En la revista bimensual de corte sionista, The National Interest, Robert Kaplan, conspicuo consultor del Pentágono, advierte sobre el inevitable mundo neomaltusiano del siglo XXI de pandemias, cambio climático y luchas geopolíticas.
Kaplan, un neomaltusiano consuetudinario, reinterpreta a su inspirador y deduce que un mundo sobrepoblado tendrá una dinámica geopolítica distinta y sumamente ominosa cuando las pandemias, como ahora la COVID-19, serán los ineludibles acompañantes naturales del inescapable mundo neomaltusiano.
En 1798, casi 10 años posteriores a las turbulencias de la Revolución francesa, el economista y demógrafo británico Thomas Malthus, en su muy discutido y discutible Ensayo sobre el principio de la población, vaticinó en forma errónea —por lo menos en los pasados 222 años— que la población aumenta en forma geométrica, mientras el suministro de alimentos se incrementa únicamente en forma aritmética.
En la reinterpretación sui generis de Robert Kaplan, Malthus imaginó que la enfermedad, la hambruna y la calidad miserable de vida entre los indigentes, todo sumado de una pésima urbanización, tendrían efectos políticos deletéreos.
En el mundo neomaltusiano del coronavirus, Kaplan juzga que el economista/demógrafo británico del siglo XVIII "ayudó a introducir el tema de los ecosistemas en la filosofía política contemporánea".
A su juicio, Malthus vislumbró primordialmente al hombre como una especie biológica afectada por las condiciones naturales y las densidades en las que habitamos al planeta.
Kaplan opera malabarismos sofistas cuando alega que "quizá la razón por la cual Malthus siempre ha sido denunciado de estar equivocado es debido al mordaz temor que existe de que en un cierto nivel básico tiene razón".
Kaplan no propone la despoblación obligada y/o voluntaria ni la eutanasia ni la eugenesia, pero se queda a un paso de sus umbrales cuando enfatiza que "un mundo más poblado tendrá una dinámica geopolítica diferente y potencialmente peligrosa".
Es evidente que opera una distinta "dinámica geopolítica" poblacional cuando se contrastan los siete millones de habitantes de Israel a los 1.800 millones de los 57 países que conforman la Organización de la Conferencia Islámica, no se diga los 1.400 millones de China y los 1.300 millones de la India.
Aporta una perogrullada sobre la "escasez del agua y la desertificación, ecos de antecedentes ambientales en la Primavera Árabe y en la Guerra de Yemen", donde los "jóvenes masculinos en los países más frágiles" son "quienes causan las revueltas políticas".
Sentencia que la "naturaleza es ahora un factor que de cierta forma no existía durante la guerra fría entre EEUU y la URSS", y que, en el mundo neomaltusiano de hoy, "las rivalidades de las grandes potencias entre EEUU y China y entre EEUU y Rusia serán elementos interactivos dentro" del "desorden mundial" más que sus "primeros instigadores".
Aduce que las "pandemias, como la letal influenza española de 1918, serán el acompañante natural del mundo neomaltusiano", como el coronavirus de China "que constituye el evento geopolítico más significativo desde la gran recesión de 2008 y 2009 y que amenaza la reputación y quizá eventualmente la supervivencia de algunos regímenes".
Enfatiza que "el cambio climático y las crecientes poblaciones no provocan guerras y levantamientos", pero "interactúan con causas sectarias, étnicas y políticas, empeorándolas". Argumenta que las redes sociales no están directamente relacionadas al crecimiento de la población y a la urbanización, pero intensifican sus efectos, al incitar la sicología de las masas y el "instinto borrego".
Sobre la sicología de las masas, el universalista francés Gustave Le Bon se adelantó un siglo a Kaplan.
Kaplan padece agorafobia —pánico obsesivo-compulsivo a los espacios abiertos— del "mundo neomaltusiano del siglo XXI", donde "existen lugares habitados por extensas conurbaciones urbanas, en lugares ambientalmente frágiles donde los seres humanos en amplios números nunca pensaron vivir en primer lugar" y que "exacerbarán las supertormentas, los terremotos, las sequias, las inundaciones y los incendios" y, para cerrar con broche de oro, la vorágine de las pandemias: ¡Apocalipsis Ahora!, según Kaplan.
Juzga que la geopolítica continuara a cambiar en varios formas directas, indirectas y ambiguas, conforme la especie humana se incremente a 11.000 millones antes de estabilizarse".
¿No conviene que de nueva cuenta se equivoque Malthus, 222 años mas tarde, ahora de la mano de su reinterprete escatológico Kaplan?
Cabe destacar que también Kaplan se equivocó con su anarquía de hace 26 años, cómo se equivocó tremendamente su coetáneo sensacionalista: el nipón estadounidense Francis Fukuyama y su alucinante Fin de la Historia con su histeria.