Como si se tratara de una receta de cocina –a ese nivel de simplificación lo llevó el inquilino de la Casa Blanca–, un Donald Trump flanqueado por el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, salió a anunciar lo que entre ambos venían cocinando desde hace tiempo y que dio en llamar con pompa, 'El acuerdo del siglo'. Un acuerdo destinado para dos partes en conflicto, de las cuales sólo una participó, y que casualmente es la más beneficiada.
Con dejo mesiánico y magnánimo, y como si nadie más tuviera algo que decir al respecto, como la propia Palestina, y en todo caso, Naciones Unidas o la comunidad internacional, comenzó diciendo: "El domingo, entregué al primer ministro [de Israel, Benjamín] Netanyahu mi visión para la paz, prosperidad y un futuro mejor para israelíes y palestinos".
Cual promoción de uno de sus edificios en construcción, agregó: "Mi visión presenta una oportunidad de 'win-win' para ambas partes, una solución realista de dos Estados que resuelve el riesgo del Estado palestino para la seguridad de Israel". En otras palabras, vino a decir "aquí mando yo, y se hace lo que yo digo", algo que se acerca más a lo dictatorial que a lo democrático, en el presidente de un país que se jacta de exportar democracias.
A Palestina le ofrece, y sin muchas especificaciones, un trozo residual de Jerusalén Oriental como capital; duplicar el territorio bajo su control; y unas cuántas parcelas de tierra en el sur de Israel, pero sin definir bajo qué jurisdicción. El changüí incluye un millón de nuevos puestos de trabajo y triplicar el PIB.
"Este plan de paz tiene 181 páginas y es curioso que de esas 181 páginas, 124 remiten a cuestiones económicas, administrativas-técnicas, y sólo 52 páginas remiten a las cuestiones verdaderamente más relevantes, políticas, de derecho internacional, de estatus de Jerusalén, de la cuestión de las personas refugiadas, colonias, fronteras, etc", detalla el profesor.
Y mientras Amnistía Internacional instó a la comunidad internacional a rechazar las medidas improcedentes del presidente de EUUU, Francia, a través de un comunicado de la cancillería, saludó los esfuerzos de Trump y prometió estudiar cuidadosamente su plan de paz.
En tanto, el secretario general de la Yihad Islámica Palestina, Ziad al-Najala, fue contundente: "Aquellos que vienen de clubes nocturnos opinan que pueden cambiar la historia y las creencias tal como cambian la decoración de su hogar, o hacer que las naciones olviden simplemente su cultura".
En este sentido, Ramos Tolosa indica que "en las redes sociales, desde diversos sectores, al acuerdo se lo está rebautizando como 'fraude del siglo', o incluso 'robo del siglo'".
El profesor subraya que "lo cierto es que estas cuestiones relacionadas con 'acuerdos', 'planes', o 'negociaciones de paz', parece ya un género de ciencia ficción, de literatura o de cine, porque realmente no tiene ninguna plasmación en la realidad, más allá de servir de cortina de humo para que el Estado de Israel pueda seguir colonizando más territorios y sofisticando su régimen de Apartheid".