Egipto tuvo una turbulenta historia en el plano político durante la Guerra Fría. Tras el derrocamiento de su monarquía alineada con el bloque capitalista en 1952, el país árabe surgió como un nuevo aliado de la URSS.
Y es que la ayuda soviética era generosa en precio como en cantidad, a menudo hasta el punto de cancelar la deuda por dificultades de pago. Sin embargo, aun así las fuerzas egipcias no lograron vencer a su entonces odiado vecino, Israel, con el armamento ruso en las múltiples guerras que surgieron entre ambos bandos debido una mala táctica de guerra.
No obstante, la URSS siguió enviando armamento a Egipto, a pesar del rumbo antisocialista que el país tomó en 1970 desde la llegada al Gobierno del presidente Anwar Sadat. Especialmente, de cara a la guerra de Yom Kipur en la que El Cairo volvía a enfrentarse a su acérrimo enemigo en octubre de 1973.
En un principio Sadat negó haber enviado unidades de MiG-23 a Estados Unidos, hasta que la realidad lo puso contra las cuerdas. Esto es lo que relató en sus memorias el que fue jefe del Estado Mayor, Saad Shazly, tras ser despedido y exiliado de Egipto:
"Cuando a finales de la década de 1970 empezaron a surgir informes de que Sadat había llegado a entregar cuatro aviones de combate MiG-23 a Estados Unidos, Egipto lo negó con indignación. El 26 de abril de 1984 la muerte del general de la Fuerza Aérea de EEUU Robert Bond mientras pilotaba un MiG-23 confirmó el secreto que el propio Sadat se había avergonzado de confesar ", explicaba Shazly.
Hoy en día el MiG-23 permanece en servicio en muchas unidades de reserva rusas, y sus variantes actualizadas siguen desplegándose en algunos de los antiguos clientes de la antigua Unión Soviética, como son Siria, Corea del Norte y Etiopía.