Confección de tapabocas; reparto de insumos médicos; utilización de aviones y helicópteros para traslados de connacionales varados en otros países... algunas de las tareas de los militares en medio de los esfuerzos para frenar la propagación del nuevo coronavirus, causante de la enfermedad COVID-19, que ya deja unas 500 personas muertas en la región.
Se les da también creciente participación en el control de cuarentenas y toques de queda dispuestos por las autoridades, e incluso en algún caso al mando de las tareas de seguridad pública, con la propia Policía como subordinada.
La medida "permite una valiosa y necesaria colaboración de las Fuerzas Armadas para enfrentar mejor esta crisis", dijo Piñera.
En Brasil, unos 18.000 militares forman parte de la estrategia del Gobierno contra el COVID-19, según informó el 31 de marzo el Ministerio de Defensa.
Aunque el presidente Jair Bolsonaro se ha mostrado pasivo e irresponsable frente a la pandemia —a la que calificó de "gripecita"— y su inacción es tapa de todos los diarios del mundo, ordenó el despliegue de la Fuerza Nacional, un cuerpo especial integrado por policías militares que durante 60 días reforzará la seguridad para garantizar el funcionamiento de hospitales y centros de salud.
Recurrir a las FFAA en tareas que no son las que realizan habitualmente es una política cada vez más extendida en la región y se relaciona con una transformación de esta institución en "fuerzas multipropósito", dijo a Sputnik el académico uruguayo Julián González Guyer, especialista en temas militares.
Con diferentes alcances y características, también Colombia, Ecuador y Venezuela han encargado a las FFAA la seguridad pública.
En Argentina, el presidente Alberto Fernández ordenó que los 90.000 integrantes de las FFAA estén dedicados exclusivamente a colaborar en la lucha contra el COVID-19.
Según González Guyer, un aspecto para tener en cuenta es el carácter de excepcionalidad de la participación de los militares en estas tareas, para evitar la tentación de que continúen al frente una vez superada la pandemia.
"Depende de los gobiernos; es una responsabilidad política", afirmó el especialista, doctor en ciencias sociales por la Universidad de la República.
No se puede olvidar que apenas unas décadas atrás los militares encabezaron dictaduras por toda la región.
Una guerra nueva
La llegada del coronavirus a la región encuentra a los militares, acostumbrados a colaborar ante catástrofes naturales u otros eventos excepcionales pero originalmente preparados para la guerra, al frente de tareas menos asociadas a las armas, las estrategias bélicas y los combates, como la confección de tapabocas y la elaboración de alcohol en gel.
Las FFAA de países como Argentina, Brasil y México han puesto a disposición sus efectivos, hospitales y hasta aviones y helicópteros, para ampliar la asistencia a personas con síntomas de COVID-19, como para repatriar a connacionales varados en otros países en pleno cierre global de fronteras.
Pero estas mismas acciones exponen a los militares a contagiarse de la enfermedad que combaten.
Sputnik corroboró que efectivos venezolanos que se encuentran resguardando las áreas COVID-19 de los hospitales no cuentan con equipos de protección para evitar contagios.
Algunos cubren sus rostros con pañuelos, otros con tapabocas reutilizados y muy pocos llevan guantes.
También en Brasil, Colombia y Ecuador hay casos confirmados de militares y policías con COVID-19, mientras que en Bolivia hay más de 20 policías en aislamiento por sospecha de contagio, pero sin que hasta el momento se confirmara que están infectados por el patógeno.