Uno de los más graves problemas de la UE tiene ya, al menos, una fecha de caducidad. El Brexit se hará realidad, aunque la modalidad del divorcio entre Reino Unido y sus 27 exsocios se discutirá durante meses. Esa negociación, que puede desembocar en un acuerdo amigable o en una salida brutal es ya un asunto secundario.
Las cuotas de pesca, las tarifas aduaneras y otras cuestiones económicas pasarán a un segundo plano, porque la verdadera preocupación será la seguridad interior en territorio comunitario y la futura relación en asuntos de defensa.
Los europeos pueden estar seguros, además, de que su rivalidad comercial y diplomática con Estados Unidos y China se verá también mermada por la intensificación de los lazos entre Londres y Washington, que el primer ministro británico, Boris Johnson, y el presidente norteamericano, Donald Trump, han prometido reforzar.
Macron, al rescate
En el desmoralizado panorama europeo solo el presidente francés, Emmanuel Macron, parece querer sacar la cabeza del agua al Viejo Continente. Con una Canciller alemana pensando ya en su jubilación, Macron se ha convertido en el dinamizador de una Europa comunitaria al ralentí. La famosa locomotora franco-alemana está en huelga por intereses contrapuestos y Angela Merkel parece no querer que arranque en el mismo sentido de su antiguo y fiel aliado al oeste del Rhin.
La "muerte cerebral" de la OTAN fue una denuncia de Macron a ese seguidismo y un grito a favor de una mayor autonomía europea, que replantee también la estrategia de la alianza militar occidental. En la "no cumbre" de Watford, en Reino Unido, no se llegó a acuerdos concluyentes y la reunión se zanjó con un poco original recordatorio de que el enemigo sigue siendo Rusia.

Emmanuel Macron se lo dijo claramente al Secretario general de la OTAN, Jens Stoltemberg: "Rusia no es una amenaza". Una actitud de Macron que enlaza con su idea de volver a "arrimar" Rusia a Europa.
Acercamiento a Rusia
El deshielo francés con Moscú es uno de los objetivos del dirigente galo desde su llegada al poder en 2017, sin dejar de mantener una opinión crítica hacia el Kremlin en algunos apartados. La cita de Bregançon, en paralelo al G7 de Biarrtiz, y la reanudación de las negociaciones en el formato Normandía sobre Ucrania son iniciativas que tendrán su desarrollo en 2020.
Macron no cejará en 2020 en su empeño de mejorar las relaciones con Moscú, a pesar de las presiones domésticas y foráneas. Lo ha repetido mil veces: la resolución del conflicto de Dombas y, por supuesto el futuro de Siria, necesitan la coordinación con Rusia.
Incoherencia ante China
Una de las razones que Emmanuel Macron esgrime también para justificar su actitud es evitar que Moscú gire definitivamente su mirada hacia Pekín. Las relaciones de la Unión Europea con China constituyen otro ejemplo de incoherencia comunitaria.
Los países de Europa, que durante décadas han visto en la potencia asiática un simple 'mercado-eldorado', comprueban ahora que el gigante comercial se ha convertido también en una potencia tecnológica, diplomática y militar que disloca y hace tambalear las pretensiones de cohesión de la Unión Europea.
En su última visita a Xi Jinping, en noviembre pasado, el presidente francés incluyó en su comitiva a un ministro y a varios empresarios alemanes. Una iniciativa simbólica que no fue correspondida por Berlín en el posterior viaje de Angela Merkel a Pekín. Mucho tendrán que acordar sus objetivos comunes los miembros de la UE si quieren llegar a la próxima cumbre UE-China de Pekín, en junio de 2020, con una posición de fuerza.
Estupor y despiste con EEUU
Con Rusia y China la UE mantiene desacuerdos profundos, pero al menos están claros y cada una de las partes sabe a qué atenerse. Con Estados Unidos los europeos lo tendrán más difícil. En muchas capitales europeas se unen plegarias religiosas y laicas para que Donald Trump no renueve su mandato en las elecciones de noviembre de 2020.
Es ya un tópico citar que cada año que comienza es "el año de todos los peligros". Pero para la Unión Europea ese cliché se hará evidente en 2020. El Brexit no es sino el ejemplo más evidente de su crisis. La ampliación de la UE parecía el único horizonte posible en los sueños comunitarios. El primer abandono de uno de sus miembros revoluciona un continente en duda tras la explosión de las actitudes nacionalpopulistas y euroescépticas dentro de sus filas.