Días después de que el presidente electo de Argentina, Alberto Fernández, anunciara que no reclamará los 12.300 millones de dólares restantes del préstamo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), cabe preguntarse por las consecuencias a las que deberá someterse el país para lograr cumplir con los vencimientos de la deuda pública más gigantesca de su historia.
"Nosotros estamos convencidos de que la única manera de avanzar es romper con la lógica de endeudamiento. Hoy se habla de quita, de prolongar plazos, de pagar más suavemente, pero sabemos, por lo que ha pasado en la historia, que eso es un camino a mayor endeudamiento", dijo a Sputnik Beverly Keene, economista estadounidense radicada en Argentina, especializada en deuda externa, organismos multilaterales de crédito y tratados de libre comercio.
A su juicio, la postura sumisa de todos los gobiernos desde el inicio de la vuelta de la democracia debe ser cuestionada por no oponerse mediante acciones legales y alternativas a un sistema que consideran de perpetua dependencia.
"Desde el inicio de la última dictadura militar [1976-1983], la deuda pública argentina ha crecido de 8.000 millones de dólares a casi 350.000 millones, y en ese mismo tiempo ya hemos pagado más de 550.000 millones de dólares [acumulados]", aseguró Keene.
Argentina tiene hoy una deuda equivalente a casi el 95% de su PBI, más de la mitad emitida durante la presidencia de Mauricio Macri. Se encuentra en el puesto 33 en el ranking de los países más endeudados del mundo, con el diferencial de que sufre de una grave restricción externa (falta de divisas) y está sumido en una profunda recesión, con una caída estimada del 3% de su PBI para 2019, además de una inflación anual de 50%.
La deuda insostenible
En ese sentido, la economista aseguró que la única manera de que Argentina pueda afrontar su nivel actual de deuda es a través de más deuda, de aumentar impuestos o regalías o de emisión monetaria, y en todo caso de insistir en la explotación de los recursos naturales mediante la extracción de hidrocarburos y minerales y la agroganadería no sustentable, principales fuentes de dólares necesarios para seguir pagando.
"Tenemos una América Latina convulsionada porque todos los pueblos están experimentando las consecuencias del mismo sistema, la aplicación de la misma lógica. Tenemos el desafío de construir alternativas, que empiezan en casa, no van a venir de afuera", insistió.
La deuda incuestionada
"A Alberto Fernández lo único que se le ocurre es que va a pagar. Pedirá una moratoria, por dos años o por tres, pero va a pagar, sin quitas y sin discutir nada", criticó Alejandro Olmos Gaona, historiador y experto en derecho internacional, durante una ponencia sobre la deuda argentina en Buenos Aires, organizada por Diálogo 2000.
"Una cosa son los discursos en televisión contra el imperialismo y contra Macri y otra cosa es accionar. La deuda no es solo de Macri, es de la mayor parte de la dirigencia política con representación parlamentaria porque el presidente no emitió un solo bono que no haya sido autorizado por el Congreso", remarcó Olmos Gaona.
La deuda infinita
Olmos Gaona fue quien encabezó la auditoría de la deuda externa de Ecuador durante la presidencia de Rafael Correa (2007-2017). A su juicio, todas las deudas, sin importar el país, responden a un sistema jurídico estructurado a favor de los acreedores, con cláusulas leoninas, que han tenido siempre del lado local a funcionarios dispuestos a permitir el ultraje y que siempre se vieron beneficiados en carácter personal a través del tráfico de influencias.
Como ejemplo, el experto mencionó lo ocurrido durante la dictadura, período en el que se liberó el mercado bancario para inaugurar la especulación financiera, se quintuplicó la deuda externa y se estatizó las deudas en dólares de las principales empresas privadas del país, un rescate financiero inédito en la historia.
Caputo, amigo de la infancia del presidente Macri, renunció finalmente a su cargo, acusado de ser titular de empresas que compraron estos títulos públicos desde el extranjero así como de ocultar de su declaración jurada el figurar en sociedades opacas radicadas en paraísos fiscales.
"Hay montones de cosas para cuestionar la deuda, pero claro, para ponerlo en funcionamiento hay que tener poder político o hay que movilizarse o denunciarlo, no quedarse callado. El FMI hizo un préstamo político para sostener a un presidente no porque la economía permitiera que se pagara. Esto serviría para hacer un planteo en la Justicia argentina, en la Asamblea de Naciones Unidas. ¿Pero quién se anima?", se preguntó Olmos.