El 24 de junio los primeros ministros de ambos países, Edouard Philippe y Dmitri Medvedev, reanudaron las citas de jefes de gobierno tradicionales, que se interrumpieron durante la presidencia del socialista François Hollande. Fue la primera visita de un alto dirigente ruso a Francia desde mayo de 2017, cuando Macron recibió a Putin en Versalles.
De cara al próximo encuentro, el presidente francés explicó que la cita a orillas del Mediterráneo servirá para "explorar todas las formas de cooperación sobre los grandes asuntos de desestabilización o de conflicto, sin ingenuidad, pero sin cerrar la puerta".
El encuentro se producirá cinco días antes de la reunión del G7 —otro foro del que Rusia fue excluido— que se celebrará también en territorio francés.
En declaraciones a la televisión pública suiza (RTS) el 11 de junio indicó su deseo de "reiniciar una dinámica con Rusia y retornar al diálogo estratégico". De la misma manera, para presentar la cita de Bregancon, subrayó, también a la referida televisora que no hay que ser ingenuo (con Rusia), porque "todavía debe hacer esfuerzos".
Disenso sobre Ucrania y Siria
El conflicto en el este de Ucrania y lo que en Occidente se presenta como "la anexión de Crimea" sirven de justificación en la UE para mantener las sanciones comerciales a Rusia, las cuales ni apoyan ni entienden los propios ciudadanos europeos en su mayoría. Macron insiste en querer impulsar las negociaciones sobre Donbás en el formato de Normandía, según los acuerdos de Minsk, pero en ese punto sabe que la presión no puede ser ejercida solo sobre Moscú, sino que las exigencias deben recaer también sobre Kiev.
Emmanuel Macron se siente reforzado tras las elecciones europeas del 26 de mayo. Si en Francia su formación fue batida por el partido de Marine Le Pen, en la UE se erigió en el hacedor de reyes y el verdadero hombre fuerte del momento, ante la debilidad política de una Canciller alemana pendiente de su jubilación, pero que, en todo caso, es también partidaria del deshielo con Rusia. Son argumentos que le impulsan a intentar retomar un diálogo constructivo con Moscú, algo que tanto en la capital francesa como en la rusa están convencidos de su necesidad.
Invocaciones a de gaulle
París y Moscú tienen interés común en rebajar la tensión en el Golfo Pérsico y en insistir en lo peligroso de la presión estadounidense sobre Teherán, una vez que Donald Trump abandonara el tratado nuclear de 2015. El unilateralismo de Washington representa una amenaza que puede unir a Francia y Rusia. Pero eso debe suponer para Macron una cierta independencia de la UE y, sobre todo, de la OTAN.
Desprenderse de cierta tutela de Estados Unidos no parece tan difícil, especialmente ahora que Donald Trump amenaza a Francia con una guerra comercial. "Independizarse" de la OTAN es incluso más sencillo. Bastaría con eliminar, mediante hechos, la sensación de que la UE no es sino un apéndice dentro de la Alianza Atlántica, dirigida por Estados Unidos. En toco caso, durante la Guerra Fría existían diferendos mucho más agudos y ello no evitó una "detente" entre los bloques entonces existentes, ni entre Francia y Rusia.
Hoy se pueden rescatar algunas de las frases de Charles De Gaulle sobre las relaciones de su país con Rusia que no han perdido ni un minuto de actualidad: "Para desgracia general, demasiado a menudo, desde hace siglos, la alianza franco-rusa fue impedida o frustrada por la intriga y la incomprensión. No por ello sigue siendo una necesidad que aparece en cada momento decisivo de la historia".
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK