¿Se puede escribir de algo que no sea del coronavirus? ¿No se estará produciendo un hostigamiento mediático sobre el tema? En lo personal, teniendo claro lo que mi familia y yo debemos hacer para cumplir con las normas que ha dictado la Organización Mundial de la Salud para evitar el contagio y la expansión, he decidido no seguir leyendo miles y miles de recomendaciones de todo tipo que llegan, incluso algunas bastante contradictorias.
Es loable el afán de informar acerca de la expansión de la enfermedad, los avances en términos científicos para enfrentarla y las probables repercusiones que este acontecimiento tendrá a futuro para toda la humanidad.
He tratado de imaginarme el alcance de lo que esta situación pueda significar para la humanidad y me resulta imposible llegar hasta el final. Por supuesto, lo hago desde la perspectiva de lo que siempre he sido y lo que soy, de lo que siempre he pensado y de lo que pienso. Ya lo escribí la semana pasada, pero lo quiero repetir: esta es una guerra del capitalismo contra la humanidad.
Es expresión de su declive, de su incapacidad de ofrecer soluciones a los problemas de los ciudadanos y del afán de una minoría de incrementar la riqueza y el lucro a costa del aplastante conjunto de ciudadanos excluidos de los beneficios mínimos necesarios para vivir dignamente durante los 60, 70 u 80 años en que —casi milagrosamente— transitamos por la faz del planeta.
Se ha sabido por ejemplo que el empresario mexicano Carlos Slim, dueño de la cuarta mayor fortuna del planeta, donó 40 millones de dólares para la lucha contra el coronavirus, plausible actitud que es expresión de las grandes posibilidades que tienen estos señores de ayudar a solucionar los problemas que encara el planeta.
El tema es que si el señor Slim donara esa misma cantidad diariamente durante 3 años, todavía le quedarían alrededor de 20.000 millones de dólares, lo cual le permitiría gastar un millón de dólares diarios durante los próximos 55 años. No creo que el señor Slim viva tanto, tampoco que ese dinero le permita comprar la felicidad ni la vida eterna.
En 2015 el banco suizo UBS informó que "la fortuna media de los ultra-ricos alcanza los 3.700 millones de dólares (se refiere a las 1.400 personas en el mundo que tienen patrimonios superiores a los 1.000 millones de dólares), cuando 800 millones de personas viven en distintos continentes, según el Banco Mundial, con 1,90 dólares diarios. En 2019, las cifras recogidas por Oxfam revelan que los 2.153 multimillonarios más ricos poseen más capital que lo que pueden acumular 4.600 millones de los más pobres del planeta.
Por eso, el virus de la pobreza y la marginación que aqueja al planeta no tiene solución en el capitalismo. Solo me pongo a pensar que va a ocurrir en las cárceles, en los campamentos de migrantes, en las fuerzas armadas, donde la gente está obligada a vivir hacinada o concentrada. ¿Cómo va a enfrentar Estados Unidos esta crisis si sigue empecinado en continuar las guerras? ¿Qué va a pasar en sus portaviones, o en sus submarinos nucleares?
Al mismo tiempo que las Fuerzas Armadas españolas piden ayuda desesperada a la OTAN para enfrentar el coronavirus, esta organización preparaba ejercicios militares amenazadores contra Rusia, país que ha desarrollada un impresionante puente aéreo para ayudar a luchar contra el coronavirus en Italia, país miembro de la OTAN. ¿No les parece un contrasentido? ¿No es esto expresión máxima de la irracionalidad capitalista? ¿Cree alguien que con estos líderes se puedan solucionar los problemas de la humanidad? Es algo digno de reflexión en estos días de encierro obligado.
En otra cara de la crisis, es realmente patético ver a las derechas de Venezuela y Nicaragua y a la gusanera cubana de Miami clamando por más sanciones y deseando mayor cantidad de víctimas para culpar a los gobiernos de esos países que en cada caso, cumpliendo las indicaciones de la OMS están haciendo la tarea mucho mejor que los sancionadores.
Finalmente, hablando de desatinos, no puedo dejar de referirme a la elección del secretario general de la OEA. En ella se concentra parte importante de la carencia de ética de las instituciones de la égida capitalista. En primera instancia fue una competencia entre traidores que en algún momento fueron ministros de Gobiernos de izquierda para ahora, hacer esfuerzos, uno por continuar, y otra por comenzar a servir a Estados Unidos.
No hay peor característica humana que la traición, hasta el enemigo abierto es más respetable que un traidor, pero cuando el afán de protagonismo y el ego lleva a algunos a "vender su alma al diablo" el repudio y el rechazo de la humanidad decente será su maldición de por vida. Hay que saber que "para cederle un lugar en su parnaso" como dijo Silvio Rodríguez, los traidores tiene que dar muestra suprema de deferencia y humillación, cosa que Almagro ha encarnado con orgullo y pasión.
Fue una votación carente de transparencia como denunció la embajadora de México, Luz Elena Baños, quien le dijo a Almagro que: "Su elección es una patética expresión de lo que cualquier MOE (Misión de Observación Electoral) observaría como 'malas prácticas'". Asimismo, denunció que Almagro utilizó dinero de la OEA para su campaña… y pensar que esta es la institución que avala las elecciones presidenciales en América Latina. ¡Sálvese quien pueda!
Cuando una buena parte de los países habían pedido que los comicios se pospusieran por la pandemia del coronavirus, el acto tuvo efecto ridículamente en una sala en la que los embajadores se pusieron guantes, pero no tapabocas.
A Espinosa le pagaron con su misma moneda. Su comando de campaña tenía el día anterior a la votación 16 "votos seguros" y probablemente 17 con lo cual se sentía indudable ganadora pero a última hora (literalmente) el dinero y la presión de Estados Unidos dieron vuelta a Bahamas y a Belice.
Mientras observamos con pavor que el coronavirus avanza en Occidente, vemos con alegría como China y otros países asiáticos merced a su organización social, el respeto y confianza en sus autoridades y una gran disciplina ciudadana va saliendo adelante y venciendo al virus.
Al final, sería deseable una reflexión para que cada persona de buena voluntad saque sus propias conclusiones de lo que somos y lo que podemos ser, de cómo vivimos y de cómo podríamos vivir, pero necesariamente, al observar el entorno, tendríamos que concluir que "otro mundo es posible". Nos lo dicen los cielos limpios del planeta y los canales de Venecia nuevamente llenos de aves y peces que nos muestran la belleza de un mundo que debemos salvar para nosotros y para nuestros hijos.