Ya en la primera frase los chalecos amarillos —el movimiento contestatario que ha puesto contra las cuerdas a Macron— fueron mencionados. Nadie puede negar que si Macron ha decidido lanzar una nueva etapa en su mandato es por la protesta que ese movimiento inició en noviembre pasado, y eso teniendo en cuenta que no representan más que a una minoría de franceses y que pese a no haber encontrado una representatividad que canalice sus peticiones, han recibido el apoyo de una mayoría de compatriotas.
En todo caso, los anuncios económicos y sociales eran los más esperados y no hubo grandes sorpresas. Como se sabía, las pensiones por debajo de los 2.000 euros al mes serán de nuevo ligadas al índice de inflación y ninguna otra será desindexada de aquí a 2022, año de finalización de su mandato.
Jubilación mínima de 1.000 euros al mes
Siguiendo con el asunto de las pensiones, Macron ha anunciado su intención de que ninguna pensión en el futuro sea menor a 1.000 euros al mes, justificando su deseo en la existencia de jubilados, especialmente de autónomos, que cobran menos que el mínimo asegurado de vejez, 868 euros al mes, después de más de 40 años de trabajo. Macron no es partidario de aumentar la edad de jubilación, ahora fijada en los 62 años, pero dejará libre a cada trabajador la decisión de prolongar o reducir su vida laboral.
Para el inquilino del palacio del Elíseo, la desigualdad que pueda existir en Francia tiene su origen desde el nacimiento. Por ello, ha insistido sobre la necesidad de reforzar la inversión en la educación y en la promesa de que ninguna clase de primaria tendrá más de 24 alumnos.
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La revuelta de los chalecos amarillos comenzó por la protesta contra el aumento del precio del diésel, el combustible más utilizado por los ciudadanos franceses que viven en la periferia de las grandes urbes, a las que se tienen que dirigir para trabajar, para obtener atención sanitaria o administrativa.
Macron ha mostrado su comprensión hacia esa Francia periférica, pero no ha ofrecido medidas concretas, sino una descentralización que debe conferir más responsabilidad a pueblos y pequeñas ciudades. Hasta 2020 ninguna escuela ni hospital podrá cerrar, pero esa buena intención deberá ser estudiada en concreto en su momento. La entrega de más poder a los pueblos y regiones frenará de momento la eliminación de los 120.000 puestos de funcionarios que el gobierno había previsto.
Introducción de proporcionalidad en sistema electoral
Otra negativa que frustrará a muchos chalecos amarillos es la utilización del Referéndum de Iniciativa Ciudadana. En su lugar, Macron prefiere otro tipo de referéndum que exigirá la firma de un millón de ciudadanos y cuyo resultado sería estudiado por el Parlamento.
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La eliminación de la Escuela Nacional de Administración (ENA), donde se han formado desde hace décadas los altos funcionarios del Estado, no compensará la frustración de muchos franceses ante las decisiones anunciadas por Macron. Era considerada ya antes de su comparecencia ante la prensa como una medida demagógica.
Control de la inmigración y lucha contra el "islam político"
En otro apartado que no se esperaba, Emmanuel Macron hizo una defensa firme de la Ley francesa de 1905 que garantiza el laicismo y que ciertos sectores en este país pretendían adaptar "a la nueva realidad". Macron fue más allá y declaró su hostilidad al islam político que, según sus palabras, "pretende crear una secesión en la República".
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Angela Merkel tuvo también su mensaje personal. En una crítica más abierta que nunca, Macron reprochó a la Canciller alemana una política económica que se ha aprovechado de los bajos salarios de países vecinos y recalcó que Berlín no puede esperar que París se amolde a los intereses alemanes. Era una despedida a la jefa del gobierno alemán con quien desde hace meses no oculta sus diferencias en política europea.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK