El equipo internacional analizó los datos del genoma de 89 individuos que vivieron entre 500 y 9.000 años atrás. El análisis incluyó a representantes de civilizaciones de los Andes de las que no se había hecho investigación genómica anteriormente, como la moche, la nazca, la wari, la tiwanaku y la inca.
Según los autores, el nuevo estudio amplía los hallazgos previos y ofrece un retrato mucho más completo. Los investigadores son "finalmente capaces de ver cómo la estructura genética de los Andes evolucionó con el tiempo", indicó Nathan Nakatsuka, autor del estudio.
La separación genética de la población antigua
Los análisis revelaron que hace 9.000 años, los grupos que vivían en el altiplano andino se diferenciaron genéticamente de los que llegaron a vivir a lo largo de la costa del Pacífico.
Todas estas diferencias halladas pueden observarse hoy en día entre las poblaciones de estas zonas.
Después de ese tiempo, se produjo el flujo de genes entre todas las regiones de los Andes, aunque se redujo drásticamente hace 2.000 años, reveló el equipo.
Los desplazamientos antiguos, según los datos genéticos
El equipo descubrió intercambios genéticos tanto dentro de los Andes como entre las poblaciones andinas y no andinas.
Los investigadores descubrieron que los pueblos antiguos se desplazaban entre el sur del Perú y las llanuras argentinas y entre la costa norte del Perú y el Amazonas, en gran medida evitando las tierras altas.
Entre los ejemplos más interesantes está el hallazgo de una antigua ascendencia de la costa norte no solo alrededor de Cusco (Perú), sino también en un sacrificio de niños en el sur de los Andes, en Argentina.
"Esto podría ser visto como evidencia genética para la reubicación de individuos bajo el dominio inca, una práctica que conocemos por fuentes etnohistóricas, históricas y arqueológicas", explicó Lars Fehren-Schmitz.
Continuidad genética a largo plazo
Por otro lado, los análisis revelaron que múltiples regiones mantuvieron la continuidad genética durante los últimos 2.000 años a pesar de las claras transformaciones culturales.
"Para nuestra sorpresa, observamos una fuerte continuidad genética durante el auge y la caída de muchas de las grandes culturas andinas, como la moche, la wari y la nazca", señaló Nakatsuka.
Los investigadores encontraron dos excepciones de esta tendencia de continuidad: los vastos centros urbanos de las culturas tiwanaku e inca.
En lugar de ser bastante homogéneas genéticamente, las regiones capitales de estas civilizaciones eran cosmopolitas, albergando gente de muchos orígenes genéticos, según el equipo.
"Estas regiones tienen cierta similitud con lo que vemos ahora en lugares como la ciudad de Nueva York y otras grandes ciudades donde personas con muy diferentes ancestros están viviendo una al lado de otras", señaló Nakatsuka.
El estudió se publicó en la revista Cell.