir una investigación al Hospital Virgen Macarena de Sevilla por los contagios de sanitarios y a finales de abril, la Inspección de Trabajo de Andalucía admitió la denuncia de los enfermeros por la falta de materiales adecuados.
"También en la Conferencia Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) hemos interpuesto una querella criminal contra el Ministerio de Sanidad y a la cadena de comercio y compras que deriva del ministro", explica Gabriel del Pozo, Secretario General de CESM.
Enfermedad laboral no es igual que una baja
Otra de las reclamaciones de la comunidad sanitaria, ha recibido este fin de semana el espaldarazo de la OMS, que ha solicitado que se reconozca a los más de 30 mil batas afectadas por COVID-19 con el grado de "enfermedad laboral". También la OMS propone que se les reconozca como "profesión de riesgo", al igual que sucede con bomberos o policías, lo que generaría beneficios de cara a una jubilación anticipada.
Por el momento, en España, reciben el mismo tratamiento que una baja por accidente común.
"Nos preocupa la salud de los sanitarios afectados, que puedan tener consecuencias futuras, por ejemplo fibrosis, que es una secuela con muchas probabilidades de surgir".
El CESM está en pie de guerra, Del Pozo evidencia la falta de sintonía con la clase política que no solo no ha asegurado medios esenciales como EPIs a los trabajadores, sino que, además, "ahora quieren culpabilizarnos de los efectos de la pandemia, ahora pasamos de héroes a villanos, quizás sea una manera de querer autoexculparse de sus responsabilidades".
La discrepancia es tal, que ni siquiera coinciden en cifras, según los Colegios de Médicos y Sindicatos hay más de 50 muertos, pero los datos de Sanidad solo cifran unos 36, Del Pozo sí avala sus cifras y cómo se han obtenido, pero las Administraciones por el momento no han aclarado este punto.
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— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) April 24, 2020
El día de la enfermería debe servir para poner el foco en las debilidades de un sistema que, a pesar de ellas, se mantiene lejos del colapso. Si la sociedad paga con su confinamiento, los sanitarios pagan con su riesgo. Ahora que la estrategia de Sanidad señala a la capacidad de contención de la Atención Primeria, vale recordar la continua desescalada —esta sí que es unánime— de fondos para este sector en las últimas décadas, o el éxodo de nuevas enfermeras al extranjero por la precariedad en España, y recordar las palabras de Florence Nightingale, pionera de la enfermería moderna: "Los héroes más grandes son los que cumplen con su deber en la rutina", pues eso, no los olvidemos.