Esta semana representantes comerciales de los tres países norteamericanos firmaron las modificaciones al T-MEC, exigidas para su aprobación por la bancada demócrata de los EEUU. El nuevo documento llega tras largas negociaciones e importantes reformas en México que tuvieron lugar desde la asunción del presidente estadounidense Donald Trump.
El mandatario había marcado su férrea oposición al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) desde la campaña presidencial. Apenas asumió el cargo rechazó su contenido y lo catalogó como el "peor tratado" firmado en la historia de su país. Lo siguiente fue la incertidumbre de cómo sería un nuevo acuerdo comercial, que se concretó hace apenas unos días.
"Las preocupaciones de EEUU versaban principalmente en el tema de la reforma laboral, que ya ha sido aprobada. Lo que pedía era una serie de inspectores para revisar que se implementara aquí en México", explicó la economista.
Los bajos salarios mexicanos habían llevado al gobierno de Trump a tildar a su socio del sur como competidor desleal, ya que los menores costos en recursos humanos le daban una competitividad que su país no lograba alcanzar y que la reforma busca corregir. En la misma línea de emparejar las condiciones de competencia, se agregó una cláusula que regula el origen de los componentes industriales.
"Lo que [EEUU] pidió es que el acero que se utilice en la región provenga en un 70% justamente de la región. Esto pone un poco en aprietos a la industria mexicana. Por ejemplo, el sector automotriz en México hoy es muy atractivo porque muchas empresas vienen y traen insumos de otros lados", explicó.
"Hoy no somos suficientemente competitivos en materia de producción y fundición de acero. Esto nos impondrá una especie de conversión para poder dar cumplimiento a esta norma. Es un cambio importante, pero hay siete años de margen para que podamos cumplir el requerimiento", agregó.