En Francia, 'el 4 de agosto' no es solo una fecha; es un hito que recuerda ese día y ese mes de 1789 cuando la Asamblea Constituyente surgida de la Revolución decide abolir los privilegios feudales, de clase, de provincias o de corporaciones. Algunos comentaristas han utilizado ese acontecimiento para hacer un paralelismo con la situación actual; para describir la necesidad de vencer la resistencia a la reforma de las pensiones que prometió llevar a cabo el entonces candidato a presidente, Emmanuel Macron, hace ahora dos años y medio.
La comparación puede parecer exagerada, pero es un arma política argumental como otra cualquiera para enfrentar la protesta social de algunos sectores de empresas públicas que paralizan los transportes y la vida cotidiana de la mayoría de los trabajadores del país.
En este país hay trabajadores que disfrutan de pensiones que doblan o triplican la de otros operarios que hacen el mismo trabajo en el sector privado. Así, por ejemplo, los pertenecientes a las empresas públicas de gas y electricidad obtienen ahora una media de 3.980 dólares al mes de pensión.
Los empleados de los transportes públicos (metro y autobuses) pueden jubilarse a los 52 años con una pensión media de 4.107 dólares al mes; sus colegas de los ferrocarriles pueden dejar de trabajar a los 52 también, con unos emolumentos de 2.922 dólares. Los trabajadores de empresas privadas no alcanzan de media los 1.884 dólares al mes. La media francesa, todos los regímenes incluidos, no llega a los 2.217 dólares al mes. La edad media de jubilación está en los 63 años.
Pensiones de privilegio, pagadas por los más pobres
Nadie se extrañaría ni señalaría diferencias de trato si los regímenes llamados especiales o 'privilegiados' se sustentaran con las cotizaciones de sus adherentes. El problema es que esas suculentas pensiones están sufragadas con los impuestos pagados por aquellos trabajadores que cobran menos de la mitad cuando se jubilan. Es el Estado quien paga cada año más de 3.325 millones de dólares la empresa pública de ferrocarriles y casi 775 a la de transportes públicos para que los trabajadores de esas empresas puedan disfrutar de unas pensiones según lo decidido hace décadas.
Entre los 42 regímenes especiales de jubilación franceses el más añejo es el de los marinos. Fue Jean-Baptiste Colbert, cerebro de las finanzas de Louis XIV, quien creó este primer régimen de pensión del país para disfrute de marineros y navegantes que en esa época casi cien años antes de la Revolución, eran víctimas de heridas y enfermedades. Tres siglos más tarde, los marinos franceses han olvidado lo que es el escorbuto y navegan con tecnología pensada también para evitar accidentes de trabajo y facilitar sus operaciones más arriesgadas. Ello les da derecho a retirarse a los 52 años si han cumplido 37 de servicio. Los que realizan sus actividades en tierra, también.
Louis XIV vs Macron
Fue el mismísimo emperador Bonaparte quien instauró en 1800 un régimen especial de pensión para los trabajadores del Banco de Francia, 119 años más tarde los empleados del banco nacional pueden retirarse a los 55 años.
Hay que remontarse de nuevo a Louis XIV para encontrar el origen del estatus especial de los miembros de la Ópera de París (1698). Si bien puede ser comprensible que una bailarina se pueda retirar a los 40 años, quizá lo es menos en el caso de un administrativo, que puede disfrutar de la jubilación cinco años antes de la edad mínima oficial, fijada para todos los franceses en 62 años.
Si los sindicatos menos radicales, como el mayoritario CFDT, se han unido a la protesta es porque consideran que el Gobierno ha traspasado una línea roja con su propuesta de elevar a 64 años la edad para disfrutar de una pensión plena.
El gabinete del primer ministro, Edouard Philippe, considera que ese punto podría ser negociable, pero justifica su idea en el hecho de que con una demografía decreciente y con una esperanza vida cada día más elevada de los pensionistas la medida es necesaria para equilibrar financieramente el sistema y dejar de inflar el déficit.
Pensión mínima de 1.100 dólares
El Gobierno, además, introduce en su reforma medidas para las mujeres que antes perdían años de cotización por el nacimiento y cuidado de sus hijos; fija también en 1.100 dólares la jubilación mínima para aquellos sectores como la agricultura o el comercio cuyos trabajadores difícilmente llegan a disfrutar de pensiones que superen los 775 dólares al mes en la actualidad.
El nuevo sistema de pensiones francés no afectará a los nacidos antes de 1975 y la aplicación será progresiva. Las concesiones del Gobierno con respecto a las negociaciones preliminares no han frenado de momento a las organizaciones sindicales más radicales en el sector del transporte, que se niegan a perder su ventajoso régimen de jubilación.
El Gobierno perdió en el primer momento la batalla de la comunicación y espera ahora que, pese al caos de los transportes que puede amargar las Navidades de los franceses, los ciudadanos acabarán aceptando que la reforma es necesaria para —según el presidente— eliminar privilegios y frenar el déficit de esos regímenes históricos.