El Sistema Nacional de Salud español enfrenta un inmenso desafío: hacerle frente a la peor pandemia que haya vivido Europa y el mundo en los últimos 100 años. Médicos y enfermeras se mantienen en la primera línea de fuego para combatir a un enemigo invisible y poco conocido que ya se ha cobrado la vida de más de 9.000 personas y ha contagiado a otras 100.000.
Cinco meses antes de explotar esta emergencia sanitaria en España, el médico de familia Javier Padilla alertaba en su libro ¿A quién vamos a dejar morir? (Capitán Swing, 2019) que el Sistema Nacional de Salud arrastraba una "fatiga crónica".
Sputnik conversa con este médico español sobre el diagnóstico que hace del Sistema Nacional de Salud de su país y el tratamiento que le recetaría.
—"¿A quién vamos a dejar morir?", es el título de su más reciente libro, publicado apenas cinco meses antes de llegar el coronavirus a España. Ese título pareciera premonitorio porque muchos médicos que ahora están en la primera línea de combate, lamentablemente, deben decidir a quién poner el respirador, a quién priorizar. ¿Por qué tituló su libro así?
—El título del libro, en principio, hace referencia a cómo todas las políticas que se llevan a cabo, no solo las políticas en materia sanitaria, sino en materia de empleo, educación, igualdad y renta acaban influyendo en la vida de las personas.
—¿Estaba el Sistema Nacional de Salud español preparado para enfrentar una pandemia de esta magnitud? ¿Era previsible su colapso en una situación así?
—Ningún sistema sanitario estaba preparado para esto, ninguno. Los únicos que tenían una mayor capacidad de respuesta, como se ha visto, eran los países que ya habían sufrido situaciones parecidas con el MERS o con el SARS, que eran los países del este de Asia. Ahora bien, una cosa es que ningún sistema estuviera preparado y otra es que el sistema de salud en España podría estar mejor preparado.
—En esta crisis sanitaria aflora también el debate político-ideológico. El Partido Popular acusa al Gobierno Nacional de mala gestión y desde partidos de izquierda denuncian al PP por haber dejado una pesada herencia ¿Quién tiene la razón?
—A nivel estatal, durante la gestión del PP se produjo una caída del 20% en lo sanitario, y esos son datos que están en la estadística de gasto sanitario público. Sí que es cierto que se puede jugar viendo cuándo pone uno el límite de la fecha. La caída fue generalizada desde 2010. En el año 2011 hubo el cambio de Gobierno, dejó de gobernar Rodríguez Zapatero, y pasó al de Mariano Rajoy. Entonces, la defensa de ausencia de recortes solo se puede hacer intentando trastocar cuáles son los años para ver si de alguna manera nos cuadran mejor de forma artificial.
Pero, además, los recortes presupuestarios no han sido el único problema, también la forma cómo se distribuyen los presupuestos, en cómo se incrementó el gasto en lo privado y se disminuyó la inversión en recursos humanos. Los datos son los que son.
—Sin embargo, el PP se defiende, pone como ejemplo a la Comunidad de Madrid y recuerda que fueron ellos quienes abrieron siete hospitales, los que hoy están atendiendo a víctimas del COVID-19.
—Sí, en Madrid se abrieron siete hospitales, pero el número de camas que tenía la población seguía siendo el mismo ¿por qué? porque optaron por un modelo de colaboración público-privada que básicamente se fundamentaba en hipotecar al sistema público.
—¿Y por qué pasó con los centros sanitarios de colaboración público-privada?
—Lo que ocurrió es que los centros del llamado modelo hipoteca se beneficiaron del blindaje de financiación del sistema a 20 años. Ese modo de financiación establecía incrementar anualmente el IPC, la variación interanual, más dos puntos. De forma que cada año lo que se paga a ese centro tiene que aumentarse el IPC más dos puntos. ¿Qué ocurrió? que cuando llegó el 2010, con la caída del gasto presupuestario sanitario y la necesidad de realizar recortes, los centros públicos tuvieron que asumir los recortes que les tocaba, pero también los recortes que le tocaban a los centros privados, porque los de gestión privada no se podían recortar porque por contrato estaba blindado su modelo de financiación. De tal forma que la implementación de este tipo de centros de gestión privada ha supuesto, al fin y al cabo, un debilitamiento en la financiación de centros de gestión pública.
—¿Qué papel están jugando las clínicas privadas en esta emergencia sanitaria?
—En teoría, al día de hoy, están puestas al mando de ministerio de Sanidad, lo que pasa es que parece ser que el nivel de ocupación en las privadas no está siendo el mismo que en la pública. Sí que es cierto que ahora mismo la mayor necesidad se encuentra en el número de respiradores y en el número de personas que manejan los respiradores.
—¿Cómo se entiende que en medio de esta emergencia sanitaria sin precedentes algunas clínicas privadas hayan reducido sus plantillas, hayan pedido a su personal pedir vacaciones no pagadas o incluso algunas de ellas hayan dicho que cerrarían?
—Esto solo se entiende pensando en que los servicios sanitarios privados no son lugares que velen por el bien común, sino que velan por sus intereses, por la cuenta de resultados de los accionistas que lo sostienen. No podemos esperar de la sanidad privada ningún tipo de sacrificio voluntario para mejorar la salud colectiva, por más que estemos en una situación de pandemia.
—En su libro, usted cita los ejemplos del Reino Unido, Italia y España para hablar de desmantelamiento del Estado ¿Qué similitudes encuentra ahora entre estos tres países seriamente golpeados por el COVID-19?
—Reino Unido, Italia y España son tres países que tienen una tradición que han basado su sistema de protección social en la universalidad. Es por eso que el mayor riesgo al que se han enfrentado estos sistemas a la hora de sobrellevar la crisis económica ha sido perder el concepto de universalidad.
—¿Y en Italia?
—En Italia el proceso de privatización ha sido más llamativo, especialmente en las regiones del norte del país, especialmente en los años pre-crisis.
—Muchas veces se ha denunciado que gran parte de los médicos españoles trabaja con contratos temporales ¿cuál es la realidad de los sanitarios hoy día?
—La temporalidad es uno de los problemas más graves en el sistema sanitario de España. Estamos hablando de contratos temporales entre los médicos en un 40% y muy superior en el ámbito de la enfermería. Así no se puede llevar a cabo ningún tipo de planificación ni de práctica sanitaria de calidad.
—Usted recuerda en la primera parte de su libro que en 2012 muchos balcones de Madrid lucían sábanas blancas como forma de manifestar su defensa a la sanidad pública porque unos meses antes el Gobierno del Partido Popular manifestó su intención de otorgar la gestión de seis hospitales a empresas privadas. Hoy, los balcones vuelven a ser protagonistas y a diario se aplaude la labor de los sanitarios ¿Bastarán estas manifestaciones para saldar la deuda con el Sistema Nacional de Salud y sus trabajadores?
—Yo creo que las manifestaciones de los balcones son el reflejo de que hay una mayoría social que considera que la sanidad pública de la colectividad es uno de los mayores beneficios que podemos darnos entre todos y todas. Pero, esto no vale solo con los aplausos. Esto tiene que ser convertido. Vaticino que cuando esto termine va a abrirse un período de conflictividad laboral entre las instituciones y los trabajadores sanitarios.