"La estrategia de no confrontar a Trump parece beneficiar a López Obrador", dijo a Sputnik José Buendía, profesor del Instituto Tecnológico de Monterrey y doctor por la Universidad Complutense de Madrid.
Buendía señala que la administración mexicana adoptó una actitud de "mejor no pelear ni exponerse con Trump, cuyo liderazgo es exacerbado e impredecible, y ha optado por evitar chocar para mantener la convivencia".
Pero el escenario se complicó cuando el magnate republicano amenazó con imponer aranceles a las exportaciones mexicanas en mayo pasado si no se adoptaban controles a los migrantes.
El canciller Marcelo Ebrard eludió las amenazas y firmó el 7 de junio un acuerdo migratorio, en el que pidió 90 días de plazo para contener hasta en 70% el flujo de indocumentados.
La familia le pidió a Trump designar como "terroristas" a los cárteles mexicanos y el líder republicano respondió que lo haría, lo que podría haber posibilitado incluso acciones militares en el territorio mexicano que prendió las alarmas en el Palacio Nacional.
En ambos casos, López Obrador, quien llegó al poder con las banderas de la izquierda nacionalista del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), logró minimizar los alcances de estos anuncios en una reunión con el fiscal general William Barr.
Las cifras oficiales anuales indican que el comercio bilateral que supera los 610.000 millones de dólares, favorece a México que exporta más de 365.000 millones e importa 345.000 millones de dólares.
El límite de evitas pleitos
A López Obrador le gusta contar que le dijo a Trump en una llamada telefónica que "para un pleito se necesitan dos" y que no cuente con él para una pelea.
Pero esta habilidad de evitar confrontaciones puede acarrear también consecuencias negativas, explicó a Sputnik el profesor especializado en relaciones internacionales del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), Jorge Schiavon.
"Para México, el peligro real es que se transforme su política exterior en una relación uno a uno con EEUU, seguir pensando que las relaciones mexicanas con el mundo se reducen a Washington", dijo el especialista en la diplomacia regional norteamericana.
Schiavon recordó que para México "históricamente la máxima prioridad de su política exterior ha sido la de contener en lo posible la interferencia estadounidense" y eso ocurrió desde la larga hegemonía de nueve décadas del Partido Revolucionario Institucional (1910-2000).
Sin embargo, la longeva formación que surgió de la Revolución Mexicana de principios del siglo XX mantuvo una independencia que le evitará ser intervenido, como ocurrió en otras naciones del vecindario latinoamericano.
Las amenazas de Trump de construir un muro fronterizo que encabezaron sus promesas de campaña en 2016 y reaparecen en su plan de reelección o de cerrar fronteras e imponer aranceles hicieron mella en una de los ejes del plan del Gobierno de López Obrador: su política migratoria.
El líder mexicano y su canciller Marcelo Ebrard sufrieron mucho para convencer a su vecino acerca de la modificación de su política migratoria de puertas abiertas para los centroamericanos que cruzan rumbo a la frontera sur estadounidense.
"Trump ha utilizado el tema migratorio como una de sus principales banderas electorales, lo que genera una enorme vulnerabilidad para México", estima Schiavon.
En un año electoral por la Casa Blanca como es 2020, con un juicio político en medio, puede resultar un juego bastante riesgoso, alertó.
Lo mismo podría ocurrir en este país, donde a pesar de la popularidad arriba de los 60 puntos, López Obrador comience a padecer deserciones entre los soportes que lo llevaron al Palacio Nacional, entre otras, las respetadas organizaciones civiles defensoras de derechos humanos de migrantes.