"La desgracia de México es estar lejos del cielo y muy cerca de Estados Unidos". (Dicho popular mexicano)
Los estrategas de Washington, inspirados por el golpe de Estado que orquestaron en Bolivia, han intentado varias veces desestabilizar el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), utilizando a la derecha representada por panistas y priistas.
Lo que en realidad estaba tratando de explorar la Casa Blanca es la posibilidad de crear justificaciones para las operaciones militares dentro de México y en cualquier país de América Latina y así mantenerlos como su 'patio trasero' en el futuro.
Para reforzar su amenaza, según el sitio Whatdoesitmean.com, el Gobierno norteamericano ha emplazado a sus tres portaviones, el USS Nimitz (CVN-68), USS Harry S. Truman (CVN-75) y USS Theodore Roosevelt (CVN-71) para patrullar la costa mexicana del Pacífico y el Golfo de México para encerrar a los narcotraficantes mexicanos en su territorio sin poder salir del país. Sin embargo, esta información fue desmentida por la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, que informó el pasado 9 de diciembre que no existe reporte de movilización de barcos o aviones de EEUU hacia México. En realidad, nadie sabe la verdad y lo único que se conoce es que hay 15.000 tropas mexicanas en la frontera con EEUU y 5.000 militares norteamericanos emplazados en la parte opuesta del muro que separa a los dos países.
Respecto a los narcocarteles, ya es de conocimiento público, como lo confirmó hace poco el periodista mexicano Jesús Esquivel: "aunque oficialmente lo niegue, el Gobierno norteamericano negocia con los narcotraficantes mexicanos, tal y como quedó demostrado con documentos y testimonios presentados por el departamento de Justicia de EEUU durante el juicio del año pasado en Nueva York en contra del narco mexicano Joaquín El Chapo Guzmán, uno de los líderes del cartel de Sinaloa".
Y no solamente está negociando la Administración norteamericana con los carteles, sino tiene lazos de larga duración con los capos mexicanos. Los líderes y sicarios más siniestros del cartel Los Zetas son exmilitares del grupo aerotransportado de las Fuerzas Especiales Mexicanas (GAFE), que fueron entrenados en los 90 por los Snake Eaters, el séptimo grupo de las Fuerzas Especiales de EEUU en Fort Bragg. Los prepararon para la contrainsurgencia y la lucha contra el narcotráfico. Lo interesante fue que originalmente las GAFE fueron creadas en 1994 para combatir a los Zapatistas, pero terminaron como narcotraficantes y mercenarios dando protección al cartel del Golfo.
La misma historia se repitió con el operativo Rápido y Furioso llevado a cabo por el ATF, el FBI y dirigido por el Departamento de Justicia de EEUU al introducir clandestinamente más de 2.000 armas sofisticadas a México entre 2006 y 2011, que terminaron finalmente en manos del crimen organizado pues los narcotraficantes sabían todos los detalles del operativo. Al salir pública esta información, se supo también que el FBI y la DEA permitiron al cartel de Sinaloa introducir droga a EEUU con la condición de informar sobre la actividad de otros carteles. El hombre fuerte del cartel, Joaquín El Chapo Guzmán Loera, que fue extraditado a EEUU, lo confirmó.
Lo único que se le permite saber a la opinión pública internacional es que todos los narcotraficantes y sus líderes son extranjeros y de preferencia latinoamericanos, que periódicamente después de ser utilizados por el FBI, la CIA, la DEA, la ATF son sacrificados como pasó con el colombiano Pablo Escobar, con el mexicano Joaquín El Chapo Guzmán y ahora con el exjefe de la Secretaría de la Seguridad Pública (SSP) y de la Agencia Federal de Investigación (AFI) de México en el gobierno de Felipe Calderón (2006-2012), Genaro García Luna, quien amasó millones de dólares colaborando con los carteles de Sinaloa, los Zetas y el Golfo. Lo hacía con el conocimiento de las autoridades norteamericanas y no cabe duda que simplemente cumplía sus órdenes. Desde que El Chapo empezó a hablar, Washington decidió deshacerse de García metiéndolo en la cárcel, así de simple.
Y así va a seguir toda esta imitación de la lucha contra el tráfico de narcóticos y de las armas, porque la cocaína, la heroína, el fentanilo (50 veces más potente que heroína), las metanfetaminas tienen un mercado en crecimiento en Estados Unidos valorado en cientos de miles de millones de dólares y las armas procedentes del norte son muy solicitadas por los carteles mexicanos. Según la estadística oficial, en los últimos 10 años entraron en forma ilegal a México dos millones de armas, es decir 200.000 al año, de los cuales el 70% proviene de EEUU y el resto de Italia y Austria, mientras que las Fuerzas Armadas y Policiales adquirieron en el mismo período de tiempo 468.000 armas.
Mientras tanto, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha estado haciendo todo lo posible para no enemistarse con EEUU por ningún motivo y no enfrentarse a los más ricos y poderosos de México. Su tarea principal es tratar de sacar su país del desastre social y económico que dejaron los presidentes Felipe Calderón (2006-2012) y Enrique Peña Nieto (2012-2018). En estos 12 años, la pobreza aumentó del 37,3 al 41,5% y hoy día México y Honduras están como los países con más pobreza en la región, llegando el número de pobres en México a 52,3 millones de personas y la clase media representa apenas el 33% de la población.
Lo triste de toda esta historia es que en 1994, en vísperas de la firma del TLCAN, se les convenció a los mexicanos de que aquel tratado sería muy beneficioso para la economía del país, que haría mejorar el bienestar social de su pueblo sustancialmente. Fue una ilusión porque el TLCAN ocasionó la pérdida de trabajo a más de dos millones de campesinos que tuvieron que emigrar a las ciudades y convirtió a México en una maquiladora, usando la mano de obra barata para satisfacer al consumidor norteamericano.
La pobreza no disminuyó, como fue prometido por el presidente Salinas de Gortari, quien firmó aquel tratado con Ronald Reagan, sino se incrementó, igual que la violencia y el consumismo mexicano. A la vez, se incrementó la dependencia económica y financiera del país a EEUU.
El nuevo tratado de cientos de páginas, que muy pocos mexicanos han leído, sería muy perjudicial, especialmente para los campesinos mexicanos, porque obligaría a México a aumentar la compra de granos en EEUU, donde este sector está subsidiado con 867.000 millones de dólares. Las cláusulas de la propiedad intelectual y las del "secreto comercial" permitirían a las corporaciones de productos transgénicos y a las empresas contaminadoras no divulgar los químicos que están usando o las manipulaciones genéticas que están realizando.
Sería interesante cómo en estas condiciones podría México poner en marcha el Plan Ayala Siglo XXI, prometido por AMLO, quien aseguró a su pueblo que prohibirá la siembra de transgénicos y suspenderá el uso de pesticidas. Por lo pronto, lo que se presenta como un gran éxito del Gobierno mexicano, la firma del T-MEC, podría resultar a mediano plazo como una nueva ilusión a costa de seguir perdiendo cada día más la soberanía del país bajo el pretexto de no hacer enojar o irritar a su poderoso vecino del norte.